M¨¢s aplausos que abucheos a las carabelas en Miami
El comit¨¦ privado que organiza el evento cobra entre tres y cinco d¨®lares por visitar las naves
Las r¨¦plicas de las tres naves que el almirante Col¨®n us¨® hace 500 a?os para arribar a tierras americanas llegaron el s¨¢bado a Miami acompa?adas de un enjambre de embarcaciones, alrededor de 5.000, y millares de espectadores en tierra firme. Un grupo de unos 200 manifestantes puso la nota discordante. El comit¨¦ privado que organiza el evento cobra entre cinco y tres d¨®lares por visitar las carabelas y 5.000 d¨®lares (unas 500.000 pesetas) por patrocinio.
"No celebren el asesinato", reclamaba a los espectadores uno de los carteles que portaban los manifestantes que se identificaron como "nativos americanos" de varios tribus ind¨ªgenas de Norteam¨¦rica. El grupo, con sus tambores y vestimentas indias, se diluy¨® entre la gente y s¨®lo muy pocos alcanzaron a verlos sin que les prestaran m¨¢s que una curiosa mirada. "No nos preocupa eso, porque es sano y revalida nuestro mensaje de las tres cara belas como s¨ªmbolo de naves de la paz", dijo ayer desde Espa?a el consejero delegado del Quinto Centenario, ?ngel Serrano.La organizaci¨®n de la estancia de los barcos en Miami est¨¢ a cargo de un comit¨¦ privado inte grado por empresarios de la ciudad, que ha organizado una serie de programas, en los que hay que pagar por participar, y que se desarrollar¨¢n durante las pr¨®ximas dos semanas en coordinaci¨®n con la Fundaci¨®n Espa?a 92.
Seg¨²n el cubano Carlos Arboleya, presidente del comit¨¦ del Quinto Centenario de Miami y alto ejecutivo del primer banco de Florida, Parmett Bank, la comisi¨®n est¨¢ formada por voluntarios y trabaja con donaciones "sin lucro de ninguna clase". Este comit¨¦, afirma, "es de car¨¢cter privado y no tiene nada que ver con el organismo oficial espa?ol, la Sociedad Estatal Quinto Centenario, que simplemente pone las carabelas. Nuestro comit¨¦ es una comisi¨®n privada que ha recibido el aval de la ciudad".
El presupuesto que ha dispuesto la ciudad de Miami es de 500.000 d¨®lares (unos 50 millones de pesetas). Seg¨²n los responsables del comit¨¦, esperan recuperar esta inversi¨®n a trav¨¦s del patrocinio y si obtuvieran m¨¢s dinero lo repartir¨ªan, con la Sociedad Estatal V Centenario, que ha colaborado, adem¨¢s de con las tres carabelas, en el dise?o de los festejos.
Aparte de una serie de festividades p¨²blicas gratuitas, que se celebrar¨¢n durante dos semanas en Day Side Park y otros puntos de la ciudad, el comit¨¦ privado est¨¢ ofreciendo en Miami recepciones pagadas para patrocinadores a un precio de 5.000 d¨®lares (500.000 pesetas) que, seg¨²n Carlos Arboleya, se usar¨¢n para sufragar los altos costes de la es tancia de las naves en puerto. "Aqu¨ª no se est¨¢ ganando ni un solo centavo en lo que se est¨¢ haciendo", aclar¨® Arboleya, se?alanado que el pago del patrocinio incluye alimentaci¨®n, bebida, servicio y m¨²sica. Adem¨¢s el comit¨¦ recaudar¨¢ fondos adicionales con el cobro de cinco d¨®lares para los adultos y tres para los j¨®venes por entrada al p¨²blico para visitar las carabelas atracadas frente al Day Side. Los grupos escolares podr¨¢n visitarlas gratuitamente.
El embajador Ojeda coment¨® que el esfuerzo de llevar la expedici¨®n a Estados Unidos est¨¢ costando "much¨ªsimo dinero a Espa?a" y explic¨® que las comisiones locales de los puertos se encargar¨¢n aqu¨ª de buscar los fondos para cubrir los gastos propios de sus actividades. Para el diplom¨¢tico Ojeda, la visita de las carabelas es un mensaje de Espa?a a Estados Unidos "para recordarle su pasado hisp¨¢nico y para que los hispanos de Estados Unidos se sientan orgullosos de su historia".
Las naves estar¨¢n en Miami durante dos semanas, hasta el 1 de marzo, cuando partir¨¢n a Corpus Christi, en el estado de Texas, y, tras un periplo alrededor de 21 ciudades norteamericanas, concluir¨¢n el viaje a finales de diciembre en la costa oeste de Estados Unidos, en San Diego, California.
Una fiesta
Las r¨¦plicas de la nao y las dos carabelas de la flotilla de Col¨®n, hechas de roble y pino con clavos de hierro forjado y enormes velas de lino, parec¨ªan salidas de una cinta cinematogr¨¢fica, a su llegada a Miami. Tanto, que el embajador de Espa?a en Washington, Jaime de Ojeda, defini¨® como "p¨¢ginas de la historia".
La multitud de lanchas, botes y yates que acompa?aron a las naves fue tal que la guardia costera de Miami tuvo que redoblar esfuerzos para evitar que un accidente empa?ara las celebraciones. S¨®lo un detalle t¨¦cnico hizo variar a ¨²ltima hora los numerosos planes para la entrada de las carabelas a puerto: el m¨¢stil mayor de La Santa Mar¨ªa. La nao que llev¨® a Col¨®n en sus expediciones no pudo entrar junto a La Pinta y La Ni?a por el canal que estaba previsto porque el m¨¢stil result¨® siete metros m¨¢s alto que el nuevo puente que une el muelle con la tierra firme y le toc¨® entonces llegar sola por una ruta alternativa.
El d¨ªa safl¨® a pedir de boca con un brillante sol y vientos que hincharon majestuosamente las velas de lino, adornadas con la cruz de Santiago, que seg¨²n los investigadores acostumbraban a usar los nav¨ªos en tiempos de Col¨®n. Sobre los m¨¢stiles ondeaba el pend¨®n de Castilla y la bandera con los hombres de Isabel y Fernando, los Reyes Cat¨®licos, pero esta vez tambi¨¦n la bandera roja y gualda de Espa?a, el emblema oficial del Quinto Centenario y la bandera del pa¨ªs anfitri¨®n, Estados Unidos. La ¨²nica propaganda publicitaria cerca de las n¨¢ves fue la de la compa?¨ªa espa?ola Iberia, que coloc¨® sus carteles en el yate que llev¨® a los periodistas a recibir a las embarcaciones a alta mar.
El recibimiento para los marinos espa?oles fue m¨¢s caluroso del que ¨¦stos esperaban. Al bajar al muelle 12 del puerto, sudados y tostados por el sol, los nuevos aventureros dijeron que estaban "impresionados" por la cantidad de barcos y de gente que les dieron la bievenida. Ninguno se quej¨® de las duras condiciones en que han tenido que atravesar el Atl¨¢ntico em¨²lando la traves¨ªa de Col¨®n, pero reconocieron que el trabajo de estos antecesores "debi¨® de ser una cosa tremenda", sin sat¨¦lite para guiarse ni provisionaes suficientes. "Ha sido una traves¨ªa muy divertida, inolvidable", cont¨® Jos¨¦ Moreno, perito agr¨ªcola de Sevilla, que a sus 26 a?os decidi¨® dejar atr¨¢s su trabajo para "coger el tren" de las carabelas hacia Am¨¦rica.
Babelia
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