Im¨¢genes de lo indeterminado
Georg HeroldGaler¨ªa Juana de Aizpuru. Madrid.
Pocos contextos han vivido de un modo tan particularmente extremo, entre la lucidez radical y la vehemencia dram¨¢tica en los gestos, la quiebra de la modernidad y el germen de disoluci¨®n que ro¨ªa sus sue?os, como el arte alem¨¢n de las ¨²ltimas d¨¦cadas. En ese caso, el debate queda agravado, sabemos, por una crisis de identidad de car¨¢cter mucho m¨¢s amplio que, desde el fin de la II Guerra Mundial, abarca el tejido entero de su cultura, con la escisi¨®n esquizofr¨¦nica del pa¨ªs y de su conciencia nacional. Es en esa filiaci¨®n, que abarca desde el paradigma generacional de un Beuys hasta el vertiginoso desenfado de las actitudes gestadas en los ochenta, donde cobra su coherencia natural la descarnada identidad de las propuestas de Georg Herold.
Formado en Hamburgo junto a Polke, Herold (lena, RDA, 1947) viewdesarrollando su intempestiva exploraci¨®npersonal en Colonia, desde un clima que, en su caso, establece lazos de complicidad con el c¨ªrculo integrado por figuras como Kippenberger, B¨¹ttner o los hermanos Oehlen.
Renuncia extrema
En un texto publicado a finales de los ochenta, Friedemann MaIsch centraba uno de los rasgos esenciales de la actitud de Georg Herold en el hecho de que, en sus piezas, "la forma desaparece como fuerza estructurante en la realizaci¨®n de la obra". Y, en efecto, antes que, la misma brutalidad epid¨¦rmica con que nos chocan algunos de sus gestos e im¨¢genes, la desaz¨®n que nos provoca el trabajo de Herold tiene su origen vertebral en esa renuncia extrema De hecho, todas las rupturas que jalonan la memoria de la vanguardia, incluso en la misma explosi¨®n iconoclasta del dada¨ªsmo, sustituyen al fin un orden formal por otro, desconcertante en su origen por el ignorado territorio ling¨¹¨ªstico que explora, pero que acaba siempre por sedimentar un nuevo h¨¢bito arm¨®nico.
La actitud de Herold pone un particular ¨¦nfasis estrat¨¦gico en el rechazo deesa inercia recurrente, buscando, tanto en sus met¨¢foras como en sus asociaciones materiales o su enfrentamiento al espacio, lo que el propio artista ha definido como "principio de indeterminaci¨®n", una inestabilidad esencial que en ning¨²n caso es capaz de precipitar en una ilusi¨®n distinta de orden, salvo cuando el artista recurre a un uso perverso o par¨®dico de una convenci¨®n ling¨¹¨ªstica.
Esta muestra personal, que trae de nuevo a Madrid los trabajos de Herold, nos da cuenta precisa con los cuadros realizados con caviar, la instalaci¨®n de lencer¨ªa abandonada sobre una alfombra o la agobiante acumulaci¨®n objetual del otro espacio de esa singular inestabilidad que marca el aliento turbador de su discurso como de la ambig¨¹edad sustancial que el artista germano extrae a partir del cruce entre la desgarrada impudicia de sus alusiones mordaces y un eco que despierta de su intimidad oscuras estancias del deseo.
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