El debate real del PCE
Soy un ingenuo impenitente. Como hombre metido en pol¨ªtica desde hace a?os, s¨¦ que ¨¦sta es, a veces, tortuosa, incluso en las propias filas de los que preconizamos otra pol¨ªtica que la usual y otra forma de hacerla que se aproxime m¨¢s al te¨®rico beneficiario de la misma: el hombre y la mujer que trabajan, o no, gozan y sufren y, sin estar absolutamente aislados del fen¨®meno pol¨ªtico, no tienen un compromiso m¨¢s all¨¢ de la cr¨ªtica, normalmente individual, y la opci¨®n a votar cuando corresponde.
A pesar de gustarme el debate, no me gusta cualquier debate, ni me siento c¨®modo cuando ¨¦ste coge una vereda ret¨®rico fundamentalista que sit¨²a en unas coordenadas degradadas el pensamiento de cada cual y los contenidos profundos sobre pol¨ªtica, sociedad, partidos, compromiso, voluntad.
?Cu¨¢l es el debate real del PCE? En mi opini¨®n, analizar lo que ocurre en nuestro entorno y en el mundo, comprenderlo en lo fundamental y establecer l¨ªneas de trabajo para reconstruir las partes de nuestro pensamiento e ideario que han quedado viejas. S¨®lo as¨ª es posible acertar en las propuestas y alternativas que a continuaci¨®n deben hacerse, entendiendo que de nuestros trabajos no va, no puede y no debe salir una visi¨®n c¨®misco-cerrada que da respuestas a todo. Esto seria continuar en el viejo dogma de las certidumbres eternas y en el determinismo que elabora teor¨ªas para que la pr¨¢ctica, o la realidad, se acoplen a ellas.
No era ¨¦sta, en absoluto, la concepci¨®n del congreso. Y mucho menos la vocaci¨®n de dejarlo todo atado y bien atado para que IU no tuviera que pensar, que le bastara con recoger las magnificas elaboraciones del PCE, ya que ¨¦ste se continuaba asignando el papel de gendarme ideol¨®gico y de mecenas pol¨ªtico de IU. No lo hemos hecho nunca ni pensamos hacerlo.
Las cosas eran, y son, m¨¢s simples. Los militantes del PCE, que as¨ª lo consideremos, intentamos aportar desde nuestro propio impulso anal¨ªtico, te¨®rico, pol¨ªtico y ¨¦tico, basado en una historia hecha por hombres y mujeres, lo mejor de nosotros al proyecto com¨²n, plural y unitario que es IU. En ning¨²n caso pretend¨ªamos, ni pretendemos, que el PCE se convierta en el centro de la atenci¨®n y con referente p¨²blico competencial con IU. Han sido determinadas actitudes de fuera y de dentro del PCE las que han dado a ¨¦ste un protagonismo excesivo cuando lo que se pretend¨ªa inicialmente era realizar con normalidad un debate, aportar las conclusiones del mismo al conjunto de hombres y mujeres de IU por si eran v¨¢lidas, en contraste democr¨¢tico con otras posiciones, y reafirmar la pr¨¢ctica militante de cada afiliado/a del PCE en IU, con m¨¢s fuerza que en la etapa anterior, sin abandonar las propias funciones y competencias que el PCE libremente se asigne.
Esta contin¨²a siendo nuestra voluntad y de ella no nos desviaremos, pero a nadie se le escapa que siempre es m¨¢s dif¨ªcil rehacer el camino cuando varias trompas de agua seguidas han ca¨ªdo sobre el mismo. Cuando afirmaciones rotundas sobre la intencionalidad de la "mayor¨ªa del PCE" han bebido m¨¢s en las fuentes voluntaristas de los cen¨¢culos pol¨ªticos, del cotilleo interesado, en juicios de intenciones sobre la perversidad del PCE, que no en un sencillo ejercicio de sentido com¨²n analizando el pensamiento, la pr¨¢ctica y el talante de los militares del PCE que han jugado un papel m¨¢s o menos importante en el nacimiento y desarrollo de IU.
A estas alturas es dif¨ªcil negar que el debate tiene flancos indeseables: por ejemplo, que alguien me explique c¨®mo puede eludirse el reiterado bombardeo sobre la disoluci¨®n o no del PCE, que, independientemente de la voluntad de cada uno, se ha convertido en un eje de las cr¨®nicas, art¨ªculos, noticias y chascarrillos que sobre el PCE e IU se han hecho durante los pasados meses.
El debate, nuestro debate, el de IU, el de la izquierda transformadora en general ha perdido un tiempo precioso en la epidermis de la pol¨ªtica, en detrimento de los verdaderos contenidos de ¨¦sta en relaci¨®n viva con la sociedad y sus problemas. Hemos convertido los fantasmas nominalistas, e incluso jur¨ªdicos, en elementos definitorios de un debate, de unas ideas y de la forma organizativa desde donde ¨¦stas deben defenderse. A m¨ª personalmente no me gusta. Hubiera preferido otro proceso. Sin embargo, la pol¨¦mica y la crisis actual pueden no ser sin¨®nimo de confrontaci¨®n destructiva. Puede ser experiencia constructiva para el futuro en la medida que vaciados, todos, de los fantasmas nos atengamos a contenidos y formas adecuadas para la continuaci¨®n creativa de un proyecto necesario.
As¨ª lo espera mucha gente que cree en el proyecto de IU, parte de la cual considera necesaria la existencia del PCE como parte de una izquierda plural y unitaria. As¨ª debemos concretarlo en el 13¡ã congreso. Quiz¨¢ pueda cambiar una parte de mi impenitente ingenuidad por la convicci¨®n de que lavor¨¢gine no es mala si, finalmente, se la reconduce a las riberas del pensamiento m¨¢s sosegado, de la racionalidad humana.
Francisco Frutos es coordinador del Secretariado del PCE.
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