El amargo final de la aventura espa?ola
52 inmigrantes argelinos ilegales se encierran en un local de Vitoria para no ser deportados
Son 52 hombres de entre 17 y 32 a?os, y viven agrupados en tomo a una estufa de butano en el patio de butacas de un sal¨®n de actos en Vitoria. Decidieron encerrarse hace mes y medio, dos d¨ªas despu¨¦s de finalizado el plazo para convertirse en extranjeros legales. El ¨²ltimo recuerdo que tienen del exterior son las dos pesetas por kilo de patatas recogidas que les pag¨® un agricultor. Y el fr¨ªo que tuvieron que soportar en pleno diciembre, en unos barracones sin servicios. Las ¨²ltimas cuatro semanas las han pasado en los locales del obispado de Vitoria, desde donde piden al Gobierno Civil una "mil¨¦sima parte" de la flexibilidad que ellos han demostrado para que les ampl¨ªen el plazo de la regularizaci¨®n excepcional de la Ley de Extranjer¨ªa. A muchos de ellos, los patronos no les dejaron trasladarse a la capital para rellenar los papeles.Abderram¨¢n tiene unos 29 a?os y est¨¢ soltero, pero tiene a su cargo a nueve personas m¨¢s en su pa¨ªs. "Despu¨¦s de esto no animar¨¦ a ning¨²n compatriota a que intente la aventura espa?ola", dice. Sin embargo, est¨¢n obligados a superar esa desilusi¨®n. Otro joven, apodado Azzedin, asegura: "Tenemos que regresar con algo. No podr¨ªa volver con las manos vac¨ªas, eso ser¨ªa como un fracaso".
Despu¨¦s de m¨¢s de un mes de encierro, primero en una iglesia de barrio, en Vitoria, y ahora en los locales del obispado, su situaci¨®n es cr¨ªtica. Est¨¢n en el punto de mira del gobernador civil, C¨¦sar Milano, que les ha advertido que en cuanto pisen la calle van a ser deportados. "No hay negociaci¨®n posible", ha declarado Milano.
Con la polic¨ªa en los talones buscando desesperadamente identificarles, y despu¨¦s del portazo que dieron a una representaci¨®n de la Embajada argelina en Madrid, que tambi¨¦n quer¨ªa sus identidades, s¨®lo les queda la ayuda que est¨¢n recibiendo de 23 asociaciones humanitarias del Pa¨ªs Vasco, entre ellas la asociaci¨®n de ayuda a presos Salhaketa y SOS Racismo. El Ayuntamiento de Vitoria les ha negado unos locales, pero, a cambio, les endulza los domingos con chocolate.
"Sal¨ª en busca de una vida mejor para mi familia despu¨¦s de la muerte de mi padre", explica Abderram¨¢n. "En Argelia no hay trabajo y la alimentaci¨®n est¨¢ muy cara. Eso nos obliga a salir del pa¨ªs". Cre¨ªan que en Espa?a hab¨ªa trabajo para todos, pero la realidad es que s¨®lo encuentran casas semiderruidas en las que dormir unas horas despu¨¦s de haber sacado de la tierra dos toneladas de patatas. Todos sue?an con un empleo fijo.
Los locales del obispado est¨¢n en un subterr¨¢neo en el que han instalado una cocina y una peque?a mezquita para sus oraciones. El sal¨®n de actos es dormitorio y comedor, y en los servicios han montado la lavander¨ªa. El acceso est¨¢ controlado por un cuerpo de guardia en estado permanente de alerta, y dos o tres miembros de asociaciones humanitarias de Vitoria se turnan para acompa?arles durante todo el d¨ªa. Eroski, la mayor cooperativa de distribuci¨®n de Euskadi, les suministra parte de la comida, y el resto lo sufragan las personas que apoyan el encierro.
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