Portugal tambi¨¦n es Iberoamerica
Felipe Gonz¨¢lez, en la cumbre iberoamericana de Guadalajara, afirm¨® en su discurso inaugural: "Espa?a es Iberoam¨¦rica". M¨¢s tarde, en la comida que ofreci¨® el presidente Carlos Salinas a los mandatarios de los 21 Estados presentes, parafraseando a Felipe, pude insistir: "Portugal tambi¨¦n es Iberoam¨¦rica, gracias a nuestro querido Brasil".En verdad, la presencia de Portugal y de Brasil en la cumbre de Guadalajara representa, en el plano cultural y pol¨ªtico, un factor de trascendente significado: la aceptaci¨®n de que en Iberoam¨¦rica hay dos lenguas -el castellano y el portugu¨¦s- y una solidaridad natural que resulta de las ra¨ªces comunes, de la proximidad de las culturas y de la identidad de los lazos entretejidos por la historia y por la vecindad geogr¨¢fica. Espa?a y Portugal llevaron al Nuevo Mundo la cultura europea de la ¨¦poca -cuando ambos se encontraban en la vanguardia de la civilizaci¨®n y de la t¨¦cnica- y sus id¨¦nticas ra¨ªces c¨¦lticas, griegas, semitas, romanas, judeocristianas y ¨¢rabes. Ah¨ª se cruzaron con las poblaciones aut¨®ctonas, algunas de original¨ªsimas civilizaciones, y con los esclavos que trajeron de ?frica, en una contribuci¨®n ¨¦tnico-cultural de gran relieve, produciendo el mestizaje, uno de los elementos asumidos y m¨¢s significativos de la Iberoam¨¦rica de hoy. Escribi¨® Jorge Amado: "Somos una naci¨®n mestiza, gracias a Dios. Ese es nuestro orgullo y nuestra gloria: Brasil es un pa¨ªs mestizo en la sangre que corre por las venas de los brasile?os y en la cultura que amasamos con el pasar del tiempo, desde los d¨ªas iniciales de la colonia hasta los d¨ªas de hoy, tan dram¨¢ticos" (suplemento de Excelsior-EL PA?S Clar¨ªn, 18 de julio de 1991).
Por su parte, el gran escritor mexicano Carlos Fuentes escribi¨® en el mismo suplemento, "Hemos sido lo que somos con Espa?a y Portugal. Seremos lo que queremos ser, tambi¨¦n con ellas". Y a?adi¨®: "El gran escritor venezolano Arturo Uslar Pletri sugiere que m¨¢s que Latinoam¨¦rica o Iberoam¨¦rica deber¨ªamos llamarnos las rep¨²blicas de Cervantes. ( ... ) Yo propongo que en nuestro escudo cultural se inscriba tambi¨¦n el nombre de las rep¨²blicas de Camoens".
En el Siglo de Oro, Portugal y Espa?a dividieron el mundo en dos por el Tratado de Tordesillas, sancionado por el papa Alejandro VI. Las tierras a descubrir en Occidente ser¨ªan para Espa?a, y'las de Oriente para Portugal. Pero el rey portugu¨¦s tuvo la clarividencia de reservarse Brasil, lo cual, como una coincidencia, ca¨ªa al oriente de la l¨ªnea divisoria, 370 leguas al oeste de Cabo Verde... Esto, seis a?os antes del descubrimiento oficial de Brasil, realizado, como se sabe, en 1500 por Pedro ?lvarez Cabra?. En esa ¨¦poca, como en los siglos que siguieron -que fueron de acentuada decadencia de los pueblos peninsulares, ro¨ªdos por el fanatismo religioso (expulsi¨®n de los jud¨ªos, Inquisici¨®n, Compa?¨ªa de Jes¨²s) y por el absolutismo real-, Espa?a y Portugal vivieron de espaldas, enredados en el juego de alianzas y rivalidades de las potencias europeas, que los quer¨ªan divididos, y en sus propias querellas peninsulares. Portugql construy¨® un gran imperio en Africa -el primero en constituirse y el ¨²ltimo en desaparecer-, dobl¨® el cabo de Buena Esperanza, domin¨® el ¨ªndico, se estableci¨® en la India (Goa), en Timor y en Macao (en los mares de China), lleg¨® a Jap¨®n... Mas ni siquiera por eso olvid¨® a Am¨¦rica Latina y, en especial, a Brasil, un pa¨ªs con el cual siempre mantuvo, a lo largo de los siglos, una particular¨ªsima relaci¨®n de afectividad. La independencia de Brasil, que celebramos como una gran fecha com¨²n, se debi¨® a Don Pedro, heredero de la corona portuguesa, emperador de Brasfl y libertador de Portugal.
