El Likud y los laboristas, uni¨®n a la fuerza
Las pr¨®ximas elecciones israel¨ªes, con Isaac Shamir e Isaac Rabin como candidatos de los dos grandes partidos, y enmarcadas por el proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo y la campa?a electoral en EE UU, tienen altas probabilidades, seg¨²n el autor, de desembocar en una coalici¨®n entre el Likud y los laboristas.
En el momento en que Israel se prepara para elegir su decimotercer Parlamento, la pregunta que m¨¢s est¨¢ en el aire es si los resultados van a suponer el regreso al poder de una coalici¨®n de derechas dominada por el Likud o si el electorado va a pasarse en esta ocasi¨®n al centro pol¨ªtico. No hay muchas posibilidades de que suceda esto ¨²ltimo, aunque, desde luego, puede suceder. La Administraci¨®n saliente de Isaac Shamir fue una triste historia de extra?as prioridades e ineptitud ejecutiva, iluminada ¨²nicamente por el hecho innegable de haber iniciado un proceso de paz que, a pesar de ser an¨¦mico, puede suponer potencialmente un momento decisivo. Sin embargo, el Gobierno sucumbi¨® a manos de sus socios de la ultraderecha, para quienes las intenciones del Likud de ofrecer la autonom¨ªa a los palestinos significa poner en peligro los intereses vitales del pa¨ªs. Esto no s¨®lo da lugar a una situaci¨®n surrealista, dado el hecho innegable de que el Gobierno de Shamir ha sido el m¨¢s nacionalista que ha habido jam¨¢s en Israel, sino que adem¨¢s estos antecedentes de la crisis podr¨ªan determinar tambi¨¦n el tono de la pr¨®xima campa?a electoral, complic¨¢ndola gravemente. Las fuerzas en litigio van a tener una dura tarea para encontrar el enfoque adecuado a la cuesti¨®n.Desde una perspectiva de centro-izquierda, el Likud no puede considerarse de ninguna manera como una fuerza pacificadora verdadera. Su negativa a priori a aceptar la posibilidad de un compromiso territorial se considera como una postura abocada al fracaso, y su oferta de "paz a cambio de paz", sobre la base del actual statu quo geogr¨¢fico, como una formidable ilusi¨®n en el mejor de los casos. Pero el que haya sido desacreditada por la ultraderecha en las fases iniciales de las conversaciones de paz hace que le resulte dif¨ªcil al centro-izquierda probar que ¨¦sta hubiera sido la posici¨®n final que habr¨ªa adoptado el Likud en las dif¨ªciles negociaciones. En otras palabras, que la l¨ªnea dura adoptada por Shamir no ten¨ªa como objetivo obtener el mejor acuerdo posible de la otra parte.
Grave dilema
El Likud, por su parte, se va a ver tambi¨¦n enfrentado a un grave dilema. ?Deber¨ªa intentar refutar las tesis de la ultraderecha, insistiendo en su inquebrantable fidelidad a las posiciones nacionalistas extremadas, o deber¨ªa intentar competir con laboristas e izquierdistas en el tema de la paz y tratar de impresionar al electorado con sus sinceros esfuerzos de paz? Se trata de una dif¨ªcil elecci¨®n entre dos posiciones embarazosas.
En cualquiera de los dos casos, la ultraderecha puede aspirar a beneficiarse pol¨ªticamente el d¨ªa de las elecciones acusando al Likud de deslealtad a la idea del gran Israel y a los intereses de los 120.000 colonos que viven en los territorios administrados.
Los laboristas tienen otros problemas m¨¢s relacionados con el mismo tema. Por un lado, querr¨¢n presentarse como mucho m¨¢s abiertos que el Likud en el tema de la paz, pero como tienen que dirigirse tambi¨¦n a los votantes desencantados del Likud puede que no les resulte f¨¢cil convencerles de que ha llegado la hora de arriesgarse a hacer concesiones importantes a una poblaci¨®n ¨¢rabe cuya verdadera conversi¨®n a una situaci¨®n de coexistencia pac¨ªfica est¨¢ a¨²n por demostrar. As¨ª, pues, parece l¨®gico que, a pesar de que los laboristas van a utilizar con fuerza el tema de la paz en la campa?a electoral, tendr¨¢n que atacar con mayor vigor a¨²n al Likud por su vulnerable historial en cuestiones econ¨®micas. M¨¢s concretamente, por la incapacidad del Gobierno para atraer inversiones y crear empleos para los cientos de miles de nuevos inmigrantes, por haber permitido que aumente el paro a unos niveles sin precedente, por derrochar dinero en nuevos asentamientos en los territorios ocupados y por haber complicado gravemente las important¨ªsimas relaciones con Estados Unidos -a causa de, entre otras, la cuesti¨®n de los asentamientos-. Y todo ello en un momento en el que el Likud necesita conseguir de la Administraci¨®n norteamericana garant¨ªas de pr¨¦stamos por nada menos que 10.000 millones de d¨®lares norteamericanos en los pr¨®ximos cinco a?os, necesarios para absorber la incesante oleada de inmigrantes. Sin embargo, los laboristas tienen mayores preocupaciones en sus filas.
