La televisi¨®n produce violencia, Pasividad, y pesadillas en los ni?os, seg¨²n un estudio
Ni?os y ancianos son considerados como poblaci¨®n de riesgo en terminolog¨ªa m¨¦dica. Lo mismo estiman los soci¨®logos y psic¨®logos en relaci¨®n con el consumo de im¨¢genes televisivas. Los ni?os espa?oles ven unas 16 horas semanales de televisi¨®n -casi tantas como las horas lectivas de cualquier colegio- y, como consecuencia de ello, registran un emprobrecimiento de la comunicaci¨®n familiar y un aumento de la violencia verbal y f¨ªsica, al tiempo que ven potenciadas sus pesadillas, la conducta -imitativa y la pasividad. En la otra poblaci¨®n de riesgo, los ancianos, la televisi¨®n produce da?os progresivos en sus capacidades intelectuales y psicol¨®gicas al tiempo que refuerza la demencia senil.
El m¨¦dico Rafael Gonz¨¢lez M¨¢s, presidente de la Sociedad Europea de Biosociolog¨ªa (SEBS), no quiere lanzar un mensaje demasiado alarmista en torno a estos datos, pero estima que hay que tenerlos muy en cuenta. El organismo que ¨¦l preside acaba de realizar varios estudios sobre la influencia de la televisi¨®n en las conductas de los ni?os y los ancianos en Espa?a, y ha relacionado sus resultados con otros estudios similares de la Comunidad Europea y de Estados Unidos.Los ni?os espa?oles (entre 3
10 a?os) consumen un tiempo semanal medio de contemplaci¨®n de la televisi¨®n de 16 horas, dos horas m¨¢s que la media ?le los pa¨ªses de la CE y seis horas m¨¢s que el tiempo que consum¨ªan quienes eran ni?os espa?oles en 1976, y que ahora, a sus 18 y 25 a?os, podr¨ªan tener hijos casi en la edad de consumir televisi¨®n.
Los ni?os prefieren en 1991 para ver la televisi¨®n los tiempos dedicados a las comidas (el 57% de los que la ven), mientras que en 1976 la ve¨ªa predoiniiinantemente durante las comidas el 43%. En la CE mantienen esta actitud el 54%. Por otra parte, el 18% de los encuestados mantiene el televisor encendido todo el d¨ªa (el 16% de europeos hace lo mismo), mientras que hace 15 a?os lo manten¨ªan permanentemente encendido el 11 %.
?Cu¨¢les son las consecuencias de todo ello? "Estos ¨ªndices estad¨ªsticos no hacen sino mostirar una cara negativa de la televisi¨®n", se?ala Gonz¨¢lez M¨¢s, porque se produce un emprobrecimiento de la comunicaci¨®n familiar (un 17%, mientras que en 1976 era el 6%), un aumento de la violencia verbal e incluso f¨ªsica (un 20% frente a un 8% hace 15 a?os), el registro de pesadillas, pasividad y conducta imitativa (un 11 %), la atenci¨®n a los anuncios (un 54%) o la solicitud de productos anunciados (un 42%).
'Tos estudios realizados con la ayuda de la c¨¢tedra de Psicolog¨ªa de la Universidad de Buffalo, en Estados Unidos, indican que los observadores m¨¢s intensos de televisi¨®n se encuentran entre la poblaci¨®n preescolar y en familias con padres con bajo nivel educativo que no suelen discutir los contenidos educativos con los hijos", dice el presidente de la SEBS.
El hecho de que muchos ni?os contemplen escenas de violencia sin ning¨²n tipo de control por parte de los padres parece que influye en su conducta posterior, sobre todo si se trata de ni?os inmaduros, seg¨²n los ¨²ltimos estudios longitudinales de conducta. "Aunque diversos autores dudan de los efectos inmediatos de la televisi¨®n sobre la conducta violenta", se?ala Gonz¨¢lez M¨¢s, "es evidente que, con el paso del tiempo, se muestra alg¨²n tipo de relaci¨®n".
