Sabor amargo

EL S?NODO de obispos que acaba de celebrarse en el Vaticano, y que pretend¨ªa preparar una estrategia de la Iglesia cat¨®lica para una nueva evangelizaci¨®n de Europa tras el desplome del comunismo, ha sido m¨¢s bien un s¨ªnodo fallido que ha dejado un amargo sabor entre los obispos m¨¢s abiertos. Primero porque, como destap¨® el cardenal belga Godfried Danneels, la curia hab¨ªa preparado un borrador de documento que limit¨® la discusi¨®n a cuestiones menores; segundo, porque los patriarcas ortodoxos m¨¢s importantes, empezando por el de Mosc¨², que deb¨ªan haber sido una pieza clave en el s¨ªnodo, rechazaron la invitaci¨®n personal del Papa, acusando al Vaticano de estar realizando una pol¨ªtica desleal encaminada a suplantar a las viejas iglesias ortodoxas.A ello hay que a?adir que el Papa ha anunciado la creaci¨®n de una nueva estructura llamada a controlar todas las iniciativas pr¨®ximas para el lanzamiento de la reevangelizaci¨®n de Europa. Y, significativamente, ninguna de las personalidades del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CEE), ni siquiera su presidente, el cardenal arzobispo de Mil¨¢n, Carlo Martini, ha sido llamada para participar en ese proyecto. El Papa ha encargado de ello a los tres presidentes del s¨ªnodo que acaba de clausurarse, tres personalidades fuertemente conservadoras, como lo son el cardenal franc¨¦s Lustiger, el italiano Ruin? y el arzobispo belga Schotte.

Por ¨²ltimo, la amargura est¨¢ justificada a la luz de la advertencia contra los te¨®logos aperturistas incluida en el documento. Tras afirmar que para reevangelizar a Europa la Iglesia debe estar muy "segura de s¨ª misma", a?ade que para ello "debe reconocerse que el disenso teol¨®gico constituye un obst¨¢culo". Quiz¨¢ por ello el te¨®logo suizo Hans K¨¹ng hab¨ªa alertado que el s¨ªnodo lo que deseaba era lanzar, m¨¢s que una nueva "evangelizaci¨®n", una verdadera "recatolizaci¨®n" del Viejo Continente.