Denuncias imposibles
Querellas disparatadas que se tramitan en un juzgado de guardia
"He nacido en la c¨¢rcel de M¨¢laga y quiero volver a ella, pero no me dejan porque no tengo penas pendientes". Eduardo T. S., de 72 a?os, se sent¨ªa impotente y vio en el juez de guardia una posible soluci¨®n a su deseo. El pasado 4 de diciembre se present¨® en el juzgado y, de camino, decidi¨® presentar una denuncia contra el secretario de Estado de Instituciones Penitenciarias, Antoni Asunci¨®n.
Un funcionario de los juzgados de la plaza de Castilla empez¨® hace unos meses a coleccionar denuncias disparatadas. No descarta publicarlas alg¨²n d¨ªa, aunque reconoce que algunas proceden de gente "que est¨¢ tocada de la cabeza".Eduardo acudi¨® al juzgado de guardia convencido de que la ¨²nica persona que pod¨ªa acordar su internamiento en prisi¨®n era el juez de guardia. Su apego a la c¨¢rcel era tal que incluso dec¨ªa vivir "a las puertas de Carabanchel". Al menos, as¨ª lo recogi¨® el funcionario que transcribi¨® la denuncia. El juez, como otras tantas, la archiv¨® sobre la marcha.
Eduardo fundament¨® la denuncia contra Asunci¨®n en que ¨¦ste hab¨ªa hecho caso omiso a las "reiteradas peticiones" que le hab¨ªa formulado para que "separara a los presos de ETA de los comunes". "La mayor¨ªa de las muertes que se producen en la prisi¨®n de Sevilla", alegaba, "y la conflictividad en las prisiones se deben a eso".
La del 4 de diciembre no fue, sin embargo, la primera visita de Eduardo al juzgado de guardia. Tampoco era la primera vez que denunciaba por alguna cosa al m¨¢ximo responsable penitenciario. De hecho, esta ¨²ltima denuncia se hizo, explic¨® al funcionario que transcrib¨ªa la queja, "porque no tengo conocimiento del resultado de la anterior"
Confesiones
Otra de las denuncias que el juez archiv¨®, por absurda, data de hace tan s¨®lo varias semanas. Era un d¨ªa festivo, especialmente tranquilo. En medio del sosiego, una anciana lleg¨® al juzgado quej¨¢ndose del cura de su parroquia y con la intenci¨®n de denunciarlo por inmoral. La anciana aseguraba que el sacerdote se excitaba cuando ella se confesaba.Muchas veces, los denunciantes no abandonan el juzgado hasta que el funcionario escribe a m¨¢quina las cuitas que le cuenta el justiciable. En el caso de la anciana, lograron convencerla de que no era necesario tal requisito.
Estanislao G. M. es una persona asidua en el juzgado de guardia. Ya le han archivado varias querellas. El 28 de septiembre de 1989 lleg¨® al juzgado diciendo que era el pnirner candidato a la presidencia de la "tercera rep¨²blica federal y socialista espa?ola". Su idea era querellarse contra un juez de Madrid, porque, seg¨²n expuso, "ha archivado antes de tiempo una denuncia que present¨¦ el 21 de septiembre de 1989", contra Izquierda Unida (IU), porque sus dirigentes dijeron que incluir¨ªan en el programa electoral "la legalizaci¨®n de la droga".
"Si [los responsables de IU] incluyen [finalmente] ese punto en su programa", argument¨® entonces al juez, "que lo defiendan encarcelados".
Julia C. C., agobiada por la m¨²sica del piano de un vecino, -"era imposible soportarlo m¨¢s", explic¨®-, acudi¨® a la plaza de Castilla. Explic¨® que una de las tortuosas noches de insomnio que sufri¨® a causa del piano llam¨® a la polic¨ªa municipal "para que mediara", al menos, dec¨ªa, "mientras surt¨ªan efecto los analg¨¦sicos".
Jos¨¦ Manuel se present¨® en el juzgado de guardia como abogado y dec¨ªa estar cansado de recibir amenazas de personas que, seg¨²n ¨¦l, no hacen m¨¢s que decirle: "Castigado a comer s¨®lo coca¨ªna".
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