La larga marcha hacia la Union
Espa?a deber¨¢ realizar un duro ajuste para integrarse en el ecu en 1999
Pasada la euforia de la cumbre de Maastricht, las autoridades espa?olas se han encontrado ya con la dura realidad de lo que supondr¨¢ la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. Desde que se ?nici¨® el debate previo a la reuni¨®n de jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad Europea, Carlos Solchaga ha venido insistiendo en que Espa?a estar¨¢ en condiciones de estar entre los grandes de la CE cuando se consume la uni¨®n. Sin embargo, la econom¨ªa espa?ola tan s¨®lo cumple una de las cuatro condiciones impuestas para participar en la primera velocidad europea. Ni la inflaci¨®n, ni los tipos de inter¨¦s, ni el d¨¦ficit p¨²blico est¨¢n en l¨ªnea con nuestros socios comunitarios. Tan s¨®lo cumplimos en deuda p¨²blica.
Las cuentas no cuadran en Espa?a. A pesar de los esfuerzos de ajuste econ¨®mico realizados en los ¨²ltimos a?os, la situaci¨®n espa?ola est¨¢ todav¨ªa lejos de los pa¨ªses punteros de la CE. Es cierto que el crecimiento econ¨®mico est¨¢ por encima de la media comunitaria, pero ese fuerte aumento del PIB esconde todav¨ªa grandes desajustes estructurales que, adem¨¢s, no podr¨¢n ser subsanados a corto plazo. A la vista de las estad¨ªsticas actuales, solamente una dura pol¨ªtica de ajuste podr¨¢ situar la econom¨ªa espa?ola en l¨ªnea con las naciones que marcar¨¢n la pauta de Uni¨®n Europea del siglo XXI.Antes de fin de a?o, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda presentar¨¢ al Parlamento las l¨ªneas de actuaci¨®n a medio plazo que permitan a Espa?a estar en la primera velocidad europea. Carlos Solchaga lleva meses insistiendo en que la econom¨ªa espa?ola tiene tiempo para ajustar sus indicadores b¨¢sicos y alinearse con las naciones punteras de la CE. Sin embargo, la tozudez de las cifras juegan en contra del equipo econ¨®mico espa?ol. El ajuste debe continuar.
De las cuatro condiciones impuestas en la cumbre de Masstricht para pertenecer a los pa¨ªses que liderar¨¢n la Europa unida, Espa?a tan s¨®lo cumple una. Esquem¨¢ticamente, los requisitos se resumen en mantener la inflaci¨®n dentro de una banda inferior a 1,5 puntos por encima de la media de los tres pa¨ªses que la tengan m¨¢s baja, que los tipos de inter¨¦s no excedan en 2 puntos a la media de los tres pa¨ªses que los tengan m¨¢s bajos, y que el d¨¦ficit p¨²blico est¨¦ por debajo del 3% del PIB y que la deuda p¨²blica se sit¨²e por debajo del 60% del PIB.
Actualmente, la media de los tres pa¨ªses con aumento de precios m¨¢s moderados est¨¢ en el 2,7%, mientras que Espa?a est¨¢ en tomo al 5,7%; es decir 3 puntos por encima de la media y 1,5 puntos por encima de los permitido. Hay siete a?os para ajustar este diferencial, pero los esfuerzos realizados hasta le fecha no son un buen precedente en este sentido. Algo parecido sucede en cuanto a tipos de inter¨¦s que est¨¢n ligados a la inflaci¨®n. En la actualidad, el tipo de inter¨¦s oficial a largo plazo est¨¢ por encima del 12%, frente a la media de entre un 7% y un 8% de las econom¨ªas mejor situadas.
Tampoco en d¨¦ficit p¨²blico se cumplen los requisitos impuestos en Maastricht, ya que las buenas intenciones anunciadas por Solchaga en su d¨ªa se han venido abajo al presentar los Presupuestos Generales del Estado para 1992.
El d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas est¨¢ todav¨ªa en el 3,7% del PIB, frente al 3% exigido por la CE para entrar con los primeros. Los recortes impuestos en el gasto p¨²blico han sido absorbidos por la disminuci¨®n de las tarifas del Impuesto sobre la Renta de las Personas F¨ªsicas (IRPF) para el pr¨®ximo a?o, que no han podido ser compensados con el aumento de impuestos indirectos (IVA e impuestos especiales).
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