Agricultura y medio ambiente en la Comunidad Europea
El documento Evoluci¨®n y futuro de la PAC, elaborado por la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas, es uno de los pocos testimonios de sensatez y lucidez generados en los ¨²ltimos tiempos, en el ¨¢mbito de la Europa comunitaria. La conciencia de la verdadera dimensi¨®n a que han llegado los problemas medioambientales generados por la pr¨¢ctica de una agricultura qu¨ªmica e intensiva, quedan reflejados en sus paginas y en sus recomendaciones. Tambi¨¦n son analizados con rigor otros problemas acuciantes ¨ªntimamente relacionados con un modelo de producci¨®n agroalimentaria, que necesita una profunda reconversi¨®n, a la que se resisten intereses diversos y grupos sociales distintos.Esquem¨¢ticamente, cuatro son los problemas fundamentales que aconsejan un cambio radical de la pol¨ªtica agraria com¨²n:
El primero es el presupuestario, ya que los gastos del Fondo Europeo de Orientaci¨®n y Garant¨ªa Agr¨ªcola (FEOGA) se han triplicado desde 1980.
El segundo es el problema de los excedentes productivos que han llegado de nuevo a cifras preocupantes, tales como 18 millones de toneladas de cereales, 278.0100 toneladas de mantequilla, 335.000 toneladas de leche, 700.000 toneladas de carne de vacuno, etc¨¦tera.
El tercero es el relativo a los dusequilibrios en la distribuci¨®n regional de las subvenciones. La CE reconoce que el 80% de las ayudas se quedan en el 20% de las explotaciones. Holanda, Francia y Alemania, con el 30% de poblaci¨®n activa agraria, se llevan el 53% de los recursos del FEOGA, mientras que Italia, Espa?a y Portugal, con el 60% de la poblaci¨®n activa, consiguieron s¨®lo el 25% de los fondos.
Y el cuarto problema es el de los desequilibrios medioambientales. La agricultura moderna intensiva, en una carrera loca por los rendimentos productivos, est¨¢ llegando a unos l¨ªmites que ponen en cuesti¨®n las reglas b¨¢sicas de la agricultura y la alimentaci¨®n, generando problemas de superproducci¨®n, toxicidad en los alimentos, contaminaci¨®n en las aguas y en los suelos, y contribuyendo alarmantemente a la desaparici¨®n de muchas especies animales y vegetales.
De esta conciencia de los impactos ambientales, que encima est¨¢n sirviendo para generar excedentes, expulsar a los verdaderos agricultores del campo y crear un sinf¨ªn de problemas irresolubles, la comisi¨®n llega a conclusiones y recomendaciones que se resumen en:
"Reconocer que los agricultores cumplen no s¨®lo una actividad productiva y de desarrollo rural, sino a la vez de protectores del medio ambiente y del paisaje, por lo que debe apoyarse la explotaci¨®n familiar y aquellas actividades econ¨®micas en el ¨¢mbito rural que eviten la despoblaci¨®n".
"Fomentar los cultivos y ganader¨ªas extensivas que reduzcan excedentes, conserven el medio ambiente y suministren productos alimenticios de calidad, a la vez que solucionan los problemas de stocks y excedentes".
"Seguir defendiendo la unidad de mercado y la preferencia comunitaria y convertir el presupuesto agr¨ªcola de la CE en un instrumento de verdadera solidaridad financiera en favor de los que tienen mayores necesidades".
Para que se produzcan estos cambios en el sector agrario, la Comisi¨®n Europea ha elaborado una propuesta de pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) que contenga el presupuesto agr¨ªcola de la CE, reduzca precios, impulse la retirada de tierras, establezca medidas para los ceses de actividad, elimine los apoyos a las explotaciones intensivas y desarrolle un ambicioso programa medioambiental.
Arma arrojadiza
Sin embargo, este diagn¨®stico ?es entendido por los distintos pa¨ªses comunitarios, y dentro de ellos, por los Gobiernos, partidos pol¨ªticos y sindicatos? ?C¨®mo van a reaccionar a estas propuestas los pa¨ªses dominantes de la CE, que suelen ser los que presumen de una mayor sensibilidad ante los problemas ecol¨®gicos y ambientales, que son los que m¨¢s contaminan, por practicar en mayor grado modelos intensivos y tecnolog¨ªas m¨¢s agresivas?
El arma arrojadiza del medioambiente ya est¨¢ servida en medio de un escenario en el que hay que repartir cuatro billones de pesetas que afectan a nueve millones de agricultores, pero, sobre todo, a un modelo agroalimentario en el que esos agricultores tienen muy poco que decir y donde las cifras de facturaci¨®n de quienes transforman y distribuyen alcanzan cotas impresionantes.
