Un aula maldita
Nadie ha vuelto a dar clase en el lugar donde Mauricio Triguero mat¨® a su ex esposa
Eran las 15.30 del 21 de febrero del pasado a?o, cuando el profesor de 4? A de EGB, Mauricio Triguero, entraba en el aula donde su ex esposa, Mar¨ªa Esteban, impart¨ªa clase. Triguero empu?¨® un cuchillo de grandes dimensiones y le asest¨® 26 pu?aladas. Mar¨ªa apenas tuvo tiempo de gritar. Los rostros de 28 alumnos de 1? A de EGB del colegio Ciudad de Valencia observaban at¨®nitos el crimen. Desde entonces, y por recomendaci¨®n de los psic¨®logos que tratan a estos testigos de cuatro a?os, no han vuelto a pisar el aula.
"Todo est¨¢ volviendo a la normalidad, a pesar de que el juicio contra Triguero ha reavivado los recuerdos. Al principio, muchos de los ni?os no pod¨ªan dormir, sufr¨ªan continuas pesadillas y lloraban sin cesar. Pero, tras la ayuda del equipo psicol¨®gico, se puede decir que casi no quedan en el colegio rastros de esa tragedia", afirma Jos¨¦ G¨®mez Gil, director del centro. Javier Bordera, Carmen Arroyo e Isabel Zamarro, psic¨® logos del Ministerio de Educa ci¨®n y de la Junta de Distrito de Vallecas Villa, trabajan desde entonces con todos los integran tes de la comunidad escolar del colegio. "De todas formas, lo m¨¢s curioso es que los chavales m¨¢s afectados no han sido los que vieron el crimen [de cuatro a?os], sino los alumnos de cuarto curso a los que Mauricio daba clase [10 a?os].
"A algunos de estos ni?os algo mayores les ha costado mucho asimilar que su profe actuara de esa manera y, sobre todo, las interpretaciones que le¨ªan y ve¨ªan en los medios de comunicaci¨®n. Se trata de chavales de 10 a?os a los que se les invad¨ªa su particular mundo", asegura Javier Bordera.
La direcci¨®n del colegio, al d¨ªa siguiente del parricidio, decidi¨® el cierre del aula. Al poco tiempo, se pint¨® y decor¨® y fue convertida en biblioteca; m¨¢s tarde, en clase de alumnos de cursos superiores. "Lo primero fue evitar que se convirtiera en un aula tab¨²", comenta una de las psic¨®logas. "No sab¨ªamos exactamente por d¨®nde empezar, ya que era la primera vez que surg¨ªa un caso de estas caracter¨ªsticas en Espa?a. Hab¨ªa que dejar hablar a los ni?os, a los profesores y padres. A estos ¨²ltimos se les dieron unas pautas de comportamiento para casos de conflicto. Hab¨ªa que actuar seg¨²n indicasen las circunstancias", a?ade.
Los especialistas en psicolog¨ªa que tratan a esta comunidad escolar tuvieron desde el principio dos premisas fundamentales: se eliminar¨ªa, en la relaci¨®n con los afectados, el empleo de t¨¦rminos de psicolog¨ªa cl¨ªnica (evitando as¨ª dramatizar el problema) y no se escatimar¨ªan ni medios ni tiempo para su soluci¨®n. La documentaci¨®n y bibliografia utilizadas para este caso proceden principalmente del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas de Estados Unidos (estudios sobre casos similares) y de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud.
Todo se revive
Aunque no se ofrecen datos individualizados sobre los peque?os "por ser una cuesti¨®n de ¨¦tica profesional", s¨ª es cierto que no todos los chavales han reaccIonado del mismo modo. "Cada ni?o es un mundo y debe tener un tratamiento diferente", comenta Javier Bordera.
Los psic¨®logos desconocen cu¨¢ndo acabar¨¢n su trabajo en el centro, "porque la labor ha de ser cuidadosa y hay momentos en que todo se revive".
En el centro educativo, la condena a 20 a?os por parricidio a Mauricio Triguero Triguero ha sido recibida con tranquilidad. Se intenta que los hechos afecten lo menos posible a todos. "Estamos muy unidos y esperando que el tiempo termine por borrar todo esto", asegura el director del centro.
Atr¨¢s queda un hecho tr¨¢gico, unos ni?os "que se enteraron perfectamente de lo ocurrido" , unos padres "que, ante la tragedia, necesitaron mucha ayuda", unos profesores "que no se dividieron en bandos", y una productora de televisi¨®n "que fue capaz de grabar un episodio para una serie sobre cr¨ªmenes y que conseguimos parar un d¨ªa antes de su emisi¨®n", comentan.
Mientras, en el patio, todos los ni?os juegan sin preocupaciones
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