Econom¨ªa y Ej¨¦rcito en la CEI
"Nosotros hemos sabido evitar lo ocurrido en Yugoslavia, a pesar de que part¨ªamos de una situaci¨®n mucho peor", declaraba un Bor¨ªs Yeltsin optimista en su mensaje de a?o nuevo. Convencido de la viabilidad de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), fundada bajo sus auspicios para sustituir a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, reivindicaba su paternidad sobre ella, sin preocuparse demasiado por la susceptibilidad de los otros cofundadores, empezando por el M¨¢s importante, el presidente de Ucrania, Leonid Kravchuk. Sin embargo, apenas un mes despu¨¦s de la firma en Alm¨¢ At¨¢ del acuerdo acerca del funcionamiento de la CEI, la guerra econ¨®mica entre las rep¨²blicas est¨¢ ya en pleno apogeo."Si continuamos por este camino, el pa¨ªs entero se convertir¨¢ en un Karabaj", exclamaba el general Plat¨®nov ante un congreso de oficiales, nada habitual, reunido hace dos semanas en el Kremlin y retransmitido en directo por televisi¨®n. S¨®lo dos presidentes -Bor¨ªs Yeltsin y el kazajo Nursult¨¢n Nazarb¨¢iev- asistieron a esta encolerizada asamblea que no se ahorr¨® las cr¨ªticas "a las nuevas autoridades incompetentes" que se dedican a practicar "inadmisibles juegos pol¨ªticos con el Ej¨¦rcito". No cabe duda de que estos oficiales no estaban expesando intenci¨®n alguna de derrocar a estas "nuevas autoridades". S¨®lo les estaban pidiendo, con insistencia, que mantuvieran la unidad de las Fuerzas Armadas antes sovi¨¦ticas. "Hemos prestado juramento de defender a todas las nacionalidades de nuestro pa¨ªs y nadie nos ha eximido de ese juramento", afirmaban sucesivamente los coroneles y generales, debidamente elegidos por sus respectivas guarniciones, a excepci¨®n de los que est¨¢n destinados en Ucrania y que se negaron a participar en el congreso. En realidad -y ¨¦se es el drama de los oficiales-, el Ej¨¦rcito no est¨¢ menos dividido que la clase pol¨ªtica. En Mosc¨², los congresistas engalonados han formado un comit¨¦ de coordinaci¨®n para luchar contra las presiones, consideradas inmorales, de quienes quieren imponerles un nuevo juramento de fidelidad a una u otra rep¨²blica. Pero, seg¨²n la agencia Tass, en Kiev, el 98% de los generales, oficiales y soldados ha jurado fidelidad a Ucrania. Alentado por este resultado -aunque no concierne a la flota del mar Negro-, Leonid Kravchuk declar¨® en la televisi¨®n de Mosc¨²: "El congreso de oficiales en el Kremlin me presiona tan poco como un eclipse de luna". ?No habr¨¢ hablado demasiado deprisa?
El presidente ucranio no deja de protestar contra la pretensi¨®n de los rusos de imponer su voluntad a los dem¨¢s. Seg¨²n ¨¦l, los dem¨®cratas de Mosc¨² padecen la "enfermedad de gran potencia". Cita de buena gana hechos que demuestran que Yeltsin y su equipo consideran la independencia de Ucran¨ªa como una anomal¨ªa, dif¨ªcil de asimilar. Es cierto que el Gobierno ruso no tuvo en cuenta las objeciones planteadas por Kiev respecto a la fecha de liberalizaci¨®n de los precios, y no le proporcion¨® los rublos necesarios para hacerle frente. A los estrategas rusos del Kremlin no parece hab¨¦rseles ocurrido la idea de que Kravchuk reaccionar¨ªa introduciendo "cupones de uso m¨²ltiple" -en realidad, una moneda que sustituye al rublo- Ahora, se ven obligados a defenderse ante la afluencia de esos rublos que est¨¢n fuera de uso en Ucrania. Y la misma incoherencia se observa en el asunto de la flota del mar Negro. Bor¨ªs Yeltsin empez¨® siendo muy tajante: "Esta flota ha sido, es y ser¨¢ rusa"; 24 horas m¨¢s tarde, una delegaci¨®n del Gobierno ruso acud¨ªa presurosa a la capital de Ucrania para intentar limar asperezas. Sin duda, este asunto acabar¨¢ resolvi¨¦ndose por medio de un acuerdo. Pero en Mosc¨² esto no le gusta a todo el mundo, y Leonid Kravchuk har¨ªa mal en no tenerlo en cuenta.
