La necesidad urgente de una reforma sanitaria
La sanidad espa?ola est¨¢ enferma. En una encuesta reciente sobre el grado de satisfacci¨®n o insatisfacci¨®n de las poblaciones canadiense, holandesa, francesa, australiana, sueca, japonesa, brit¨¢nica, italiana y estadounidense, s¨®lo los estadounidenses e italianos estaban m¨¢s insatisfechos con su sistema sanitario que los espa?oles. Los espa?oles desean una reforma profunda de su sistema sanitario.Recientemente la comisi¨®n Abril Martorell establecida a fin de analizar la situaci¨®n de la sanidad. espa?ola, hizo una serie de recomendaciones que en su mayor parte representaban los puntos de vista de los miembros de la comisi¨®n. ?stos se apoyaron en teor¨ªa, aunque no siempre en la pr¨¢ctica, en los trabajos de las subcomisiones de expertos. Sin embargo, la comisi¨®n no hizo un balance equilibrado de la evidencia cient¨ªfica existente en la bibliograf¨ªa internacional. La comisi¨®n reproduce las posturas neoliberales de sus miembros e ignora la gran cantidad de evidencia cient¨ªfica. que cuestiona los supuestos que gu¨ªan sus recomendaciones. Por ejemplo, la comisi¨®n interpreta que el gran gasto en farmacia de la sanidad espa?ola (uno de los m¨¢s altos hoy en Europa) se debe, en buena medida, a la gran demanda de f¨¢rmacos por parte de la poblaci¨®n. Esta conclusi¨®n presupone que en el sector sanitario el paciente es quien determina la oferta, un supuesto que la experiencia internacional y nacional muestra ser err¨®nea. Quien escoge el tipo de tratamiento, el tipo de f¨¢rmaco y, en definitiva, el consumo del paciente, es el m¨¦dico. Sin embargo, este: m¨¦dico est¨¢ sometido a un bombardeo publicitario constante por parte de la industria farmac¨¦utica, que financia a la gran mayor¨ªa de las revistas m¨¦dicas en Espa?a, las cuales controlan en su mayor parte la informaci¨®n que los m¨¦dicos reciben. Tambi¨¦n este mismo m¨¦dico est¨¢ trabajando en unas condiciones masificadas que facilitan el consumo indiscriminado de f¨¢rmacos.
EI excesivo gasto farmac¨¦utico se explica, por tanto, no por el deseo de consumir m¨¢s f¨¢rmacos por parte del paciente, sino por el enorme poder que la industria farmac¨¦utica tiene sobre la oferta. La comisi¨®n, sin embargo, intenta disminuir la demanda penalizando al paciente haci¨¦ndole pagar m¨¢s, evitando, en cambio, enfrentarse a los poderosos intereses creados en la sanidad espa?ola, entre los cuales se halla la industria farmac¨¦utica. La comisi¨®n ignora experiencias bien documentadas en la literatura cient¨ªfica, que podr¨ªan tener un impacto mucho mayor en la reducci¨®n del gasto farmac¨¦utico en comparaci¨®n con el sistema de copago por parte del paciente, tales como la utilizaci¨®n por parte del Sistema Nacional de Salud (SNS) de productos farmac¨¦uticos gen¨¦ricos en lugar de comerciales y eliminaci¨®n en el formulario de los productos de eficacia poco probada.
