La convergencia
LA TERCERA y definitiva fase del proceso de Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) exige a los pa¨ªses que pretendan incorporarse a ella un determinado grado de aproximaci¨®n (lo que ha dado en llamarse convergencia) entre sus econom¨ªas y las de aquellos pa¨ªses que en el momento de la evaluaci¨®n correspondiente, finales de 1996, presenten una menor tasa de inflaci¨®n. La asunci¨®n de ese horizonte obliga, en principio, a la presentaci¨®n en Bruselas por cada econom¨ªa nacional de un plan espec¨ªfico que refleje el camino de aproximaci¨®n a ese objetivo, desplegado en varios frentes: inflaci¨®n no superior en 1,5 puntos al promedio de los tres pa¨ªses que tengan ¨ªndices m¨¢s bajos; d¨¦ficit p¨²blico no superior al 3% del producto interior bruto (PIB); deuda p¨²blica que no sobrepase en ning¨²n caso el 60% de dicho PIB; tipos de inter¨¦s a largo plazo nunca superiores en m¨¢s de un punto a los de los tres pa¨ªses que los tengan m¨¢s bajos, y fluctuaci¨®n del tipo de cambio de la moneda correspondiente en la banda m¨¢s estrecha desde dos a?os antes de la plena integraci¨®n.El plan correspondiente a la econom¨ªa espa?ola ya ha sido presentado por el ministro de Econom¨ªa al Consejo de Ministros, y, previsiblemente, en las pr¨®ximas semanas lo ser¨¢ en el Congreso de los Diputados. De sus elementos fundamentales, dados a conocer por este peri¨®dico el pasado jueves, llama poderosamente la atenci¨®n no s¨®lo la presunci¨®n del cumplimiento de las condiciones establecidas en Maastricht, sino su amplia superaci¨®n en cap¨ªtulos tan importantes como los relativos a las finanzas p¨²blicas espa?olas. El ministro de Econom¨ªa propone reducir el d¨¦ficit p¨²blico, situado en el 4,4% del PIB en 1991, al 0,8% al final de 1996.
En dos hip¨®tesis tan centrales como cuestionables parece descansar el andamiaje de ese plan de convergencia: el crecimiento de la econom¨ªa espa?ola durante los pr¨®ximos cinco a?os a tasas del 3,5% de promedio y la contenci¨®n del crecimiento del gasto p¨²blico en un 1% por debajo del correspondiente a la econom¨ªa. Sobre esas bases, la creaci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de empleos, la contenci¨®n de la inflaci¨®n en el 3% o la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s son pron¨®sticos tan gratos como dif¨ªciles de asumir de forma realista. Esa contenci¨®n del gasto p¨²blico de la que derivan todos esos parabienes supone a su vez que ser¨¢n las partidas denominadas sociales -educaci¨®n, desempleo y sanidad- las que soportar¨¢n la mayor carga del ajuste, junto a la reducci¨®n de los gastos de personal de las administraciones p¨²blicas; todo ello, sin aumento alguno de los impuestos en estos pr¨®ximos cinco a?os.
En las circunstancias actuales -escasa capacidad de maniobra de la pol¨ªtica monetaria, dificultades en la elaboraci¨®n de una pol¨ªtica de rentas y problemas en nuestro sector p¨²blico-, orientar la senda de convergencia por la v¨ªa del ajuste presupuestario es inevitable, aunque en modo alguno puede ser suficiente. Todav¨ªa est¨¢n por verse las pol¨ªticas estructurales anunciadas en septiembre pasado por el ministro de Econom¨ªa en el Congreso para eliminar algunas de las ineficiencias del sector servicios. Causa tambi¨¦n extra?eza que ese ajuste presupuestario propuesto no haya sido precedido de unos presupuestos m¨¢s convergentes en el presente ejercicio. El agujero recientemente descubierto en el Inem, cifrado en 430.000 millones de pesetas, da una idea de las dificultades con las que se enfrenta la reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario.
De entrada, el plan de convergencia exige, para que sea cre¨ªble, que sus hip¨®tesis sobre la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola sean veros¨ªmiles. Y despu¨¦s, que el Gobierno oriente sus actuaciones de manera preferente a aquellos sectores y mercados donde siguen aflorando no pocas de las limitaciones asociadas al modelo de crecimiento propiciado en los ¨²ltimos a?os. Es bueno, por ello, que la inversi¨®n p¨²blica mantenga un ritmo de crecimiento significativamente superior al de los gastos corrientes, como lo es reforzar la eficacia en la generaci¨®n de ingresos p¨²blicos a trav¨¦s de la eliminaci¨®n de las bolsas de fraude fiscal todav¨ªa existentes.
La presentaci¨®n de ese plan de convergencia en el Parlamento deber¨ªa dar lugar a un amplio debate pol¨ªtico entre las fuerzas parlamentarias, con aportaci¨®n de alternativas propias. Y tambi¨¦n servir de referencia fiable a las ciudadanos sobre las posibilidades reales que este pa¨ªs tiene para que no queden frustradas esas aspiraciones de mayor bienestar que la completa integraci¨®n europea puede deparar. Un ejercicio, en definitiva, el que han de realizar las fuerzas pol¨ªticas, tan necesitado de verosimilitud como generoso en la definici¨®n de un clima de entendimiento que permita asumir a los ciudadanos esos cinco a?os de esfuerzos.
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