En realidad, si el tono y los ademanes del presidente ruso son a menudo autoritarios o irreflexivos, la aplicaci¨®n de sus decretos tampoco deja mucho que desear. Rusia, mucho m¨¢s que Ucrania, padece una par¨¢lisis general de la autoridad. Nada ha puesto tanto en evidencia este vac¨ªo de poder como la decisi¨®n de liberalizar los precios a partir del 2 de enero. Es verdad que en cada ciudad, en cada provincia, hay un prefecto nombrado por el Kremlin -y en algunos lugares ya le llaman gobernador, como en la ¨¦poca zarista-. Pero, al no haber un verdadero relevo de la administraci¨®n, sus ¨®rdenes no se ejecutan. En Nijni Novgorod (antes Gorki), por no citar m¨¢s que un ejemplo, el prefecto es un antiguo disidente, de 32 a?os, que tuvo el valor, ante las mismas narices del KGB, de visitar a Andr¨¦i S¨¢jarov, cuando ¨¦ste se encontraba en exilio forzoso en esta ciudad Este joven fisico ha hecho suyo el lema de los ultraliberales: "El mercado lo arreglar¨¢ todo" pero, por otra parte, reconoce que no tiene ni idea de econom¨ªa. De manera que aquellos a quienes ¨¦l administra no pue den contar con ¨¦l a la hora de poner un poco de orden en un comercio dominado, seg¨²n el propio Yeltsin, por la mafia y un aparato corrupto. Tuvo que presentarse all¨ª el presidente para destituir a los responsables de la central lechera y hacer que el precio de la mantequilla bajara a la mitad. Pero no puede estar en todas partes, y nadie garantiza que sus intervenciones radicales vayan a tener un efecto duradero. Por el contrario, lo que s¨ª es seguro es que sus promesas de mejorar la situaci¨®n en seis meses son completamente ilusorias, y lo raro ser¨ªa que ¨¦l mismo se las creyera. ?De verdad piensa que Rusia podr¨ªa equilibrar sus presupuestos graclas a los nuevos impuestos, cuando ninguna administraci¨®n, ni en Mosc¨² ni fuera de la capital, parece estar en condiciones de hacerles frente? En realidad, nadie sabe si la inflaci¨®n alcanzar¨¢ un 300% o un 1.000%, ni si la producci¨®n ya se est¨¢ viniendo abajo, y en qu¨¦ medida. El terrible veredicto de Grigori lavlinski, ni?o prodigio de la econom¨ªa sovi¨¦tica y hasta hace poco vicepresidente de Bor¨ªs Yeltsin, es, por tanto, inapelable: "La econom¨ªa funciona todav¨ªa por inercia, pero el Estado ya se ha hundido completamente".
Esta situaci¨®n absolutamente ins¨®lita -no se ha producido en ninguno de los pa¨ªses de Europa del Este- es la que echa le?a al fuego de los patriotas, muy activos en Mosc¨² y en otros lugares. Su principal preocupaci¨®n: reconstruir ante todo un Estado ruso que englobar¨ªa a toda la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Partidario de esta soluci¨®n tit¨¢nica, VIad¨ªmir Jirinovski obtuvo m¨¢s de seis millones de votos en las elecciones presidenciales celebradas en Rusia el pasado 12 de junio. Pero este demagogo, aunque es un buen orador, es demasiado primario y demasiado provocador como para que se le tome en serio. La ¨²nica amenaza para Yeltsin, e indirectamente para el ucranlo Kravchuk, procede m¨¢s bien de Sergu¨¦i Baburin, presidente del grupo parlamentarlo Rusia y fundador de la Uni¨®n Popular Rusa (ROS). Pretende ser un unificador,
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