El Madrid a?ade m¨¢s le?a para el debate
El Madrid a?adi¨® m¨¢s elementos para el debate. Gan¨® con un resultado contundente, prosigue su campa?a en Europa y la parroquia tira cohetes de alegr¨ªa. Todo eso despu¨¦s de que Ibrahim Hassan echara un cable al equipo de Antic. Hassan remat¨® con gran estilo contra su porter¨ªa y abri¨® el marcador. Se acababa de iniciar la segunda parte y el Madrid viajaba a la deriva. No hab¨ªa creado una ocasi¨®n desde el minuto 15 y cada vez estaba m¨¢s expuesto a una contra decisiva del Neuch?tel. La gr¨¢fica del Madrid era tan d¨¦bil que en el ambiente comenz¨® a crecer la sospecha de la eliminaci¨®n. Cuando la cosa era m¨¢s complicada, Ibrahim Hassan cabece¨® contra su puerta, en plan Spasic. Lo que sigui¨® fue muy aparente, goles y bla, bla, bla, pero por debajo del maquillaje crece la duda de la autoridad madridista.Antic se mostr¨® inflexible. Lejos de plantear alguna innovaci¨®n interesante, coloc¨® a Aldana por el sancionado Hierro. La decisi¨®n revela el car¨¢cter herm¨¦tico del entrenador. Antic encuentra m¨¢s oportunidades para los jugadores discretos que para los buenos futbolistas. Ubicar a Alfonso y Prosinecki le resulta de veras complicado, como le resultar¨¢ definir el espacio de Hugo sin que rechine todo el sistema. Son ellos jugadores de clase, intuitivos, sin muchas ganas para actuar como robotitos. Son un problema, porque lo bueno para Antic es cambiar pe¨®n por pe¨®n, y mejor si es obediente. El partido necesitaba un tipo como Alfonso junto a Butrague?o: un poco de picante para descalabrar a un equipo de medio pelo.
El Neuch?tel tom¨® medidas acertadas para responder a la propuesta de Antic. Ibrahim Hassan clausur¨® a Villarroya en la banda izquierda, asunto muy grave en este Madrid. Villarroya se ha convertido en la primera arma ofensiva del equipo madridista, por encima de Michel, mucho m¨¢s dotado para estas cosas, pero aislado en su callej¨®n.
Tendencia a la izquierda
Es sorprendente la terquedad del Madrid en echarse a la banda izquierda y crear una descompensaci¨®n en la cancha. La superpoblaci¨®n beneficia la insistente presencia de Villarroya, un atleta y nunca un visionario del f¨²tbol. Ibrahim cerr¨® esa puerta y el Madrid se encontr¨® perdido. Lejos de buscar la v¨ªa de Michel, la m¨¢s natural, el Madrid comenz¨® a perderse en su propio tejido. Aldana ten¨ªa que ejercer de Hierro, pero los balones no llegaban cruzados al palo derecho. Esa carencia obligaba a Aldana a retrasarse y buscar la pelota en el centro del campo, donde su inclinaci¨®n a acarrear el bal¨®n volv¨ªa cochambroso el juego.
Y quedaba el papel ingrato que le toca representar a Luis Enrique cada tarde. Luis Enrique es un delantero centro. Se le fich¨® porque ten¨ªa buenas condiciones en el ¨¢rea. Ahora trabaja en la media cancha para que Hierro o Aldana metan los goles que le corresponden a ¨¦l. Su disciplina en el trabajo sucio es encomiable, pero Antic le est¨¢ devaluando como futbolista. Luis Enrique anda muy desconfiado con la pelota y con un instinto decreciente frente a la porter¨ªa. Lo m¨¢s probable es que que acabe como el pr¨®ximo pim, pam, pum de la hinchada.
Convertidos en principales los actores secundarios, el Madrid se desinfl¨®. Vivi¨® de alg¨²n c¨®rner en los primeros minutos, pero luego vi¨® como los suizos no se desarmaban. La sensaci¨®n era que la sorpresa pod¨ªa consumarse en la segunda parte, cuando al Madrid le consumieran los nervios y el fogoso Hossan Hassan encontrara la porter¨ªa en alguna escapada. Fue su gemelo Ibrahim quien impidi¨® el drama.
Su gol en la porter¨ªa suiza descosi¨® al Neuch?tel, que ya no estaba para luchar por el partido. El Madrid aprovech¨® el derrumbe y firm¨® uno de esos resultados que hacen feliz Antic y provocan un debate enconado en los corrillos madridistas.
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