Cr¨®nica diaria de una negociadora del FMLN
Se han pasado a?o y medio recorriendo un sinfin de hoteles del continente americano en una vida errante, lejos de sus familias, que les ha obligado a cruzar de Nueva York a Caracas o de M¨¦xico a Costa Rica, o incluso hasta Ginebra. Estuvieron haciendo y deshaciendo las maletas en cuesti¨®n de minutos para trasladarse de un pa¨ªs a otro, sin hogar fijo, sin otra pasi¨®n que firmar la paz de una guerra que ha causado m¨¢s de 75.000 muertos en 12 a?os.Ellos son los hombres y mujeres del equipo del Frente Farabundo Mart¨ª de Liberaci¨®n Nacional (FMLN) que particip¨® en las negociaciones, entre los que figuraba la comandante Mar¨ªa Marta Valladares, que con la tambi¨¦n comandante Ana Guadalupe Mart¨ªnez constitu¨ªa la ¨²nica representaci¨®n femenina del grupo. Valladares asegura que "el odio no estaba individualizado" en esta guerra que enfrent¨® a los salvadore?os, por lo que la relaci¨®n con los negociadores de la parte gubernamental, entre los que figuraba un coronel del Ej¨¦rcito, no impidi¨® la comunicaci¨®n y la cordialidad.
En San Miguel de Allende (M¨¦xico), donde se celebr¨® una (le las fases ¨²ltimas de las conversaciones, miembros del FMLN y del Gobierno salvadore?o resid¨ªan en el mismo hotel. Sol¨ªan almorzar juntos, pero en mesas separadas, y se saludaban con cortes¨ªa fuera de las conversaciones. "Nunca nos hemos insultado en todos estos meses y siempre ha habido una relaci¨®n de igualdad de derechos, jam¨¢s de patr¨®n a obrero", afirma Valladares.
En Costa Rica se oficiaban misas rogatorias por la paz, y las dos delegaciones, aunque se paradas, acud¨ªan a la misma iglesia. Y cuando se celebraba el cumplea?os de alguno de los mediadores de la ONU, las dos partes, tambi¨¦n por separado, coincid¨ªan en la fiesta y participaban con sus respectivos rega los, lo que terminaba con un brindis general. "Los cumplea?os", comenta Valladares, "han supuesto para nosotros un escape para encontramos con nosotros mismos, porque son acontecimientos excepcionales que ayudan a seguir adelante. Ellos no participaban en las fiestas, pero s¨ª nos f¨¦licitaban". "Yo necesitaba diariamente dar un paseo por la ciudad donde estaba antes de iniciar las conversaciones del d¨ªa, y luego, a mediod¨ªa, quedarme un rato al aire libre tomando el sol. A veces pon¨ªa un casete en la habitaci¨®n del hotel y bailaba sola salsa o rock. Era como un ejercicio y una preparaci¨®n para las duras horas de la negociaci¨®n", a?ade.
El comandante Shafik Handal ten¨ªa siempre en su habitaci¨®n una bicicleta, y la utilizaba para mantenerse bien f¨ªsicamente porque fue operado de coraz¨®n hace unos a?os, mientras que la comandante Ana Guadalupe se refugiaba en los paseos o en la lectura para estar despejada y poder afrontar las sesiones de trabajo, con discusiones profundas, agotadoras, hasta de 10 horas al d¨ªa.
"La metodolog¨ªa de las conversaciones era directa, a trav¨¦s del intermediario o pendular, y a veces manten¨ªamos sesiones exploratorias en la ONU", confiesa Valladares. "El almuerzo o la cena constitu¨ªan tambi¨¦n un momento excepcional porque nos reun¨ªamos en grupo, ellos por un lado y nosotros por otro, pero en el mismo comedor. Eran los ¨²nicos momentos del d¨ªa en que pod¨ªamos re¨ªrnos".
Valladares se encuentra separada de su hijo, que reside en Suecia desde hace 10 a?os, aunque habla con ¨¦l frecuentemente por tel¨¦fono o aprovecha alguno de sus viajes a Europa para verlo. A Ana Guadalupe le pasa lo mismo con sus hijos, a los que tiene en Nicaragua.
"Yo fui capturada en octubre de 1985 y luego canjeada por la hija de Napole¨®n Duarte. Mi captor, un cubano norteamericano llamado F¨¦lix Rodr¨ªguez, escribi¨® un libro contando c¨®mo ca¨ª en sus manos y yo escrib¨ª otro en la c¨¢rcel que titul¨¦ Nunca estuve sola. Los dos nos hemos le¨ªdo", concluye la comandante Valladares.
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