Muerte de un Estado
HERMANN TERTSCH ENVIADO ESPECIAL Los primeros reconocimientos internacionales de Croacia y Eslovenia que empiezan a producirse suponen de hecho la muerte de un Estado, la Rep¨²blica Federativa de Yugoslavia, cuya agon¨ªa comenz¨® con la muerte en 1980 de su fundador y l¨ªder indiscutido, el partisano, comunista y estadista Josip Broz, m¨¢s conocido por su nombre de guerra: Tito. La nueva Yugoslavia, nacida en los montes de Bosnia en 1943, con gran parte de su futuro territorio a¨²n ocupado por el invasor alem¨¢n, tuvo un origen heroico y lleno de ideales que contrasta dram¨¢ticamente con su fin, envuelto en violencia y odio.
La Yugoslavia de Tito fue un intento, de crear un Estado com¨²n para un grupo de naciones, en su mayor¨ªa eslavas, que hab¨ªan vivido durante siglos bajo dominaciones diferentes y enfrentadas. Adem¨¢s, despu¨¦s de la victoria en 1945 y tras una colectivizaci¨®n implacable, el r¨¦gimen de Tito, libre de la tutor¨ªa de Mosc¨² desde 1948, fue una esperanza para la izquierda necesitada de una tercera v¨ªa entre el capitalismo y el bolchevismo. Fue mimada por el Este y el Oeste en la guerra fr¨ªa, respetada como l¨ªder del Movimiento de los No Alineados y dirigida por un hombre extraordinario al que ni sus peores enemigos negaban la val¨ªa.
Pero cuando Tito muri¨®, Yugoslavia ya era un Estado carcomido por una autogesti¨®n fracasada, una corrupci¨®n rampante, agravios comparativos entre las etnias, y unos dirigentes que de valientes idealistas en la guerrilla antifascista hab¨ªan devenido en ancianos dogm¨¢ticos o simples usurpadores de privilegios.
Llega Milosevic
Entonces irrumpi¨® en la escena pol¨ªtica en Belgrado un brillante orador, un comunista distinto e independiente, un "drugo Tito" (el segundo Tito), pero adem¨¢s serbio. Se llamaba Slobodan Milosevic. Era en 1986. Cinco a?os despu¨¦s habr¨ªa de convertirse en el gran disgregador que hizo separatistas a todos los dem¨¢s pueblos de la federaci¨®n.
Milosevic lleg¨® al poder a caballo de una ret¨®rica comunista y nacionalista. Prometi¨® acabar con el "genocidio" del que, seg¨²n ¨¦l, eran v¨ªctimas los serbios bajo la mayor¨ªa albanesa en Kosovo. Su cruzada serbia contra el poder aut¨®nomo en Kosovo. fue implacable. En poco m¨¢s de dos a?os liquid¨® todos los ¨®rganos de poder de los albaneses y acab¨® con todo disenso en el r¨¦gimen serbio. Derrib¨® con manifestaciones organizadas a los Parlamentos y Gobiernos en Vojvodina y Montenegro.
Despu¨¦s declar¨® la guerra econ¨®mica a Esloven¨ªa y se ali¨® con el Ej¨¦rcito, cupo mando cada vez ve¨ªa con mayor temor la descomposici¨®n del socialismo real en el Pacto de Varsovia. La desaparici¨®n del comunismo dejaba a los militares sin su ¨²ltimo motivo de existencia -la amenaza del enemigo exterior-, y con la Liga Comunista desaparec¨ªa el ¨²ltimo factor integrador panyugoslavo.
Las elecciones democr¨¢ticas en Eslovenia y Croacia llevaron al poder a fuerzas anticomunistas, mientras en Serbia -como en Ruman¨ªa, en Bulgaria o en Montenegro- los comunistas rebautizados lograban bajo Milosevic reafirmar su poder. La fisura entr¨¦ los Balcanes y Centroeuropa fraccionaba definitivamente Yugoslavia.
Eslovenia y Croacia piden entonces una confederaci¨®n de Estados independientes y chocan con los o¨ªdos sordos tanto de Milosevic como de la comunidad internacional, que teme m¨¢s el fraccionamiento de la federaci¨®n que el proyecto totalitario del presidente serbio. Zagreb y Liubliana proclaman la independencia el 25 de junio. Milosevic llama entonces a la rebeli¨®n de los serbios en Croacia.
Estalla la guerra en Eslovenia y seguidamente en Croacia. Tras la derrota del Ej¨¦rcito en Eslovenia, Belgrado renuncia a la integridad territorial yugoslava y se lanza a la conquista de la miniyugoslavia o Panserbia, y ocupa un tercio de Croacia. Esta rep¨²blica, con un presidente nacionalista pol¨ªticamente d¨¦bil, es incapaz de explicar al mundo su causa y facilita a Milosevic su estrategia de ganarse la neutralidad internacional.
Avances federales
Pero los avances federales se estancan pronto, la insatisfacci¨®n en la retaguardia serbia aumenta y la violencia de los ataques contra objetivos civiles acaba por estremecer a algunos miembros influyentes de la comunidad internacional. Muchos miles de muertos despu¨¦s, con gran parte de Croacia destruida, desaparecida ya la URSS, la comunidad internacional reconoce al fin que Yugoslavia ya s¨®lo era capaz, como en la fase de entreguerras, de sobrevivir como dictadura.
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