Batucada a la madrile?a: el ritmo afrobrasile?o conquista desde la fiesta hasta la protesta
La batucada brasile?a lleg¨® a Madrid a finales del siglo pasado, pero su popularidad ha ido creciendo exponencialmente y hoy ya hay m¨¢s de 50 agrupaciones en la Comunidad
En la plaza de toros de Parla suenan tambores brasile?os. Es de noche y el term¨®metro marca diez grados cent¨ªgrados, pero m¨¢s de veinte personas se han reunido para tocar en una batucada que no entiende de edades ni de profesiones. Al frente, el mestre Alfredo del R¨ªo va poniendo en s¨ªlabas los ritmos que luego reproducir¨¢n las masas al saltar sobre los tambores. Esta es la escuela Bloco Manglar, y es solo una de las m¨¢s de 50 batucadas que han proliferado en la Comunidad de Madrid en los ¨²ltimos a?os. ¡°La escuela se llama as¨ª porque el manglar es un ecosistema en el que conviven organismos muy diferentes¡±, explica el mestre durante una pausa en el ensayo. Mientras, los alumnos aprovechan para abrir cervezas y comer patatas y aceitunas que ha tra¨ªdo una compa?era para celebrar su cumplea?os.
Hay colegios que ofrecen extraescolares de batucada, batucadas que se alquilan para eventos y las manifestaciones ya no se entienden sin la batucada. Del R¨ªo, quien tambi¨¦n maneja una web dedicada a la percusi¨®n afrobrasile?a, asegura que el crecimiento de este movimiento es exponencial, porque es com¨²n que los integrantes se separen y formen nuevos grupos, que van enriqueciendo el cat¨¢logo de comunidades dedicadas a la batucada en Madrid.
De las calles de Salvador de Bah¨ªa a las de Madrid. El germen de la batucada ¨Dt¨¦rmino que se usa para referirse al ritmo, el baile y la agrupaci¨®n a la vez¨D viene de ?frica, pero en Brasil tom¨® la forma que hoy la identifica internacionalmente como el sonido de la favela, de la samba y del carnaval. En la segunda mitad del siglo pasado lleg¨® a Europa con los emigrados brasile?os y a finales ya estaban instaladas las primeras escuelas en Espa?a. En Madrid ha crecido y se ha enriquecido de tal manera que tiene tanto de brasile?a como de espa?ola.
Una de las primeras escuelas de batucada en Madrid la fund¨® Fernando Marconi, un brasile?o que termin¨® convirti¨¦ndose en precursor de un movimiento casi sin querer. ¡°Nunca pens¨¦ dar clases de samba batucada, pero llegu¨¦ aqu¨ª y mont¨¦ una escuela por la necesidad de ser percusionista, de defender mi cultura¡±, cuenta Marconi v¨ªa telef¨®nica. En aquellos tiempos era algo ¡°ex¨®tico¡±, pero nadie pod¨ªa negar que ver a todas esas personas juntas tocando a la vez ¡°daba un subid¨®n¡±.
Para muchos de los integrantes de Bloco Manglar, la batucada es una manera de desconectarse de un trabajo absorbente, como Mar¨ªa Guijarro, una abogada que desde hace siete a?os comenz¨® a tocar sin tener ni idea de la t¨¦cnica musical. Pero lo mejor de la batucada, dice ella, es que desde el primer d¨ªa los aprendices pueden tocar un instrumento junto al grupo: no hay d¨ªa de ir ¡°como pollo sin cabeza¡±. ¡°Aprender es cuesti¨®n de ensayo y repetici¨®n. Yo empec¨¦ con uno sencillo y poco a poco fui pasando a otros m¨¢s complicados¡±, resalta.
Cuando Fernando Marconi lleg¨® a Espa?a los ritmos que m¨¢s se tocaban era los de la samba carioca o enredo, t¨ªpica de los carnavales de R¨ªo de Janeiro, cuya velocidad y t¨¦cnica es m¨¢s compleja que otros como la samba reggae, que se populariz¨® despu¨¦s. Seg¨²n Marconi, en Brasil a diferencia de Espa?a, donde las escuelas se han ido hacia la vertiente ¡°m¨¢s lenta¡±, la samba carioca ha ido evolucionando, haci¨¦ndose m¨¢s de all¨ª, m¨¢s t¨¦cnica e inaccesible para los autodidactas. ¡°Ahora para tocar en una escuela de samba hay que tener una t¨¦cnica incre¨ªble. Son muy precisos¡±, asegura.
De los alumnos de la escuela de Marconi, fundada a mediados de los a?os 1990, surgieron algunos de los mayores defensores de la batucada en Espa?a. Antonio Monedero es uno de ellos. Recuerda que su primera clase con el mestre marc¨® tambi¨¦n el inicio de su carrera en la percusi¨®n afrobrasile?a. Tiempo despu¨¦s fund¨® junto a un amigo Zumbal¨¦, una escuela de m¨¢s de 15 a?os con sede en el distrito de Usera, que en un aula insonorizada de poco menos de 30 metros cuadrados re¨²ne a casi 20 personas por sesi¨®n.
Es un aula de clases como la de cualquier colegio: hablan durante los recesos de qu¨¦ han hecho ese d¨ªa, se pasan una bolsa de caramelos y tocan sus propios compases mientras el maestro corrige individualmente a un alumno que no est¨¢ dirigiendo el arreglo como es, ¡°fuerte hacia la derecha¡±. Acaba el recreo y Monedero marca en su timbal el siguiente ritmo: tumpa tumpa tumpa tumpa tum-p¨¢ tutupa-pa tutu-p¨¢.
