Confusi¨®n

Leo con inter¨¦s el art¨ªculo publicado en su peri¨®dico el pasado 23 de febrero bajo el t¨ªtulo Las cuentas del dolor. No es mi intenci¨®n al dirigirle esta carta polemizar aun m¨¢s sobre los errores m¨¦dicos o sobre las gestiones que rigen el sistema nacional de salud. Me mueve a dirigirme a usted el ¨²nico inter¨¦s de aclarar uno de los p¨¢rrafos cuya lectura me causa un gran estupor, al comprobar la gran confusi¨®n que reina entre los propios profesionales de la sanidad.Se queja una ginec¨®loga de haber sido operada y padecer despu¨¦s una infecci¨®n que nadie supo detectarle. Lo peculiar de este asunto radica enque la doctora responsabiliza, indirectamente, a un auxiliar de enfermer¨ªa por haber recogido ¨¦l las muestras de orina. Parece evidente, y a un m¨¦dico deber¨ªa parec¨¦rselo m¨¢s, que las infecciones se detectan tras un proceso anal¨ªtico en el que se descubren las anomal¨ªas, no con un simple vistazo a un l¨ªquido.

Por otra parte, tampoco puede pedirse responsabilidades a nadie por ejecutar las ¨®rdenes que otros profesionales extienden y de las que posteriormente se desentienden con una velocidad deslumbrante.-