Jordi Pujol espera un buen resultado electoral con la mirada puesta en su papel en la pol¨ªtica espa?ola
Un total de 19 formaciones pol¨ªticas se disputan hoy el voto de 4.838.740 catalanes. Una renovada mayor¨ªa absoluta de Jordi Pujol el candidato de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), permitir¨ªa a ¨¦ste negociar con el PSOE su papel en la pol¨ªtica espa?ola, incluida una no descartable participaci¨®n en un Gobierno de coalici¨®n, sin hacer concesiones en su pol¨ªtica en Cataluna y sin compartir el poder auton¨®mico cm los socialistas catalanes. Este objetivo electoral -Ara, m¨¦s (Ahora, m¨¢s), dice el lema nacionalista- lo tiene (CiU) al alcance de la mano. S¨®lo una abstenci¨®n superior al 45% y que se cebara en el electorado nacionalista podr¨ªa dar al traste con las previsiones de los sondeos para las elecciones catalanas.
El candidato a la reelecci¨®n no se ha cansado de alertar en los ¨²lti mos d¨ªas a sus electores para que no se fien de los sondeos, para que no se los crean. En 1988 los sondeos tambi¨¦n daban a CiU una victoria aplastante, pero una porci¨®n de sus electores opt¨® por irse a la playa, lo que le cost¨® a Pujol bajar de 72 a 69 esca?os (el Parlamento catal¨¢n tiene 135 diputados, por lo que la mayor¨ªa absoluta se sit¨²a en 68 parlamentarios). Es poco probable que este exceso de confianza se repita en esta ocasi¨®n, pero "si al cerrar los colegios electorales el ¨ªndice de participaci¨®n est¨¢ por debajo del 55%, ya se puede dar por seguro que hemos perdido la mayor¨ªa absoluta", repiten los dirigentes de CiU.Pujol ha planteado con habilidad una dicotom¨ªa simple pero solo parcialmente real: o renueva la mayor¨ªa absoluta o la alternativa es el caos, porque los dem¨¢s partidos -socialistas, populares, antiguos comunistas y republicanos independentistas- ser¨¢n incapaces de ponerse de acuerdo y el resultado ser¨¢ una Generalitat inestable y d¨¦bil. Es decir, no contempla ni como hip¨®tesis un gobierno nacionalista en minor¨ªa, o en coalici¨®n con otras fuerzas. Pujol ni quiere ni sabe compartir el poder. No acepta que nadie condicione su pol¨ªtica.
Pactos sin compensaci¨®n
Miquel Roca, principal valedor de la colaboraci¨®n de los nacionalistas catalanes con el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, no las tiene todas consigo, porque no ha conseguido arrastrar claramente a Pujol -que siempre desconf¨ªa de los socialistas- a sus posiciones. El candidato de CiU lo ha dicho en varias ocasiones: no se casa con nadie y s¨®lo se plantear¨¢ la colaboraci¨®n con unos (PSOE) o con otros (PP) si eso no supone condicionar su pol¨ªtica. Si pacta ser¨¢ sin dar nada a cambio. De todas formas, fue Pujol quien capitaliz¨® la reciente visita privada de Felipe Gonz¨¢lez a Catalu?a. Gonz¨¢lez dio la impresi¨®n de que apostaba por la continuidad, y no por el cambio, en el Palau de la Generalitat, y de que preparaba el terreno para el entendimiento institucional el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones. Los socialistas catalanes trataron primero de explicar ese desaire como una aplicaci¨®n de su pol¨ªtica de favorecer la colaboraci¨®n entre los gobiernos de Madrid y Barcelona, pero luego corrieron a La Moncloa para salir en la foto junto a Gonz¨¢lez.La campa?a electoral ha transcurrido como un enc¨¦falograma plano, pese a algunos chispazos espor¨¢dicos, acogidos m¨¢s como un deseo de salir del sopor que como una realidad de que algo se mov¨ªa. El debate en TV-3, donde los candidatos lograron poner en alg¨²n apuro a Pujol, y la denuncia de que CiU utiliza el aparato de la Generalitat con objetivos electorales lograron agitar las aguas, pero s¨®lo fue una marejadilla. Un asunto potencialmente tan escandaloso como el caso Casinos s¨®lo apareci¨® t¨ªmidamente en la campa?a. La oposici¨®n, en general, renunci¨® a explotar este asunto, temerosa de que fuera contraproducente. Los socialistas, en particular, porque lo que menos deseaban era una campa?a bronca que pudiera ser aprovechada por Pujol para presentarlos de nuevo como los enemigos de Catalu?a o de su autonom¨ªa, un calificativo que en esta ocasi¨®n el presidente nacionalista tambi¨¦n ha utilizado muy t¨ªmidamente, apoyandose en el pacto autonomico que CiU ha rechazado.
A falta de emoci¨®n en la cumbre, la curiosidad se ha centrado en el pelot¨®n de los partidos de segundo nivel. Por primera vez se presenta a las elecciones una opci¨®n expl¨ªcitamente independentista con posibilidades reales de obtener representaci¨®n parlamentaria: Esquerra Republicana, anta?o federalista y ahora reconvertida al separatismo por ?ngel Colom, que tom¨® el poder en el hist¨®rico partido de los presidentes Maci¨¢, Companys y Tarradellas mediante un golpe de mano que expuls¨® al ala derecha del partido. El mensaje independentista de ERC -simple y acr¨ªtico, particularista y endog¨¢mico- cae en el terreno abonado de una juventud educada en el nacionalismo y la catalanidad como ¨²nicos valores permanentes. Un mensaje que hoy puede dar la nota en las urnas.
La campa?a del Partido Popular ha sido dual: mientras su candidato, Aleix Vidal-Quadras, el m¨¢s simp¨¢tico de la contienda, se esforzaba por circunscribir su mensaje a la realidad y a los problemas catalanes, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se ha dedicado a patearse Catalu?a hablando de asuntos tan lejanos como el caso Ibercorp o las conversaciones entre el PNV y HB, obsesionado en la pr¨¢ctica en que los comicios catalanes son unas primarias de las legislativas del a?o que viene. Iniciativa per Catalunya se ha dirigido a los socialistas de izquierda desenga?ados de la pol¨ªtica del PSOE y a los nacionalistas tambi¨¦n de izquierda pero que creen en valores de solidaridad con los dem¨¢s pueblos de Espana, para conservar una voz hist¨¦rica heredera del PSUC, capaz de criticar la pol¨ªtica social tanto del Gobierno de Madrid como del de Barcelona
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