El 19 de febrero, los laboristas eligieron su candidato al cargo de primer ministro en unas elecciones primarias; la lucha fue, como lo es desde hace muchos a?os, entre Simon Peres e Isaac: Rabin, ambos, antiguos jefes de Gobierno y cuya antigua rivalidad es en gran medida responsable de la fuerte ca¨ªda y de la lenta recuperaci¨®n del Partido Laborista desde su derrota ante el Likud de Men¨¢jem Begin en 1977. Gan¨® Rabin.
Muchos israel¨ªes, si se les pre gunta qu¨¦ piensan de estos dos veteranos dirigentes, dicen que si bien Peres es un pol¨ªtico m¨¢s imaginativo y de m¨¢s talento y fue mejor primer ministro que Rabin, tiene graves problemas de credibilidad con la gran mayor¨ªa del electorado, que proba blementejuzga que Rabin, considerado globalmente como m¨¢s duro, tiene m¨¢s posibilidades de vencer al Likud en las elecciones. El Likud hubiera preferido sin duda una victoria de Peres sobre Rabin, m¨¢s popular. La victoria de Rabin en la carrera para la direcci¨®n del Partido Laborista va a determinar en gran medida las t¨¢cticas de campa?a del Likud.
El Likud tiene igualmente un gran problema de liderazgo, aunque, a la hora de la verdad, ha optado por renovar su confianza en Shamir, tal vez por por ¨²ltima vez. Tiene 76 a?os.
As¨ª, pues, parece que el Likud va a realizar una campa?a dominada por el tema de la paz, no s¨®lo para minimizar los costes de una campa?a centrada en cuestiones econ¨®micas y sociales, donde su historial es tremendamente pobre, sino tambi¨¦n porque la paz es un tema popular en la Administraci¨®n y el Congreso norteamericanos, que tendr¨¢n pronto que decidir si, y en qu¨¦ condiciones, se conceden a Israel las garant¨ªas de pr¨¦stamos que tan urgentemente necesita. Pero, si el Likud se inclina por la cuesti¨®n de la paz con la mirada puesta en Washington, tendr¨¢ que mostrar una actitud m¨¢s flexible en las negociaciones de paz y modificar su pol¨ªtica de asentamientos en los territorios ocupados, con el peligro de decepcionar a muchos verdaderos creyentes. ?Puede conseguirlo Shamir? No hay duda de que les crear¨ªa muchos problemas a los laboristas.
De una manera muy peculiar y por primera vez, las pr¨®ximas elecciones de Israel podr¨ªan verse influenciadas en gran medida por la interpretaci¨®n que Washington haga de la situaci¨®n israel¨ª. Si Bush concede a Israel las garant¨ªas de pr¨¦stamos solicitadas, incluso de manera cond¨ªcional, estar¨¢ indudablemente ayudando a Shamir en su campa?a. Si se niega, o si Shamir no acepta las condiciones de Washington, resulta dificil prever a estas alturas el impacto.
Castigo electoral
0El electorado puede castigar al Likud por haber situado las relaciones entre Israel y EE UU bajo m¨ªnimos cuando Israel se encuentra en dificultades econ¨®micas, o premiar la actitud de desaf¨ªo de Shamir. Bush, que ha de pensar en sus propios problemas electorales, tiene ante s¨ª un grave quebradero de cabeza y tendr¨¢ que tomar una decisi¨®n muy pronto. Es un secreto a voces que preferir¨ªa un Gobierno israel¨ª m¨¢s en l¨ªnea con los planes norteamericanos para Oriente Pr¨®ximo que otro en el que el Likud mantendr¨ªa su hegemon¨ªa, aunque puede que no sepa c¨®mo conseguir llevarlo al poder.
As¨ª, pues, la campa?a electoral promete ser movida y muy confusa. Muchos nuevos votantes acudir¨¢n a las urnas por primera vez, entre ellos decenas de miles de nuevos inmigrantes. Hay fuertes protestas y descontento en el pa¨ªs, aunque sin centrarse de manera clara en una ¨²nica cuesti¨®n, pues la pol¨ªtica en general est¨¢ desacreditada. Todav¨ªa resulta muy dif¨ªcil saber qu¨¦ es lo que va a pasar. Y adem¨¢s del mencionado aspecto de la postura de Estados Unidos, no se deber¨ªan subestimar los imponderables, que en el Oriente Pr¨®ximo pueden siempre aumentar la confusi¨®n tanto de los votantes nuevos como de los experimentados entre hoy y el d¨ªa de las elecciones.
No obstante, si bien resulta tremendamente azaroso hacer un pron¨®stico del resultado de las elecciones, muchos observadores est¨¢n de acuerdo en que, sea cual sea, al final el Likud. y los laboristas tendr¨¢n que unir sus fuerzas para formar el pr¨®ximo Gobierno. Por muy embarazoso que ello pueda resultarles a los dos. Si as¨ª vuelve a suceder, ser¨¢ un matrimonio muy dif¨ªcil, aunque quiz¨¢ m¨¢s eficaz de lo que podr¨ªa esperar cualquiera de esos partidos de vivir en pecado y en total dependencia con partidos menores, mucho m¨¢s voraces e insaciables.
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