Tres 'Mes¨ªas' en un d¨ªa
Conjunto barroco de Drottningholm y Coro EricsonDirector: E. Ericson. Solistas: Ch. H?gman, R. Stene, S. Dalberg y G. Lundberg. Auditorio Nacional, Madrid, 19 de diciembre.
No hace muchos a?os, la llegada a Madrid del Mes¨ªas (me refiero al de Haendel), supon¨ªa todo un acontecimiento. Ahora, pueden darse hasta tres Mes¨ªas consecutivos, sumados a la habitual proliferaci¨®n de conciertos gracias a la cual nuestra ciudad cobra aspecto de gran capital europea, que al fin y al cabo es lo que es y se merece.
Puesto a elegir Mes¨ªas, nos quedamos con el de Eric Ericson, ofrecido por Iberm¨²sica en el Auditorio Nacional. Ericson es un maestro conocido desde hace tiempo y uno de los m¨¢s formidables preparadores de coros que haya existido nunca. Posee actualmente su propia formaci¨®n de unas 40 voces adiestrada en todos los aspectos de forma casi perfecta: afinaci¨®n, ligereza, claridad en las fugas, unidad en la coincidencia y en el estilo y extraordinaria capacidad de matices.
En las versiones de Ericson hay una suerte de intercambio entre el estilo instrumental y el coral, que sin llegar a confundirse, lo que no ser¨ªa bueno, se a¨²nan en un hecho musical definido y completo. Con la colaboraci¨®n, inestimable, del conjunto barroco de Drottningholm, la ciudad en la que se alza el Versalles sueco, que fuera residencia de los reyes, Ericson expuso, como un profesor puede hacer con sus teoremas, todos los puntos de vista de su criterio interpretativo y hasta las razones en que se apoyan. Una orientaci¨®n que, sin excesiva beater¨ªa, se afilia al historicismo, lo que siempre constituir¨¢ tema a debatir, pues, para empezar, los oyentes, sus gustos, sus sentimientos y la sociedad toda, es otra.
El peligro puede estar en pensar que se hace historia cuando, tantas veces, m¨¢s bien se hace literatura. Pero Ericson, con sus l¨ªneas moderadas, aunque expresivas, sabe caminar por el filo de la navaja y captar la atenci¨®n del gran p¨²blico que, no se puede negar, est¨¢ habituado a las versiones gigantistas del Mes¨ªas por otra parte admisibles, si son bellas, e incluso complementarias de las de los puristas o semipuristas.
Del cuarteto solista, todo ¨¦l de gran calidad, nos interes¨® de modo especial la soprano Christina H?gman, pues posee una voz bell¨ªsima, una t¨¦cnica y un estilo cuajados de sutilezas. Elogio que no desmerece a la excelente mezzo Randi Stene, de tan definido y precioso color, al tenor Stefan DahIberg y al bajo Gunnar Lundberg, un cuarteto sueco de todo punto admirable. Ericson nos hizo escuchar el Mes¨ªas tan claramente explicado que cada pasaje evidenciaba su componente dram¨¢tica. Incluso el c¨¦lebre coro de Aleluya dej¨®, por una vez, de ser himno multitudinario, para serlo religioso.
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