Dimite el asesor de Fujimori para la lucha antidroga
Hernando de Soto, asesor y representante del presidente peruano, Alberto Fujimori, en la lucha contra el narcotr¨¢fico, ha dimitido y enviado una carta abierta al primer mandatario henchida de tono amargo e indirectamente acusatorio. En su misiva, De Soto menciona como una de las razones de su renuncia la acci¨®n de una quinta columna vinculada con el narcotr¨¢fico que desde dentro del Estado sabotea sus esfuerzos en la lucha contra las drogas.
"De cada dos pasos avanzados en mis di¨¢logos con los pa¨ªses desarrollados, los organismos internacionales y los posibles compradores de productos alternativos, uno era sencillamente borrado por las acusaciones de corrupci¨®n dentro del Estado...", escribe De Soto. En otra pasaje es m¨¢s expl¨ªcito, e indica que parte de los criminales vinculados al narcotr¨¢fico se encuentra dentro del Estado. "Las balas que segaron la vida de Walker Tocas, el primer dirigente cocalero en responder al llamamiento presidencial para el desarrollo alternativo, provinieron, seg¨²n lo afirman p¨²blicamente miembros de su propio gremio, de armas del Estado. Y, como toda la prensa ha informado, de lugares controlados por el Estado tambi¨¦n se despacha droga regularmente".De Soto no se?ala m¨¢s expl¨ªcitamente en la acusaci¨®n indirecta qui¨¦nes, a su juicio, dirigir¨ªan esa quinta columna, ni tampoco acusa a Fujimori de avalarla.
El diario lime?o Expreso, que tiene una estrecha relaci¨®n con De Soto y es, a la vez, un abierto partidario del Gobierno actual, ha criticado a Fujimori por permitir la marcha de su colaborador. La salida de De Soto, seg¨²n Expreso, "reafirma el estilo de enfrentamiento que caracteriza al presidente Alberto FuJimori", y "pone en cuesti¨®n (...) la vigencia del convenio antidroga, y la ayuda norteamericana en la lucha contra el narcoterrorismo". Funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, sin embargo, han guardado silencio sobre un caso que les resulta poco c¨®modo. Las relaciones entre el embajador norteamericano en Per¨², Anthony Quainton, y De Soto, que mantiene buenas relaciones con los c¨ªrculos de la derecha republicana en Estados Unidos y cuyo instituto Libertad y Democracia es sustancialmente financiado por el Organismo para el Desarrollo Internacional, nunca han sido buenas. De Soto calific¨® hace poco a Quainton como un jerk (gilipollas, en castellano) en la revista Time.
Pero parte importante del alejamiento ha sido resultado del choque entre dos egos monumentales: el del asesor De Soto y el del cada vez m¨¢s imperial Fujimori. De Soto llev¨® de la mano a un cateto Fujimori en los primeros momentos de su Gobierno, a costa de hacerle parecer con frecuencia una marioneta. Plenamente asentado en el manejo del poder, el presidente Fujimori parece haber querido hacer sentir su autoridad sobre De Soto, poni¨¦ndole en el papel que en las empresas japonesas se reserva al gerente gaijin, el extranjero sin gran poder real cuya funci¨®n es entenderse con las compa?¨ªas for¨¢neas. El cambio de papel del primer ventr¨ªlocuo de la rep¨²blica al de gerente gaijin es algo que, a lo que se ve, no ha gustado nada a De Soto.
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