Los tiempos cambiaron, pero las constantes hist¨®rico-culturales permanecen. Portugal y Espana se desembarazaron de sus dictaduras retr¨®gadas: primero, Portugal, en abril de 1974, con la revoluci¨®n de los claveles; luego, Espa?a, en una transici¨®n democr¨¢tica, conducida ejemplarmente por el rey Juan Carlos.
Con las democracias restablecidas, Espa?a y Portugal se reencontraron naturalmente, conjurados los antiguos fantasmas de hegemonismo, adhiri¨¦ndose el mismo d¨ªa (12 de junio de 1985) a la Comunidad Europea. Por primera vez en sus largas historias, Portugal (naci¨®n independiente desde 1140) y Espa?a (un 1 ficada bajo los Reyes Cat¨®licos, en 1492) pertenecen al mismo sistema de alianzas -la Comunidad Europea, la OTAN y la UEO- y marchan de la mano y solidariamente en la construcci¨®n de la nueva arquitectura europea, que se perfila como una de las claves de la estabilidad y de la paz del mundo. La grandeza de Espa?a -la Espa?a democr¨¢tlca y de las autonom¨ªas, de hoy- no amedrenta a Portugal. Por el contrarl o, representa uno de sus t¨ªtulos de orgullo, porque subraya la identidad portuguesa y su Independencia, que tiene m¨¢s de ocho siglos.
Es en este contexto en el que el reencuentro de Espa?a y Portugal con Iberoam¨¦rica, conseguido tan brillantemente en la cumbre de Guadalajara, adquiere todo su significado cultural y valor pol¨ªtico. El di¨¢logo concertado, que urge saber proseguir con bases concretas, en igualdad, con respeto mutuo y en reciprocidad de ventajas -para beneficio de todos-; el esp¨ªritu de solidaridad que nos une, y que se tom¨® evidente a los ojos del'mundo; los manifiestos lazos de cultura, y los cinco siglos de historia com¨²n, son factores con el suficiente relieve como para no ser ignorados y ni siquiera menospreciados.
Portugal y Espa?a, abiertos por los respectivos reg¨ªmenes democr¨¢ticos al desarrollo y a la modernidad, est¨¢n hoy integrados en uno de los polos de mayor desarrollo mundial. Tienen acceso a las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas y tienen voz y voto en las instancias comunitarias europeas. Ah¨ª, como les corresponde, sabr¨¢n defender los intereses de Iberoam¨¦rica, que son tambi¨¦n los suyos. Iberoam¨¦rica, que en la d¨¦cada de los ochenta, que muchos de sus mejores consideran una d¨¦cada perdida, fue, sin embargo, capaz de dotarse, casi en toda la regi¨®n, de reg¨ªmenes de democracia pluralista, respetuosos de los derechos humanos. Dio, as¨ª, un paso decisivo para una pol¨ªtica de Integraci¨®n, realizada en libertad y respetando las diversidades nacionales, que son una de sus riquezas, capaz de poner en movimiento sus inmensas potencialidades, procurando un desarrollo sostenible y con dimensi¨®n social. Porque la. libertad, que importa considerar como un bien supremo, no se alcanza cuando los Estados est¨¢n desquiciados por el peso de deudas externas insoportables, y sus poblaciones, sometidas a intolerables reg¨ªmenes dualistas, son socialmente discriminadas por razones econ¨®micas y raciales. De ah¨ª que la cumbre de Guadalajara, adem¨¢s de subrayar la identidad cultural iberoamericana, la voluntad pol¨ªtica integradora que anima a los diferentes Estados, la importancia de la lucha por los derechos humanos, en defensa del medio ambiente y contra el flagelo del narcotr¨¢fico, haya tenido a bien declarar la guerra a la pobreza, situaci¨®n inaceptable en el continente americano, al final del siglo XX y en el amanecer de un nuevo milen¨ªo. Guerra a la pobreza, obviamente, como preocupaci¨®n dominante, pero realizada sin poner en duda los derechos de los ciudadanos, y, como ense?a Octavio Paz, dentro de los par¨¢metros de nuestro humanismo tradicional, sin ceder a meras soluciones economicistas y con un activo repudio a las utop¨ªas totalitarias.
es presidente de la Rep¨²blica de Portugal.
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