Un gran trampa
Aunque el Palau Robert sea "capaz de adaptarse a las transformaciones m¨¢s diversas", seg¨²n el propio consejero de Cultura, el que una exposici¨®n pretendidamente antol¨®gica del pintor Modest Cuixart (Barcelona, 1925) se celebre ah¨ª en vez de formar parte de la programaci¨®n de centros dedicados a tales menesteres, ya aportatastantes datos sobre los motivos de fondo que impulsan a montar dicha exposici¨®n en un lugar en el que predominan las muestras propagand¨ªsticas institucionales, y que dista mucho de ser un buen lugar para exponer arte.Al hecho, ya de por s¨ª harto significativo, de que parece que nadie, salvo las m¨¢s altas instancias de la Generalitat, haya querido hacerse cargo de organizar una exposici¨®n antol¨®gica de Cuixart, se suma la constataci¨®n de que nos hallamos ante una muestra que no s¨®lo no es antol¨®gica -en el sentido habitual y profesional del t¨¦rmino-, sino que adem¨¢s contiene unas m¨¢s que considerables trampas cronol¨®gicas y estil¨ªsticas h¨¢bilmente perge?adas para ofrecer esencialmente una determinada ?magen vanguardista del pintor, en detrimento de otros momentos -casi todos los dem¨¢s, por cierto- de feroz manierisrno o de imp¨²dica comercialidad. Esta exposici¨®n, sin embargo, s¨ª puede conducirnos a reflexionar acerca de las trayectorias de algunos artistas que, pasados unosinicios plenamente interesantes y renovadores, terminan por renunciar y sucumbir ante el consumo del mercado y el peor gusto de determinadas clases dirigentes a las cuales acabada por dirigirse casi exclusivamente su obra.
Modest Cuixart
Palau Robert. Barcelona. Hasta finales de enero.
Durante los ¨²ltimos a?os, se ha reconocido c¨®mo el trabajo de Cuixart fue realmente destacable en los momentos hist¨®ricos del grupo Dau al Set. A principios de los a?os sesenta, los cuadros con mu?ecas mutiladas ofrec¨ªan una visi¨®n terrible y negra, como una versi¨®n tr¨¢gica de un pop art sin alegr¨ªa consumista alguna. Ya a finales de los sesenta, y tras de intentos mat¨¦ricos nada afortunados, la trayectoria de Cuixart se adentra en el v¨¦rtigo de una producci¨®n amanerada caracterizada por sus cabezas de mujeres, que proliferaron hasta l¨ªmites inconcebibles.
La antol¨®gica del pintor nos muestra s¨®lo unos pocos ejemplares de este tipo de obras, para incorporar hasta la saciedad trabajos pertenecientes a los a?os cincuenta, de los cuales s¨®lo la mitad constituyen aut¨¦nticas muestras de la consistencia discursiva de aquellos momentos: lo dem¨¢s se queda en pura an¨¦cdota y en repeticiones irrelevantes. Sin embargo, la exposici¨®n se cierra con una gran cantidad de obras fechadas en 1991, cuando de la serie de las mu?ecas mutiladas, por ejemplo, aparecen tambi¨¦n unos pocos ejemplares, y no los mejores. Se ha querido lavar la cara a una trayectoria sin inte r¨¦s desde casi treinta a?os. Lo dem¨¢s queda para satisfacer o revalorizar a los propietarios de su obra posterior y a los organizadores de tama?a trampa.
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