La industria farmac¨¦utica -que cuenta con un enorme poder pol¨ªtico- se ha opuesto por todos los medios a la introducci¨®n de productos gen¨¦ricos y a la eliminaci¨®n del formulario p¨²blico de los productos de dudosa eficacia porque mermar¨ªan considerablemente unos beneficios econ¨®micos que se sit¨²an entre los m¨¢s altos dentro de la econom¨ªa espa?ola. La comisi¨®n tambi¨¦n intenta disminuir la demanda de servicios sanitarios, penalizando a la poblaci¨®n al exigirle el pago de un ticket moderador, cuando en realidad las estad¨ªsticas internacionales muestran que la utilizaci¨®n de servicios sanitarios es menor en Espa?a que en la mayor¨ªa de pa¨ªses del resto de Europa. El n¨²mero de visitas al m¨¦dico general y al especialista por habitante y a?o es de 4,2 en Espa?a, comparado con 10,8 en Alemania, 7,8 en Francia, 7,4 en B¨¦lgica, 6,5 en Irlanda, 5,2 en Holanda y 5,2 en el Reino Unido. El n¨²mero de admisiones hospitalarias por 160 habitantes es casi la mitad que el de la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos. El incremento en el pago por parte de la poblaci¨®n disminuir¨¢ todav¨ªa m¨¢s este consumo, afectando sobre todo a las poblaciones vulnerables como ancianos, enfermos cr¨®nicos e incapacitados.
El justo rechazo de la filosof¨ªa neoliberal que gu¨ªa ¨¦sta y otras recomendaciones de la comisi¨®n Abril Martorell no debe leerse como la oposici¨®n popular a una necesaria reforma sanitaria que el pueblo espa?ol est¨¢ pidiendo.
El enorme peligro que actualmente existe en Espa?a es que el l¨®gico rechazo al informe Abril Martorell -la gran mayor¨ªa del pueblo espa?ol no es neoliberal- paralice dicha reforma. No debe, pues, identificarse la comisi¨®n Martorell con la reforma, sino solamente con una versi¨®n de la reforma sanitaria que reproduce una posici¨®n pol¨ªtica hoy d¨ªa minoritaria. Los representantes pol¨ªticos del pueblo espa?ol deber¨ªan concienciarse de la gran insatisfacci¨®n del pueblo ante la sanidad espa?ola liderando una profunda reforma, de su sistema sanitario. En la encuesta citada anteriormente, la gran mayor¨ªa del pueblo espa?ol manifiesta desear no s¨®lo una reforma profunda en el sector sanitario, sino un gasto sanitario p¨²blico mayor. Para la poblaci¨®n espa?ola, ning¨²n otro gasto p¨²blico es m¨¢s prioritario que el gasto sanitario.
Cambios profundos
Una reforma sanitaria profunda que tuviera como objetivo principal el atender a las necesidades del usuario deber¨ªa incluir:
a) El establecimiento de empresas p¨²blicas (`public holdings') a nivel estatal, auton¨®mico, regional e institucional (como hospitales).
b) La dedicaci¨®n exclusiva, incompatible con la privada, de todo el personal sanitario, incluyendo los m¨¦dicos yJefes de servicio hospitalarios. Aunque la mayor¨ªa de los m¨¦dicos hospitalarios se hallan en tal tipo de dedicaci¨®n, ¨¦ste no es el caso de muchos de los jefes de servicio; es decir, quienes marcan la pauta de productividad en el sector. El hecho de que gran parte de los hospitales p¨²blicos o casi p¨²blicos est¨¦n infrautilizados (con pleno funcionamiento por las ma?anas y escaso por las tardes) se debe en parte a que los jefes de servicio est¨¢n atendiendo a la privada. De esta forma, ¨¦sta se beneficia de la subutilizaci¨®n de la medicina p¨²blica. As¨ª, por ejemplo, al mismo paciente que debe ser intervenido quir¨²rgicamente, a quien se le dice que debe esperar un a?o en el sector p¨²blico, se le dice que puede operarse mucho antes si lo hace en la privada, y adem¨¢s por el mismo m¨¦dico. La existencia de largas listas de espera es una de las mayores causas de insatisfacci¨®n de la poblaci¨®n hacia la sanidad p¨²blica. El incremento de la productividad del sector p¨²blico requiere, entre otros factores, la exclusividad profesional por parte de todo el personal sanitario p¨²blico, incluyendo a los jefes de servicio.
