Extranjeros
Lamentable es la situaci¨®n de los extranjeros en Espa?a. El procedimiento de regularizaci¨®n de trabajadores extranjeros no ha conseguido los efectos deseados, por resolver el problema de forma parcial e injusta (se excluye, con car¨¢cter discriminatorio, a aquellos sobre los que pesa una orden de expulsi¨®n, cuando todos los acogidos a dicho proceso eran potencialmente expulsables). En lenguaje orwelliano, el extranjero en Espa?a se ha convertido en una no-persona. La xenofobia se extiende sin remedio, pues se palpa en el ambiente. Todos -sudacas, moros, polacos y desheredados- bailan el vals de la desesperanza.Recientemente, el director general de Pol¨ªtica Interior anunci¨®, con gran alharaca, en el Congreso que el Ministerio del Interior anular¨ªa la mayor¨ªa de los decretos de expulsi¨®n (aclaremos que no se abren por motivos delictivos, sino por carecer de permiso de residencia o trabajo) abiertos a inmigrantes ilegales. Ni noticia se tiene de que ello se haya puesto en marcha.
Algunos abogados (no alineados, s¨ª comprometidos con los desheredados), con mucho fr¨ªo, rabia e impotencia, soportamos colas de hasta dos horas en las dependencias del Ministerio de Trabajo de la madrile?a plaza de Cristino Martos mientras los funcionarios, personal contratado y guardias jurados de servicio nos dispensan un tratamiento que destila desprecio y desconsideraci¨®n. Al llegarnos el turno, debemos soportar que se nos diga que s¨®lo podemos preguntar por un ¨²nico expediente. En realidad, todos somos no-personas. La nueva ley que regular¨¢ la actuaci¨®n de la Administraci¨®n p¨²blica pasar¨¢ por ser una norma de buenas intenciones, porque hace falta un cambio de mentalidad, impensable en esta Espa?a del V Centenario.
Rahma, una empleada de hogar marroqu¨ª, solicit¨® hace seis semanas su permiso de residencia. Harta de esperar, hubo de viajar a Marruecos (en ese periodo de tiempo fallecieron en aquel entra?able pa¨ªs una hija y su padre). Regres¨® hace escasos d¨ªas, tras pagar 150.000 pesetas a los desaprensivos de turno que la introdujeron ilegalmente en Espa?a. Ahora sigue esperando. Hamid, tambi¨¦n marroqu¨ª, no pudo otorgar un poder para pleitos en una notar¨ªa madrile?a porque, sencillamente, no les gustaba su aspecto. Ni ser comunitario es motivo de tranquilidad. Los italo-argentinos siguen soportando
Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior que se les desconozca su condici¨®n de s¨²bditos comunitarios.
En el ascensor de mi casa leo una pintada que dice: "Sudacas, moros, jud¨ªos y rojos, al pared¨®n". Lamentable.
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