"A ver si tienes suerte, hija"
Una 'drogadicta' recogi¨® 3.937 pesetas en dos horas y media en los vagones del subterr¨¢neo
La se?ora de ojos grises sonri¨® al coger el papel, el que le tend¨ªa una manga ra¨ªda. Luego, la mendiga y su verg¨¹enza se desplazaron por el vag¨®n para colocar otros papeles con un "perdone" y una mirada amigable: "Soy drogadicta", dec¨ªa el texto, "no tengo ni sitio ni dinero para desengancharme. No quiero robar ni hacer la calle [prostituirse]. Por favor, ay¨²denme. Feliz Navidad". La mendiga recogi¨® de la mujer de ojos grises una moneda de 200 pesetas, el mayor donativo, acompa?ada de otra magn¨ªfica sonrisa. Fue casi al principio de su viaje en los vagones del metro, que le llevaron por seis l¨ªneas y 56 estaciones.
Lo mejor es saltar a un vag¨®n no muy lleno, por el que se pueda caminar. Los viajeros sentados tienen tiempo de leer la nota, de mirar de arriba a abajo a la mendiga mientras se aleja y de hurgar en los bolsillos. La pedig¨¹e?a comprueba que si coloca el papel al primero de la fila es casi seguro que los dem¨¢s lo cojan tambi¨¦n, mec¨¢nicamente. Si el primero lo rechaza, los siguientes mirar¨¢n de lado o clavar¨¢n los ojos en los de la mendiga y se mover¨¢n indicando: no.Si coloca papeles, algo recoger¨¢: la mayor¨ªa vuelven acompa?ados de monedas, casi todas de duro o 25 pesetas. Son siempre se?oras maduras, con o sin vis¨®n, ancianas con el abrigo sobado, caballeros jubilados muy generosos -dan chocolatinas con gesto serio y se guardan la nota-, alg¨²n moderno y jovencitas de melena rizada, como las tres que en la l¨ªnea Ventas-Cuatro Caminos estaban tan ricamente ense?¨¢ndose la cinta de lentejuelas que se iban a poner en Nochevieja. La nota les interrumpi¨®. Las chicas miraron, como todos, y atacaron fren¨¦ticamante sus bolsillos. "No tenemos nada suelto", dec¨ªan con una cara trist¨ªsima. "No os preocup¨¦is, gracias", contest¨® muy agradecida la mendiga. Ellas insist¨ªan. Por fin una encontr¨® un duro y lo¨¢larg¨® con gesto triunfante: "Ten". Y la mendiga sinti¨® lo mismo que si le hubieran soltado 5.000 pesetas.
Tres militares sin graduaci¨®n que se bajar¨ªan en Sol recibieron el papel de u?as, rodeados de botes de cerveza. "Pues ¨¦sta ser¨¢ drogadicta, pero yo hago la mili en artilleros", oy¨® la reportera a sus espaldas. Al volver, se levantaron: "Te voy a dar todo lo que ,tengo y si estuviera en mi pueblo te dar¨ªa m¨¢s, t¨ªa", dijo uno, y vaci¨® en la mano de la pedig¨¹e?a un mont¨®n de duros. "Yo soy casi como t¨²", reconoci¨® otro al alargar una moneda.
La galer¨ªa de generosos es rica. Como un magreb¨ª que entreg¨® 105 pesetas con gesto de mucha pena, no se sabe si por ¨¦l o por la mendiga. O dos se?oras que, impresionadas por la nota, dieron unas monedas con un "a ver si tienes suerte, hija". Y una ni?a de cuatro a?os que se adue?¨® del papel y dijo: "Te vamos a dar algo". Y la abuela lo dio, explic¨¢ndole a una amiga que prefer¨ªa ayudar a C¨¢ritas. Una suramericana vestida al estilo de los j¨®venes de los setenta, que viaja hacia Moncloa, duda:
-No se qu¨¦ hacer, t¨ªa. ?Lo vas a usar para algo bueno?
-Para pagarme una cura.
Entonces vac¨ªa un diminuto monedero y alarga 43 pesetas.
-Que tengas suerte.
Hacer Moncloa-Legazpi a ¨²ltima hora de la tarde report¨® 988 pesetas, por ejemplo. La recaudaci¨®n media por vag¨®n suele ser de 200 y pico pelas en calderilla. Aunque no se inmutaron tres punkis muy sucios, ni tres malos de barrio, ni los hombres maduros. Ni unas se?oras todo pieles, que se relataban, por el barrio de Salamanca, lo mucho que hab¨ªan comprado. Ni siquiera la chica que viajaba en la l¨ªnea 6 entre Legazpi y Pac¨ªfico:
-?Sabes d¨®nde puedes desengancharte y no cuesta un duro? En el Ram¨®n y Cajal.
-Ya he ido, pero hay lista de espera, -aventur¨® la mendiga.
-Pues a esperar -dijo, y devolvi¨® el papel de vac¨ªo.
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