Berl¨ªn y Tokio
UNA SERIE de hechos indican que Alemania y Jap¨®n -los vencidos de la Segunda Guerra Mundial- est¨¢n dejando de ocupar ese lugar at¨ªpico que ven¨ªan desempe?ando en la escena mundial de gigantes econ¨®micos y enanos pol¨ªticos. La actividad de los Gobiemos de Tokio y de Berl¨ªn les convierte en protagonistas de algunos de los grandes problemas del mundo contempor¨¢neo. Cada uno en su terreno y a su modo, ambos est¨¢n trabajando para que el fin de la guerra fr¨ªa y del mundo bipolar no se traduzca en la hegemon¨ªa exclusiva de Washington en los asuntos mundiales. En EE UU, la amenaza militar de la URSS ha sido sustituida por la amenaza econ¨®mica y comercial de Jap¨®n como preocupaci¨®n prioritaria. Est¨¢ lejos la ¨¦poca en que japoneses y alemanes eran los aliados m¨¢s fieles, sumisos y disciplinados de la superpotencia norteamericana. Sin la URSS, cada cual puede aspirar a ser lo que es. Las trabas constitucionales que existen en ambos pa¨ªses para el env¨ªo de tropas al extranjero dificultan que su peso se haga sentir en la vida internacional. En ambos pa¨ªses se produce actualmente un enfrentamiento entre los respectivos Gobiernos conservadores, partidarios de introducir reformas que supriman esas trabas, al menos en relaci¨®n con intervenciones militares decididas por la ONU, y sus oposiciones socialdem¨®cratas, que se resisten a ese revisionismo constitucional. Las restricciones, consecuencia de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial, facilitaron, sin embargo, el impresionante desarrollo econ¨®mico logrado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en Jap¨®n y Alemania, libres de la hipoteca econ¨®mica que para otros pa¨ªses supuso la carrera armamentista.
Sin embargo, Alemania est¨¢ en una posici¨®n muy diferente de la de Jap¨®n: forma parte de la OTAN y de la Comunidad Europea, y ¨¦sta se ha planteado crear un sistema europeo de seguridad, con Francia y Alemania actuando en este tema de com¨²n acuerdo. Al mismo tiempo aparece entre los socialistas alemanes una tendencia a flexibilizar su actitud contraria a todo empleo de fuerzas alemanas en acciones de tipo internacional. Uno de sus dirigentes, Karsten Voigt, ha insinuado la posibilidad de modificar su posici¨®n tradicional en un plazo de dos o tres a?os.
En este marco, el viaje que el ministro de Exteriores alem¨¢n, Genscher, realiz¨® a Tokio el mes pasado tiene una evidente significaci¨®n. Ambos pa¨ªses van a estrechar las relaciones: una cumbre de Kohl y M?yazawa tendr¨¢ lugar este a?o y los ministros de Exteriores respectivos se reunir¨¢n cada seis meses. El hecho m¨¢s novedoso ha sido el ofrecimiento por parte de Genscher para ejercer como mediador en relaci¨®n con el conflicto sobre las islas Kuriles, anexionadas por Mosc¨² al t¨¦rmino de la Segunda Guerra Mundial, y a cuya devoluci¨®n Tokio condiciona el inicio de una pol¨ªtica de ayuda y cooperaci¨®n econ¨®micas con Rusia. Alemania es hoy el pa¨ªs que tiene mayores posibilidades de ser escuchado en Mosc¨². Si logra que el Gobierno ruso se aleje de un cerrilismo nacionalista y adopte una posici¨®n realista, que por otra parte ser¨ªa para ¨¦l muy beneficiosa, Alemania se marcar¨ªa un tanto importante en la escena internacional.
El mayor papel pol¨ªtico de ambos pa¨ªses hace cada vez m¨¢s injustificable su ausencia como miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Si en t¨¦rminos formales este problema es de dificil soluci¨®n en un plazo r¨¢pido -por el texto mismo de la Carta de las Naciones Unidas-, el nuevo secretario general parece resuelto a buscar f¨®rmulas pr¨¢cticas de compensar de una vez esa ausencia. El nombramiento de un japon¨¦s al frente de la operaci¨®n de mayor envergadura emprendida hasta hoy por la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas, la transici¨®n de Camboya a la democracia, es bien significativo al respecto.
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