Los expertos en b¨ªosociolog¨ªa han constatado que los ni?¨ªos que tienen padres de un nivel de bachiller superior observan menos la televisi¨®n que aquellos cuyos padres s¨®lo alcanzan el nivel de graduado escolar. Y es todav¨ªa menor el consumo televisivo entre ni?os con padres que han cursado una carrera universitaria. Resulta especialmente relevante el nivel educativo de los padres a la hora de tener el televisor encendido indiscriminadamente y durante las comidas. Las familias de baja- preparaci¨®n cultural acostumbran m¨¢s a ver la televisi¨®n mientras comen.
Por otra parte, cuando los padres son coespectadores de televisi¨®n con sus hijos, ¨¦stos ven muchos menos programas violentos y manifiestan menor tendencia violenta. Cuando los padres acompa?an a sus hijos en prestar atenci¨®n al televisor, el ¨ªndice de influencia desciende del 20% al 9%.
El estudio no ha podido establecer la relaci¨®n, por ejemplo, entre la salud de los ni?os y el ¨ªndice de solicitud de los productos anunciados. En Estados Unidos, los ni?os reciben unos 22.000 mensajes comerciales al a?o, a trav¨¦s de la televisi¨®n, sobre comidas o juguetes, y se ha establecido una clara relaci¨®n entre obesidad infantil, grado de colesterol y consumo de mensajes televisivos.
La 'caja tonta' agrava la demencia senil
El visitante de un centro geri¨¢trico espa?ol se encuentra invariablemente con el siguiente escenario: decenas de ancianos dormitan o musitan en voz baja sentados en el gran sal¨®n de la televisi¨®n, mientras el receptor permanece encendido, frecuentemente sin sonido. Detr¨¢s de esta apacible escena se esconde un proceso de agravarniento de la demencia senil.Estudios experimentales de la Sociedad Europea de Biosociolog¨ªa (SEBS) sobre "la exposici¨®n de la tercera edad (personas de 65 a 90 a?os) a la televisi¨®n" muestran que en los ancianos no m¨®viles y que est¨¢n sornetidos a una actividad televisiva como casi la ¨²nica posibilidad de comunicaci¨®n con el mundo se producen da?os progresivos en sus capacidades intelectuales y psicol¨®gicas en comparaci¨®n con grupos similares que oyen radio, leen o hablan por tel¨¦fono frecuentemente. Los afectados muestran desorientaci¨®n autops¨ªquica, distorsi¨®n del sentido de realidad, bradifrenia (lentitud anormal de las funciones intelectuales y afectivas), p¨¦rdida de la comunicaci¨®n, d¨¦ficit sensorial, disminuci¨®n de la memoria verbal, modificaci¨®n de los ritmos del sue?o (aparece fragmentaci¨®n del sue?o, fases de duermevela diurna e insomnio o sue?o superficial nocturno) y disminuci¨®n de la atenci¨®n e iniciativa. Todos estas caracter¨ªsticas son un signo de un proces¨® acelerado de demenciaci¨®n.
Para el presidente de la SEBS, Rafael Gonz¨¢lez M¨¢s, la televisi¨®n, como elemento de estimulaci¨®n polisensorial, presenta numerosas limitaciones y riesgos cuando se aplica sobre todo a las personas mayores, poblaci¨®n humana que tiene dificultades para utilizar positivamente tales est¨ªmulos. El subgrupo m¨¢s afectado es el de los ancianos institucionalizados (residencias, casas de reposo, hospitales, asilos, domicilios marginadores ... ) en los que la principal posibilidad de distracci¨®n se basa en la contemplaci¨®n del televisor ya sea en solitario o de forma colectiva.
Escuchar y ver im¨¢genes se ha convertido, seg¨²n los ¨²ltimos estudios, en un fracaso perceptivo para las personas mayores, mientras que los m¨¢ximos rendimientos se registran en el proceso de escucha y lectura. La radio y la lectura, utilizadas personalmente, constituyen, a juicio del presidente de la SEBS, un elemento positivo de activaci¨®n mental, lo cual no suele ocurrir con la televisi¨®n.
Por otra parte la televisi¨®n supone un bloqueo del movimiento. El anciano permanece ante el televisor sentado, con el tronco y el cuello inm¨®vil y con el campo visual constreffido, mientras que sus canales de percepci¨®n audiovisuales reciben est¨ªmulos que no pueden analizarse ni acoplarse con sufienciente coherencia. Es normal que la reacci¨®n del anciano a este c¨²mulo de dificultades sea la del sue?o o el aislamiento.
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