Martin Scorsese encubre con oficio su falta de inspiraci¨®n en 'Cape Fear'
Hab¨ªa mucha expectaci¨®n en la Berlinale ante Cape Fear, o El cabo del terror. Luego, al final de su proyecci¨®n, decepcion¨® a casi todos, y los abucheos ocultaron los aplausos. Una pel¨ªcula dirigida por el neoyorquino Martin Scorsese, que es uno de los pocos cineastas de hoy dignos de ser considerados cl¨¢sicos vivientes, merece siempre verse. Incluso cuando, como ocurre en ¨¦sta, el refinado oficio, que otras veces -recu¨¦rdese su reciente Uno de los nuestros- nutre su talento, se convierte en un calculado camuflaje que esconde la falta de inspiraci¨®n.
El cabo del terror, basada en la novela Los ejecutores, de John MacDonald, es una pel¨ªcula que realiz¨® hace cosa de 30 a?os el buen artesano y mediocre cineasta J. Lee Thompson. Le sali¨® una aceptable pel¨ªcula -tal vez su mejor trabajo-, que, aunque hoy est¨¦ casi olvidada y sea letra peque?a en la historia del cine, fue relevante en su tiempo e impresion¨® gracias a las presencias del bueno Gregory Peck y, sobre todo, del malo Robert Mitchum, que hizo all¨ª una creaci¨®n genial.Peck y Mitchum vuelven a aparecer en la versi¨®n de aquel Cape Fear en que -probablemente s¨®lo para ganar dinero, aunque no lo diga- se ha embarcado Martin Scorsese, rompiendo as¨ª su l¨ªnea de independencia frente a los grandes estudios de Hollywood. Rizando el rizo, Mitchum y Peck interpretan ahora dos peque?os personajes epis¨®dicos de car¨¢cter respectivamente contrario al de sus formidables ejercicios de protagonismo en la primera versi¨®n de la pel¨ªcula. El lugar de Peck lo ocupa ahora Nick Nolte, y el de Mitchum, Robert de Niro. Y entre ambos est¨¢ ni m¨¢s ni menos que Jessica Lange. No hace falta decir que los tres act¨²an como se espera de ellos, y que es un regalo verlos llenar de vida a sus personajes de cart¨®n piedra.
Y un regalo es tambi¨¦n el derroche de sabidur¨ªa con que Scorsese organiza y compone un relato en el que evidentemente no cree, aunque los contratos publicitarios le obliguen a decir lo contrario. "El mal atrae", dice el cineasta, 'Tascina, despierta la atenci¨®n. Me he movido al hacer esta pel¨ªcula entre el placer que proporciona jugar al suspense y el horror que crea representar al horror. Me preocupan sobre todo las cuestiones relativas al estilo y, aunque el proyecto de Cape Fear me sea ajeno, lo hice m¨ªo e intent¨¦ conservar en ¨¦l esta inquietud por el estilo, que siempre pongo en primer t¨¦rmino en todas las pel¨ªculas que hago".
Y a?ade: "Yo no me he inventado la obscenidad ni la violencia. Lucho contra ellas, pero mi forma de combatirlas consiste en representarlas".
Scorsese dice verdades, pero tambi¨¦n miente un poco. Incluso parece que pide a media voz disculpas por haber hecho una pel¨ªcula en el fondo insincera: tensa, emocionante, terror¨ªfica incluso, pero situada por debajo de sus posibilidades como artista: cine menor hecho por un talento mayor. Scorsese es consciente de ello y organiza algunas escenas de Cape Fear a su manera.
Estas escenas le sirven en realidad de coartada personal y estil¨ªstica, pero no solucionan el problema de fondo de la pel¨ªcula, sino que lo complican, pues, aunque tales escenas tengan sinceridad, otras -las m¨¢s- en cambio no la tienen: son buena mec¨¢nica cinematogr¨¢fica y poco m¨¢s. Scorsese emplea por ello su talento para mentir, cosa que nunca hab¨ªa hecho hasta su desafortunado documental sobre Giorgio Armani y esta Cape Fear, que le dar¨¢ buen dinero, pero que nada a?adir¨¢, sino al contrario, a su hasta ahora insobornable carrera.
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