El temor a Quayle
En los c¨ªrculos pol¨ªticos norteamericanos cobr¨® sentido de repente la serie de siete art¨ªculos sobre el vicepresidente Dan Quayle, de 44 a?os, que el influyente diario The Washington Post viene publicando cada d¨ªa en primera p¨¢gina desde el pasado domingo. Esos reportajes tratan de romper la imagen de Quayle como un pol¨ªtico incapaz y torpe, y lo presentan como un hombre ambicioso, responsable y trabajador.Desde su aparici¨®n, la serie, firmada por Bob Woodward -uno de los reporteros que destap¨® el esc¨¢ndalo Watergate-, hab¨ªa suscitado rumores entre los observadores, pero casi todos coincid¨ªan en que, pese a todos los esfuerzos, la imagen de Quayle es irrecuperable.
Es muy dificil acabar en unos meses con la fama que el vicepresidente se ha ganado en cuatro a?os de gesti¨®n, durante los que ha sido el protagonista de la mayor¨ªa de los chistes pol¨ªticos en Estados Unidos. No es que no haya tenido oportunidades para el lucimiento -Quayle ha visitado 42 pa¨ªses desde su elecci¨®n-, sino que en todas ellas ha fracasado, rozando a veces el rid¨ªculo.
Su designaci¨®n como n¨²mero dos de la candidatura republicana en 1988 fue ya no s¨®lo una sorpresa, sino un obst¨¢culo en el camino de Bush hacia la Casa Blanca. En aquel momento, Bush se vio obligado a elegir a Quayle despu¨¦s de haber descartado a las principales figuras de su partido, que entonces parec¨ªan hacerle sombra.
Cuatro a?os m¨¢s tarde, Bush est¨¢ decidido a volver a incluir a su vicepresidente en su candidatura, a pesar del desprestigio acumulado por Quayle. Esto no parec¨ªa grave hace seis meses, cuando Bush caminaba firmemente hacia su segundo mandato. Pero las cosas han cambiado ahora. El propio presidente ha perdido popularidad por culpa de la situaci¨®n econ¨®mica. Por otra parte, preocupados por la salud del presidente, los norteamericanos prestar¨¢n ahora mucha atenci¨®n al nombre de la persona que est¨¢ llamada a ocupar la jefatura del Estado en el caso de que Bush tuviera que abandonar sus funciones.
La opci¨®n dem¨®crata
En las circunstancias actuales, Quayle no estar¨¢ Incluido en la candidatura ¨²nicamente como vicepresidente, sino como posible presidente, lo que, con toda probabilidad, pone los pelos de punta a, muchos electores norteamericanos. La oposici¨®n dem¨®crata sabe esto, y a buen seguro lo explotar¨¢ a fondo durante la Campa?a. Ya se comentaba hace meses con iron¨ªa que la ¨²nica candidatura que podria mejorar la de Bush-Quayle ser¨ªa la de Bush con cualquiera de los actuales aspirantes de la oposici¨®n.
Tambi¨¦n entre los republicanos esto es tema de preocupaci¨®n. Con Bush sano, los potenciales candidatos de ese partido pod¨ªan esperar hasta 1996 para plantear batalla a Quayle, pero hoy todos tienen miedo de que el vicepresidente pueda encontrarse de rebote con la presidencia en la pr¨®xima legislatura.
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