Con rigurosidad t¨¦cnica ense?a los ritmos propios de Salvador de Bah¨ªa y sus alumnos los reproducen casi a la perfecci¨®n, pero el mestre reconoce que hay muchas agrupaciones que est¨¢n m¨¢s interesadas en la parte social de la batucada que en la destreza t¨¦cnica. ¡°En el fondo en Salvador de Bah¨ªa sucede algo parecido. Lo importante es la comunidad que se crea a trav¨¦s de la m¨²sica¡±.
Los miembros Samba da Rua ¨Duna batucada mixta, de las m¨¢s antiguas de Madrid, pero en la que casi todas son mujeres¨D antes practicaban en un local, que el due?o convirti¨® en vivienda, as¨ª que tuvieron que mudarse. Demoraron un a?o en encontrar el espacio que hoy tienen en una nave del pol¨ªgono industrial de Villaverde. ¡°Tuvimos una fase de tocar en plena calle¡±, cuenta Sara L¨®pez, miembro de Samba da Rua. Podr¨ªan haber esperado a encontrar un lugar mientras ensayaba cada cual en casa pero, asegura, una batucada no tiene sentido si no est¨¢ el grupo.
Sus integrantes definen a Samba da Rua como ¡°un colectivo descentralizado¡±. La maestrinha va rotando en cada tema al igual que varios de los instrumentos: una que toca la caja, en el siguiente tema coge el agog¨®. ¡°Aqu¨ª compartimos la vida¡±, dice Raquel Hern¨¢ndez, a quien sus compa?eras llaman cari?osamente Raquela para diferenciarla de otras Raqueles del grupo. Antes de conocer Samba da Rua, Hern¨¢ndez estaba en otra batucada ¡°demasiado centralizada, demasiado organizada¡± y ella quer¨ªa algo m¨¢s ¡°grupal¡±. De eso hace ya 15 a?os. ¡°Esto es como una familia, esto es casa¡±, asegura ella.
¡°La samba siempre ha estado asociada a la clase pobre, y sobre todo a la comunidad negra¡±, destaca. La batucada surgi¨® como una forma de que los esclavos en Brasil reivindicaran sus derechos. Bajo ese concepto naci¨® y se desarroll¨®. Marconi dice que el carnaval, cuatro d¨ªas a todo ritmo, era su manera de defender sus ra¨ªces disfrazando la protesta con el traje de la fiesta.
Las amigas de la maestrinha Blanca Halaoui la animaron a crear una escuela de batucada solo para mujeres hace cuatro a?os, que hoy es Marakanai y que el ¨²nico problema que tiene es que el 100% de las que prueban, se quedan. Hoy son al menos 100 integrantes, de 15 nacionalidades diferentes, unidas por la m¨²sica y por el feminismo. Marisa de la Orden, una de las integrantes ¡°mitad espa?ola, mitad dominicana¡± lleg¨® a la escuela buscando a trav¨¦s del ejercicio f¨ªsico de tocar los tambores recuperarse de un accidente con traumatismo craneal que le imped¨ªa coordinar los brazos y las piernas. Hace mucho que se recuper¨®, pero sigue haciendo el viaje desde Aranjuez hasta Hortaleza para cada clase. Para Esther Antol¨ªn, la batucada tambi¨¦n iba a ser algo temporal. Al quedar en paro decidi¨® aprovechar el tiempo libre apunt¨¢ndose a la escuela de Halaoui. El paro le dur¨® un mes y la batucada, tres a?os y contando, dice riendo Antol¨ªn. Pero lo que m¨¢s orgullosa le tiene es que las llamen para participar en manifestaciones. ¡°Es la potencia que sientes al tocar, el sentimiento de la comunidad, el empoderamiento¡±, explica.
Tanto de la Orden como Antol¨ªn participaron en la batucada que acompa?¨® a la m¨¢s reciente manifestaci¨®n contra la violencia de g¨¦nero el 25N, para la que estuvieron ensayando junto a otras participantes independientes, ya que a la protesta no acuden representando a ninguna agrupaci¨®n. El debate de si la batucada puede o no incluirse en las manifestaciones divide las aguas, pero a¨²n as¨ª, se ha popularizado tanto su parte festiva como la comunitaria y la social.
Fue el 15M ¨Den ello coinciden varios de los consultados¨D marc¨® para las manifestaciones que vendr¨ªan el lugar que pod¨ªan tener las batucadas a la hora de protestar por las causas sociales. ¡°En grandes manifestaciones la batucada es importante para hacer un llamado de atenci¨®n, pero si la manifestaci¨®n necesita tener una voz, es m¨¢s importante eso que la m¨²sica¡±, explica Halaoui, quien no es partidaria de que todas cuenten con los mismos ritmos brasile?os, porque argumenta que en el contexto de Brasil la samba es muy reivindicativa, pero aqu¨ª se entiende m¨¢s como carnaval.
Marconi cree que eventos como el carnaval, de cierta forma, han ido institucionalizando la batucada, la ha inclinado m¨¢s hacia el baile y el espect¨¢culo, pero su trasfondo sigue siendo el de ¡°300 personas que se re¨²nen para tocar cuando, a veces, no han ni ensayado¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.