c) Potenciar el sector sanitario p¨²blico, incrementando sus recursos. El gasto per c¨¢pita en el sector privado es superior al gasto existente en el sector p¨²blico. La recomendaci¨®n de la comisi¨®n Abril Martorell de ampliar los conciertos con el sector privado, podr¨ªa acentuar la diferencia de consumo entre el sector p¨²blico y el privado, empobreciendo todav¨ªa m¨¢s al sector p¨²blico. Lo que se precisa es justo lo contrario. Potenciar m¨¢s el sector p¨²blico con un mayor aumento del gasto gubernamental yendo a este sector. Espa?a tiene un gasto sanitario p¨²blico muy por debajo del que le corresponde a su nivel de desarrollo. Espa?a, en 1987, gast¨® en el sector sanitario p¨²blico s¨®lo el 4,3% del PIB, comparado con el 5,3% en el Reino Unido, el 6,7% en Francia, el 6,3% en Alemania, el 5,4% en Italia y el 8,4% en Suecia. Igual pobreza de recursos aparece en el ¨¢rea de recursos humanos. El n¨²mero de personal sanitario por cama en Espa?a, por ejemplo, es s¨®lo de 1,58 por cama hospitalaria, muy por debajo de otros pa¨ªses de la OCDE. En comparaci¨®n, EE UU tiene 2,7 trabajadores sanitarios por cama; Canada, 2,31; Reino Unido y Dinamarca, 2,30; Nueva Zelanda, 2,89, etc¨¦tera. Esta escasez de recursos, junto con las razones enunciadas anteriormente, explican la menor eficacia del sistema sanitario espa?ol comparado con otros sistemas. Por ejemplo, el tiempo promedio de estancia de una operaci¨®n de cataratas en Espa?a es de 9,32 d¨ªas comparado con s¨®lo 1,7 d¨ªas en EE UU, y 3 d¨ªas en el Reino Unido.
Otra consecuencia del bajo gasto sanitario p¨²blico es la escasa sensibilidad del sistema respecto al usuario. El 55% de visitas al m¨¦dico tienen una duraci¨®n inferior a los 10 minutos, un tiempo a todas luces insuficiente para visitar a un paciente. Menor grado de insatisfacci¨®n existe en la atenci¨®n hospitalaria en la que las causas m¨¢s frecuentes de quejas son la comida, el n¨²mero de pacientes compartiendo habitaciones y las condiciones de deterioro de los edificios.
La comisi¨®n Abril Martorell justifica este bajo gasto sanitario indicando que el nivel del gasto sanitario depende del nivel de desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs. Este punto de vista asume que la causa del bajo gasto sanitario en Espa?a, as¨ª como el de Grecia y Portugal, se debe a su menor nivel de desarrollo. La comisi¨®n ignora que el bajo gasto sanitario es causa m¨¢s que consecuencia del menor desarrollo econ¨®mico de estos pa¨ªses entre los que se incluye Espa?a. Estos pa¨ªses sufrieron reg¨ªmenes totalitarios ultra conservadores de car¨¢cter represivo contra las clases trabajadoras y las clases populares. Todos ellos se caracterizaron por tener Estados represivos fuertes y Estados socia les o de bienestar d¨¦biles. Los gas tos de educaci¨®n, sanidad, transporte y otras infraestructuras fue ron muy bajos impidiendo y obstaculizando su desarrollo social y econ¨®mico. No hay que olvidar que poseer un Estado de bienestar es una inversi¨®n, adem¨¢s de un consumo. Aunque esta situaci¨®n se est¨¢ corrigiendo desde el establecimiento de la democracia, Espa?a todav¨ªa est¨¢ muy por detr¨¢s de otros pa¨ªses en el desarrollo del Estado de bienestar, una situaci¨®n que, al contrario de lo que mantienen las tesis neoliberales, est¨¢ dificultando en lugar de favoreciendo el desarrollo econ¨®mico de Espa?a.
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