Madrid mete miedo a su hinchada
Con el rabillo del ojo en el simuIt¨¢neo y el coraz¨®n cuajado. As¨ª es como vive ¨²ltimamente la pe?a de Chamart¨ªn los partidos de su equipo. Malos tiempos, pues, para la afici¨®n mejor tratada de Espa?a. El Madrid se pierde en debates menores, como es el estado de ¨¢nimo de Hugo S¨¢nchez, un jugador hoy por hoy disminuido, y olvida cuestiones urgentes, como es su paulatino divorcio con la afici¨®n. As¨ª fue que la victoria sobre el Sporting (1-0) se antoj¨® enclenque y precaria a s¨®lo dos d¨ªas de acudir al Camp Nou para discutir el liderato a un Barcelona capaz de ganar en el Carlos Tartiere, funesto estadio para Cruyff. El de ayer fue para el Madrid un ejercicio de autoestima, m¨¢s por capitalizar el gol de Butrague?o y controlar con mentalidad ahorradora la consecuci¨®n de los dos puntos que por exhibir un juego generoso y de posibles. Lo dijo Schuster: el Madrid se ha puesto el mono. Cierto. El problema es que la parroquia de Chamart¨ªn no gana para sustos.El Madrid desatasc¨® el partido en una jugada ¨¢spera y de dudosa legalidad. Lasa encontr¨® un bal¨®n en el v¨¦rtice izquierdo del ¨¢rea y busc¨® la l¨ªnea para centrar. El cuero lleg¨® al segundo palo, y all¨ª encontr¨® a Mu?iz. Encima de ¨¦l, Hierro, quien cabece¨® al palo tras su impetuosa arremetida. El Buitre que llevaba rato ya husmeando por su zona en busca de algo que llevarse a la boca, pate¨® a placer. Cien goles lleva el delantero madridista marcados ya en la Liga espa?ola, uno de esos toques de distinci¨®n a los que el ¨ªdolo ha acostumbrado a sus incondicionales, incluso en los momentos de mayor adversidad.
El gol tuvo un valor inmenso para los hombres de Beenhaker, que hab¨ªan comenzado a evidenciar s¨ªntomas de desconfianza y confusi¨®n a lo largo de una primera mitad en la que redundaron en los peores aspectos de su juego. El Madrid de Beenhakker es un retablo de estilos de irregular conjunci¨®n. Ah¨ª conviven el atolondramiento de Villarroya y la geometr¨ªa de Michel, la inspiraci¨®n de Butrague?o y la impotencia de Hugo S¨¢nchez, la ineguridad de Chendo y el egoista repertorio de Hagi. Todo ello aderezado por la peor evidencia: el bal¨®n es patrimonio de los peores. Despu¨¦s de Michel s¨®lo hay incertidumbre. La grada de Chamart¨ªn, fiel como pocas, no acaba de tragar el guiso y no duda ya en broncar a sus ¨ªdolos. Pitos,casi tantos como miedo, hubo ayer en el Bernab¨¦u, donde cualquier equipo se atreve ya a exigir credenciales de l¨ªder al l¨ªder.
No fue ¨¦ste el caso del Sporting, para fortuna de los locales. Al equipo de Ciriaco Cano se le esperaba gallito en Concha Espina, sobre todo despu¨¦s de su hombrada en el Camp Nou. Sin embargo, al t¨¦cnico asturiano se le vio plumero miedica cuando dej¨® solo a un hombre en punta (Juanele) y desperdici¨® la riqueza creativa de Manjar¨ªn al ubicarlo como tap¨®n defensivo por la banda izquierda. Mucho lujo es ¨¦se para apagar tan poco fuego como el de Villarroya. Con unclaro 5-4-1, el Sporting quiso minar su terreno y especul¨¦ con el empate. Otro error cuando se juega con el Madrid.
Las consecuencias de todo ello fueron evidentes. El Madrid s¨®lo tir¨® dos veces a puerta antes del gol de Butrague?o: un penoso lanzamiento de Lasa con su pierna mala y un cabezazo de Hugo de escasa entidad. El Sporting tuvo que esperar hasta el minuto 64 para obligar a Buyo a desentumecer las articulaciones. El testarazo de Monchu llevaba cicuta. Fue de los buenos: picado y al palo. Pero Buyo se hace goma en segundos as¨ª.
Ciriaco busc¨® en Luhovy y Monchu remedio a su taca?oplanteamiento. Gan¨® as¨ª algo de p¨®lvora el Sporting y el partido agradeci¨® esta circunstancia, ya que el bal¨®n encontr¨® m¨¢s espacios para discurrir. Hubo entonces alguna que otra ocasi¨®n de gol, sobre todo para el Madrid, dedicado ya a jugar a la contra. Sin embargo, no hubo suficiente ox¨ªgeno en esta mejor¨ªa para que la hinchada consumiera con tranquilidad la segunda mitad. Cada bal¨®n que el Sporting meti¨® en el ¨¢rea madridista silenci¨® Chamart¨ªn. No lleg¨® el gol de la tranquilidad y tampoco noticias desde Oviedo. Entre suspiros, maldiciones y t¨ªmidos aplausos vivi¨® la afici¨®n unos ultimos minutos no aptos para enclenques.
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