Una s¨ªntesis esquiva

Aunque no abunda la bibliograf¨ªa sobre el tema, no se puede decir que las similitudes entre el flamenco y el jazz hayan pasado inadvertidas. Algunos autores han se?alado notables coincidencias entre ambas formas art¨ªsticas, no s¨®lo en los modos de expresi¨®n, sino tambi¨¦n en los or¨ªgenes geogr¨¢ficos y ¨¦tnicos que las motivaron. Sin embargo, el ¨¦xito est¨¢ a¨²n por llegar, como si las excesivas semejanzas de car¨¢cter, en vez de ayudar, estorbaran su convivencia arm¨®nica.Las cigarras son quiz¨¢ sordas, el disco presentado por Jorge Pardo en la animad¨ªsima sala Rev¨®lver, ayuda a remediar en lo posible lo esquivo de esta s¨ªntesis. El saxofonista madrile?o aprovecha que el flamenco y el jazz han trascendido desde hace muchos a?os su hermetismo inicial para acomodarse a los tiempos, y saca gran partido al hecho de que hoy est¨¦n tan bien vistos los mestizajes, aunque carguen las tintas sobre m¨²sicas ya mestizas desde sus mismos or¨ªgenes.

No obstante, el proyecto de Pardo entra?a sus riesgos. Sabe que hay que cuidar el equilibrio, sopesar las proporciones y dosificarlas con tino. En un lado de la balanza coloca su estupendo fraseo jazz¨ªstico, f¨¢cil para el arabesco, y en el otro, a sus acompa?antes (cantaor, tocaor y percusionista), que no se desv¨ªan un ¨¢pice de su papel de nuevos flamencos, a excepci¨®n del bajista Carles Benavent, apto para toda labor.

Inevitablemente, el fiel se decanta y lo hace en detrimento del jazz. S¨®lo en los temas de Miles Davis Nardis y Blue in green, y en el Donna Lee de Charlie Parker, se alcanzan momentos de aut¨¦ntica hermandad. Pero como el equilibrio es s¨®lo una m¨¢s entre las virtudes de cualquier m¨²sica, siempre quedan otras para disfrutar, algunas tan sobresalientes como el sentimiento y la hondura que Pardo sabe poner en cada interpretaci¨®n. En ese terreno abierto s¨ª consigue doblegar est¨¦ticas reacias a la mezcla a sus propios intereses.