Los Doce ratifican en Maastricht la nueva Europa
El Tratado de la Uni¨®n Europea, aprobado por los jefes de Estado y de Gobierno de los 12 pa¨ªses miembros de la Comunidad Europea (CE) el pasado 11 de diciembre, fue firmado ayer en la ciudad holandesa de Maastricht por los ministros de Exteriores y de Econom¨ªa y Finanzas de los Doce. El tratado afectar¨¢ a 340 millones de ciudadanos europeos y marca un hito en la historia de la CE. La firma abre tambi¨¦n el paso a la ratificaci¨®n del texto por los parlamentos nacionales de los pa¨ªses miembros, que necesitar¨¢n al menos 12 meses para darle el visto bueno definitivo. El tratado contiene importantes transferencias de soberan¨ªa desde los Estados nacionales a una organizaci¨®n ¨²nica.
El Tratado de Uni¨®n Europea, un voluminoso texto de 313 p¨¢ginas escrito en 10 lenguas, fue firmado ayer en Maastricht por los ministros de Asuntos Exteriores y Econom¨ªa y Finanzas de la CE. El texto, considerado el m¨¢s importante desde el tratado fundacional de Roma (1957), ser¨¢ presumiblemente el ¨²ltimo sellado por los Doce con su actual mecanismo constitucional antes de la adhesi¨®n de nuevos miembros."Este tratado muestra un equilibrio entre ambici¨®n y prudencia; idealismo y pragmatismo; solidaridad y subsidiariedad", afirm¨® el presidente portugu¨¦s, An¨ªbal Cavaco Silva, que rige este semestre la Comunidad, poco antes de que los 24 ministros estamparan su firma en los textos sobre uni¨®n pol¨ªtica y uni¨®n econ¨®mica y monetaria que lo componen.
"Para Espa?a el tratado responde a nuestros intereses porque hemos unido nuestro proyecto pol¨ªtico al europeo", se?al¨® ayer Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, titular de Exteriores, que se refiri¨® al car¨¢cter "irreversible" de la firma. Para su ratificaci¨®n por los parlamentos nacionales de los Doce se iniciar¨¢ ahora un proceso que llevar¨¢ m¨¢s de un a?o. "No creemos que vaya a haber problemas, aunque cada pa¨ªs aplicar¨¢ sus propias normas constitucionales para ello. En nuestro caso consultaremos al Tribunal Constitucional para ver si es o no necesaria una reforma de la Carta Magna".
Moneda ¨²nica
Tras la firma, Carlos Solchaga, ministro de Econom¨ªa, mostr¨® su confianza en que Espa?a salga adelante y supere los desafios planteados por el cap¨ªtulo econ¨®mico del tratado. "Ya hemos hecho un gran esfuerzo desde nuestro ingreso en 1986. Lo que m¨¢s me preocupa ahora es el problema de la inflaci¨®n. Mantenerla supondr¨¢ ganar un margen de competitividad que facilitar¨¢ el resto de las obligaciones para sumarse al carro de la moneda ¨²nica".
El veto brit¨¢nico impidi¨® el pasado 10 de diciembre que la Comunidad pueda desarrollar de forma conjunta la Carta Social Europea aprobada en 1989. Su oposici¨®n a ceder soberan¨ªa nacional enturbi¨® aquel Consejo Europeo donde el t¨¦rmino federal no pudo ser incluido en el redactado final del tratado reci¨¦n suscrito. En su intervenci¨®n de ayer Jacques Delors, presidente de la Comisi¨®n Europea, lo emple¨® a placer para se?alar que la discusi¨®n entre unionistas y federalistas, iniciada en La Haya en 1948, no ha concluido a¨²n.
La uni¨®n pol¨ªtica y monetaria impondr¨¢ numerosos cambios. El derecho de ciudadan¨ªa europea, garantizado en el tratado, plantea a varios pa¨ªses, entre ellos Espa?a, la necesidad de modificar la Constituci¨®n para permitir que los residentes de otros pa¨ªses comunitarios puedan "votar y ser elegidos" en las elecciones municipales.
La Comisi¨®n Europea ha empezado a echar las cuentas de los compromisos de Maastricht y el pr¨®ximo mi¨¦rcoles presentar¨¢ ante el Parlamento Europeo su propuesta de revisi¨®n de perspectivas financieras para el per¨ªodo 1993-1997. La CE tiene que hacer frente al nuevo compromiso de cohesi¨®n impuesto por Espa?a, que significar¨¢ duplicar las ayudas para los cuatro pa¨ªses m¨¢s pobres de la CE.
Adem¨¢s, tiene que reforzar los fondos destinados a pol¨ªtica exterior, asumir el coste de la reforma de la pol¨ªtica agraria com¨²n y aumentar las ayudas para mejorar la competitividad de ciertos sectores industriales (electr¨®nica, autom¨®vil, armamento y textil). Todo ello le obligar¨¢ a aumentar su presupuesto de 8,5 billones de pesetas en la actualidad a m¨¢s de 11 billones en 1997.
