Cuba, los anillos de la serpiente
Con su archifamoso pr¨®logo a El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx contribuy¨® extraordinariamente a popularizar la tesis hegeliana de que la historia se repite, y tambi¨¦n su propia apostilla de que lo hace una vez como tragedia y otra vez como farsa. Los descalabros del V Centenario parecen estarle dando la raz¨®n, no as¨ª el caso cubano, donde la historia parece condenada a repetirse siempre como tragedia. Nuestra fecha decisiva como naci¨®n no es el universal 92, sino el todav¨ªa casi secreto 98, sobre el que nadie en Espa?a ni en Estados Unidos parece interesado en adelantar una sola palabra pese a que ¨¦sta es tambi¨¦n una fecha clave en sus historias respectivas.En 1898 termin¨® en Cuba la llamada guerra de la independencia, el tercer intento de la isla para liberarse del dominio espa?ol. El cruento conflicto dur¨® tres a?os, y Espa?a se declar¨® dispuesta a gastar en ¨¦l "hasta el ¨²ltimo hombre y la ¨²ltima peseta". Casi lo logra. En 1898, el Tesoro espa?ol estaba exhausto, y la poblaci¨®n, hastiada de una guerra que desangraba la Pen¨ªnsula. Y entonces, cuando el gran objetivo de la independencia nacional que hab¨ªa hecho nacer la identidad cubana estaba por conseguirse, Estados Unidos intervino cosechando los ¨²ltimos frutos del moribundo imperio espa?ol y convirti¨® a Cuba en una neocolonia. Ser¨ªa dif¨ªcil exagerar el sentimiento de frustraci¨®n que invadi¨® la isla al consumarse la tragedia.
En rigor, las intenciones norteamericanas de apoderarse de Cuba eran muy anteriores a 1898. En 1823, el presidente James Monroe perpetr¨® la doctrina que lleva su nombre, en la que advert¨ªa a las potencias europeas que no intervinieran en Am¨¦rica, b¨¢sicamente para oponerse a los deseos brit¨¢nicos de ocupar Cuba aprovechando la debilidad espa?ola. El secretario de Estado John Quincy Adams hizo claras las intenciones del imperio al decir, textualmente, que a su debido tiempo Cuba caer¨ªa en manos norteamericanas como una "fruta madura". Absolutamente todos los presidentes yanquis, de Monroe a Bush, han hecho suyas esas palabras.
Puede decirse que desde 1868 Cuba estaba gr¨¢vida de una revoluci¨®n independentista que no se consum¨® hasta 1959. El socialismo no fue m¨¢s que el nombre que adopt¨® esa urgencia, y la alianza con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, una opci¨®n estrat¨¦gica para equilibrar el formidable poder de Estados Unidos. Pero el socialismo ha fracasado estrepitosamente en Europa del Este; la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el ¨²nico poder europeo que ret¨® la doctrina Monroe, ya no existe, y como en 1898, Cuba est¨¢ sola frente a su tr¨¢gico destino.
Me resulta imposible describir en detalle la dram¨¢tica situaci¨®n de la vida cotidiana en la Cuba de hoy. Baste decir que como consecuencia del bloqueo norteamericano y la desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero tambi¨¦n de las m¨²ltiples barbaridades pol¨ªtico-econ¨®micas cometidas por la direcci¨®n cubana, incluso los logros emblem¨¢ticos de la revoluci¨®n est¨¢n en peligro. Los niveles de alimentaci¨®n descienden d¨ªa a d¨ªa, la calidad de la salud p¨²blica se ha resquebrajado debido a la falta de medicamentos, el empleo pleno pronto ser¨¢ sustituido por un desempleo pleno; resulta c¨ªnico hablar de la dignidad de los ciudadanos de un pa¨ªs que ha establecido una suerte de apartheid entre sus nacionales -verdaderos ciudadanos de segunda- y los turistas.
A esta situaci¨®n calamitosa se la denomina con un eufemismo: periodo especial. Ahora bien, el concepto de periodo implica un fin m¨¢s o menos inmediato. ?Cu¨¢ndo y c¨®mo terminar¨¢ ¨¦ste? De seguir las cosas como van, la situaci¨®n econ¨®mica continuar¨¢ deterior¨¢ndose hasta amenazar las bases mismas de la civilizaci¨®n en la isla e inclusive la propia vida en ella, tal y como augura la luctuosa consigna oficial: Socialismo o muerte. Es seguro que Cuba sola, pobre y bloqueada no podr¨¢ alcanzar el socialismo. ?Debe entenderse entonces que la muerte del pa¨ªs es el ¨²nico fin posible del periodo especial, y que la solidaridad, o la insolidaridad, con el Gobierno cubano consiste en facilitar de un modo u otro este desenlace?
No parecer¨ªa posible que nadie en su sano juicio pudiera pretender tal cosa; sin embargo, tanto la izquierda como la derecha, en Cuba y fuera de ella, est¨¢n llevando agua a ese siniestro molino. La primera, al apoyar la consigna criminal de socialismo o muerte; la segunda, al apoyar un bloqueo no menos criminal que ya dura 30 a?os. Ambas pol¨ªticas se complementan y no dejan otra alternativa que la tragedia, de la que todo un pueblo es prisionero ante los ojos at¨®nitos o morbosos del mundo.
Los norteamericanos est¨¢n siguiendo la misma estrategia oportunista que siguieron en el pasado siglo. Entonces, en lugar de reconocer la beligerancia de los insurrectos cubanos y facilitarles la obtenci¨®n de vituallas, armas y municiones, les dieron la espalda afectando una neutralidad que de hecho beneficiaba a Espa?a, y s¨®lo cuando ambos bandos estuvieron exhaustos intervinieron en la guerra para cosechar los frutos de la rapi?a. Hoy fortalecen el bloqueo y la hostilidad, calculando que el hambre y las dificultades terminar¨¢n por producir una cadena de explosiones civiles que los convertir¨¢ en ¨¢rbitros de la situaci¨®n, facilit¨¢ndoles una intervenci¨®n militar en cierto modo semejante a la que llevaron a cabo en 1898. Esta pol¨ªtica alimenta la actitud numantina del Gobierno cubano, que identifica su continuidad con la independencia nacional y reprime a sangre y fuego cualquier disidencia.
De producirse, el choque frontal de estas posiciones irreductibles generar¨¢ un ba?o de sangre y dar¨¢ inicio a un c¨ªrculo vicioso de venganzas. Creo que el ¨²nico objetivo verdadero de la solidaridad hacia Cuba, desde la izquierda y desde la derecha, es luchar por impedir a toda costa esa cat¨¢strofe, incluso si existiere s¨®lo una posibilidad en un mill¨®n de conseguirlo. Y esa lucha implica oponerse a la pol¨ªtica de socialismo o muerte y al bloqueo, criticar la actitud norteamericana y exigir que el Gobierno cubano contribuya a la b¨²squeda de una soluci¨®n al atolladero. Es necesario llevar a cabo una campa?a internacional que exija al Gobierno norteamericano el levantamiento del bloqueo a cambio de que el Gobierno cubano convoque un plebiscito donde la poblaci¨®n pueda decidir libremente en qu¨¦ sistema pol¨ªtico quiere seguir viviendo en el futuro. El compromiso alcanzado por el Gobierno y la guerrilla en El Salvador, pese a su fragilidad, es un ejemplo de que la raz¨®n puede y debe imponer su ley frente a la muerte.
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