Hasta qu¨¦ punto el nuevo empe?o de ecologizar la agronom¨ªa, contenido en documentos recientes de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), el Banco Mundial o la Organizaci¨®n para la Agricultura y Alimentaci¨®n (FAO) sobre La agricultura y la alimentaci¨®n mundial y El desarrollo sostenible y la ordenaci¨®n de los recursos naturales, puede influir en la nueva PAC, a pesar de los buenos prop¨®sitos de la comisi¨®n, es algo que vamos a poder comprobar en esta nueva etapa que se avecina.
De momento, aprobar el Reglamento CEE n¨²mero 2092191, sobre la producci¨®n agr¨ªcola ecol¨®gica, publicado en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas de fecha 22 de julio de 1991, ha costado varios a?os de discusiones y dar largas al asunto, actitud propiciada por algunos de los pa¨ªses de mayor peso comunitario (Francia, Reino Unido, Holanda, etc¨¦tera). Para ellos era mejor seguir manteniendo una actitud de ambig¨¹edad normativa, antes de adoptar un reglamento que relance un nuevo modelo agroalimentario, en el que los pa¨ªses con menor grado de contaminaci¨®n y mayores posibilidades para la ganader¨ªa extensiva y la pr¨¢ctica de una agricultura m¨¢s tradicional, que suelen ser los del ¨¢rea mediterr¨¢nea, aumenten sus posibilidades de mercado y de competitividad en la tan cacareada alimentaci¨®n de calidad.
Curiosamente, Espa?a, que tiene el cartel de incumplidor e insensible a los problemas medioambientales, ha sido el pa¨ªs impulsor de este reglamento, que Carlos Romero, durante el mandato de Gobierno espa?ol de la CE, tuvo que meter con calzador en el Consejo de Ministros de Salamanca de 1989, ante la resistencia de algunos de los pa¨ªses que nos acusan de incumplidores de la normativa medioambiental. De todas formas, ya se encargaron algunos de los m¨¢s influyentes, en dejar fuera de este reglamento, en una primera etapa, la ganader¨ªa acogida a esta denominaci¨®n ecol¨®gica, en una defensa grosera de sus modelos ganaderos intensivos, que son los que est¨¢n creando los grandes excedentes, despilfarros energ¨¦ticos, insostenibles, mala calidad de las carnes estabuladas y una contaminaci¨®n sin precedentes.
No quiero decir, en absoluto, que nuestro pa¨ªs sea un modelo de sensibilidad y respeto por la normativa medioambiental, porque est¨¢ muy claro que no es as¨ª. S¨®lo llamo la atenci¨®n ante la gran hipocres¨ªa reinante en esa especie de gallinero de intereses que hay en la CE.
De todas formas, es de esperar que en la Europa comunitaria, en la que hay hay precedentes del desarrollo de tecnolog¨ªas no contaminantes y de programas de rehabilitaci¨®n y descontaminaci¨®n en ciertos sectores industriales, se produzca una reacci¨®n positiva en lo concerniente al sector agrario. Si la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas ha llegado a las conclusiones que estamos comentando, y en los Estados Unidos la reconversi¨®n hacia una agricultura m¨¢s ecol¨®gica lleva un paso mucho m¨¢s firme y avanzado, las resistencias a esta reconversi¨®n deben ir desapareciendo ante la evidencia de que muchas de las actividades de la agricultura intensiva moderna son m¨¢s contaminantes, incluso, que las de la industria.
El proceso negociador que se abre con la modificaci¨®n de la propuesta de reforma de la PAC debe hacer meditar no s¨®lo a las formaciones pol¨ªticas que protagonizan los Gobiernos de los pa¨ªses comunitarios. Tambi¨¦n los sindicatos, prisioneros muchos de ellos de modelos de desarrollo esquilmantes e insostenibles, deber¨¢n modificar sus posiciones a fin de hacer posible los cambios que el sistema agroalimentario actual debe acometer cuanto antes.
Probablemente van a ser las organizaciones de consumidores las que practiquen formas de resistencias cada d¨ªa mayores a la degradaci¨®n alimentaria contenida en productos con claros ¨ªndices de residuos t¨®xicos, carnes sometidas a cebos confinalizadores, etc¨¦tera.
Finalmente, conviene insistir en que no basta con producir literatura ambiental, ni siquiera medidas legislativas. Defender sinceramente la agricultura ecol¨®gica exige medidas concretas de apoyo en investigaci¨®n, en tecnolog¨ªa y en recursos econ¨®micos y financieros. Cuanto m¨¢s se tarde en desarrollar programas en esta direcci¨®n, m¨¢s irresolubles se volver¨¢n los problemas de la agricultura comunitaria.
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