Por su parte, los ministros de Exteriores de la CE han empezado a debatir los cambios institucionales que plantea el nuevo tratado. En primer lugar est¨¢ el poder de codecisi¨®n legislativa en ciertas materias que asumir¨¢ el Parlamento Europeo y la renovaci¨®n de la actual Comisi¨®n, cuyo mandato termina este a?o.
A principios de 1995, con un nuevo Parlamento elegido unos meses antes, la nueva Comisi¨®n se someter¨ªa al voto de investidura de los eurodiputados, de acuerdo a las disposiciones del tratado.
A pesar de la voluntad de continuidad de los 17 comisarios, se da por seguro que el Gobierno griego sustituir¨¢ a la socialista Vasso Papandreu. El Reino Unido, si los Conservadores triunfaran en las elecciones, mantendr¨ªa su tradici¨®n de cambio al final del mandato. Si ganan los laboristas, podr¨ªa seguir Bruce Millan y ser reemplazado Leon Brittan. Italia puede sustituir a Carlo Ripa para incorporar a su ministro de Exteriores, Gianni de Michelis, que aspira a suceder a Delors. Por Espa?a, lo m¨¢s probable es que se mantenga Manuel Mar¨ªn y que Abel Matutes abandone el puesto.
En lo que respecta al Parlamento, los Doce tendr¨¢n que zanjar el tema planteado por Alemania de elevar su cupo de eurodiputados de 81 a 99 para dar representaci¨®n a los cinco l?nder de Alemania del Este.
Esta ruptura del equilibrio institucional preocupa a los otros pa¨ªses, por la puerta abierta que significa para un mayor peso de Alemania tambi¨¦n en las restantes instituciones. El Tratado de Maastricht obliga a crear el llamado Comit¨¦ de las Regiones, un organismo meramente consultivo, pero que inaugura la representaci¨®n de car¨¢cter regional en la CE. A Espa?a le corresponden 21 representantes, uno por comunidad aut¨®noma, y los cuatro restantes, en nombre de los municipios. Los Doce todav¨ªa no tienen claro cu¨¢l es el momento en el que debe nacer este nuevo organismo.
El tratado de Maastricht dar¨¢ origen a un embri¨®n de pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n, de car¨¢cter esencialmente intergubernamental.
La pol¨ªtica com¨²n de defensa de la Comunidad Europea (CE) implica la comunitarizaci¨®n de la Uni¨®n Europea Occidental (UEO), aunque en Maastricht se acept¨® que este organismo tenga el doble sombrero de la CE y de la OTAN. Esta soluci¨®n salom¨®nica se impuso al final, seg¨²n algunos, por el empe?o del ministro Hans-Dietrich Genscher, porque el embajador alem¨¢n ante la OTAN intercedi¨® para convencerlo.
340 millones de afectados
Poblaci¨®nEl Tratado de Maastricht afecta la vida de 340 millones europeos.
Pol¨ªtica monetaria
En 1997 o, a m¨¢s tardar, en 1999 se crear¨¢ una moneda ¨²nica y un Banco Central Europeo. La peseta es posible que desaparezca, aunque no necesariamente.
Convergencia econ¨®mica
Para 1997, Espa?a tiene que cumplir cuatro condiciones:
- No podr¨¢ tener una inflaci¨®n superior en m¨¢s de 1,5 puntos a la media de los tres pa¨ªses que la tengan m¨¢s baja (ahora es del 5,5 frente a 2,7).
- Los tipos de inter¨¦s no podr¨¢n exceder en dos puntos a la media de los tres pa¨ªses en que sean m¨¢s bajos.
- El d¨¦ficit no ser¨¢ superior al 3% del PIB (ahora es del 3,7%).
- La deuda no rebasar¨¢ en el 60% del PIB.
Defensa y seguridad comunes
La UEO se convierte en instrumento militar de la Uni¨®n Europea. Esto no afectar¨¢ a las obligaciones que ya tienen algunos estados miembros con la OTAN.
Pol¨ªtica exterior com¨²n
Habr¨¢ coordinaci¨®n en los temas internacionales, pero el procedimiento es complicado. El propio presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors, ha dicho que "Ia m¨¢quina no funcionar¨¢".
Pol¨ªtica social
La gran sacrificada en Maastricht, aunque Espa?a consigui¨® la principal de sus demandas sobre cohesi¨®n social: solidaridad financiera. Los Estados miembros se comprometen a desarrollar la Carta Social aprobada en 1989, excepto el Reino Unido.
Ciudadan¨ªa europea
En teor¨ªa, un ciudadano espa?ol podr¨¢ votar y ser elegido en las elecciones municipales de cualquier pueblo o ciudad de la Comunidad. Cualquier ciudadano europeo lo podr¨¢ hacer en Espa?a para lo cual habr¨¢ que reformar, tal vez, la Constituci¨®n.
Libre circulaci¨®n de ciudadanos
Desde el 1 de enero de 1993, un ciudadano espa?ol podr¨¢ trabajar sin permiso especial en cualquier pa¨ªs miembro de la Comunidad.
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