Prueba de fuego para la 'partitocracia' italiana
El Parlamento italiano pidi¨® la semana pasada su disoluci¨®n anticipada a un jefe de Estado que apreci¨® la demanda por una raz¨®n clara: las c¨¢maras hab¨ªan perdido su capacidad de "adoptar cualquier decisi¨®n en materia de reformas institucionales", dijo Francesco Cossiga. El problema es si una nueva legislatura -elegida con las mismas normas que dieron a las anteriores una continuidad sin parang¨®n en otros pa¨ªses de Europa, contribuyendo a crear un sistema caracterizado como partitocracia- podr¨¢ satisfacer mejor las demandas de reforma del sistema. Una buena parte de los italianos tiende a pensar que no, y esto explica el ¨¦xito del refer¨¦ndum del pasado 9 de junio, precisamente para modificar el procedimiento de voto en las elecciones regionales y administrativas y el ¨¦xito de movimientos antipartidos, como la Liga Lombarda.En su discurso de disoluci¨®n de las c¨¢maras, Cossiga manifest¨® que la partitocracia italiana se ha convertido en un r¨¦gimen en el que "los poderes p¨²blicos eran, al menos en parte, ejercidos, no por el pueblo ni por las instituciones, sino, de un modo no claro y no responsable, por los aparatos de los partidos".
Desde la convocatoria de las primeras elecciones generales republicanas, en 1948,, los italianos han elegido 10 Parlamentos, que han dado vida a 45 Gobiernos, dirigidos por s¨®lo 18 primeros ministros. No obstante, es ya t¨®pica la conclusi¨®n de que el pa¨ªs europeo con m¨¢s Gobiernos en la posguerra ha sido tambi¨¦n, probablemente, el pa¨ªs m¨¢s estable, ya que siempre han sido los mismos pol¨ªticos los que han integrado los Gobiernos.
Los cambios de Gabinete reflejaban, sobre todo, redistribuciones internas del poder entre los mismos partidos y los mismos pol¨ªticos, en un contexto siempre convulso por la irrupci¨®n de fuerzas ocultas -terrorismo, servicios secretos, masoner¨ªa y Mafia- inmersas en el sistema. Pero en el que, como novedades estrictamente pol¨ªticas significativas, apenas si cabe destacar en estos 43 a?os m¨¢s que la incorporaci¨®n del Partido Socialista al Gobierno, en 1963, y la del Partido Comunista al reparto del poder -aunque no al Gabinete-, en 1976.
Al margen de circunstancias hist¨®ricas no exclusivas de Italia, como el hecho de haber sido un pa¨ªs en la primera l¨ªnea de la guerra fr¨ªa, los dos pilares de esta estabilidad partitocr¨¢tica han sido la ley electoral y la amplitud del sector empresarial p¨²blico creado por el fascismo.
Pol¨ªticos eternos
Los italianos no eligen al presidente de su Gobierno ni al presidente de su Rep¨²blica. Son convocados cada cinco a?os a votar por los partidos, que luego acuerdan qu¨¦ pol¨ªticos ocupar¨¢n las primeras magistraturas. El sistema electoral, con listas abiertas y preferencias uninominales, muy proporcional, impide la consolidaci¨®n de una mayor¨ªa clara y potencia la pr¨¢ctica del cambio del voto por el favor personal y, en consecuencia, la perpetuaci¨®n de la misma clase pol¨ªtica.
La empresa p¨²blica ha sido un activo a disposici¨®n de los partidos para esta captaci¨®n del voto, pues la Democracia Cristiana, formaci¨®n dominante, pero sin pretensiones ni posibilidades hegem¨®nicas, ha compartido su control, como ha compartido el Gobierno, con los dem¨¢s grupos. Lo ha hecho hasta con los comunistas desde que, en 1976, alcanzaron su cuota electoral hist¨®rica del 34% de los votos.
Este sistema, que, de hecho, excluye la alternancia en el Gobierno y el funcionamiento de una oposici¨®n clara, contribuy¨® al despegue de la econom¨ªa privada italiana y a una cierta redistribuci¨®n de la renta, pero ha terminado por hacer crisis. En su saldo negativo figura un d¨¦ficit p¨²blico incontenible, que ahora pesa sobre las empresas y pone en aprietos la cada vez m¨¢s inaplazable cita de Italia con la Comunidad Europea. Y no ofrece mecanismos de responsabilidad pol¨ªtica frente a fen¨®menos que tocan al ciudadano medio, como la degradaci¨®n de los servicios p¨²blicos o el avance de la delincuencia organizada.
Como representaci¨®n de la crisis vigente, la ins¨®lita andadura de Cossiga, un presidente de la Rep¨²blica que, acosado por el desmoronamiento del sistema que representa, decide demolerlo "a picotazos", seg¨²n sus palabras, y ataca en todos los frentes con la munici¨®n del que ha vivido directamente los secretos del poder durante tres d¨¦cadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Italia
- La Liga (partido pol¨ªtico)
- PCI
- Democracia cristiana
- Mafia
- Francesco Cossiga
- Opini¨®n
- Partidos comunistas
- Uni¨®n Europea
- Delincuencia
- Europa occidental
- Gobierno
- Europa
- Ideolog¨ªas
- Elecciones
- Organizaciones internacionales
- Relaciones exteriores
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Terrorismo
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Justicia
- Sociedad