M¨¢s all¨¢ de la apropiaci¨®n y el eclecticismo
Relativamente simulador y no menos relativamente ecl¨¦ctico, el artista norteamericano George Condo (Concord, New Hampshire, 1957) tiene y no tiene que ver con la moda actual de parodiar el estilo de autor. Desde luego, cada uno de sus cuadros contiene expl¨ªcitas referencias a las figuras m¨ªticas de la vanguardia, empezando por su siempre admirado Picasso, pero tambi¨¦n claramente a Matisse y a Newman, pero no lo hace mediante ese procedimiento pat¨¦tico que hoy se llama apropiaci¨®n, ni tampoco hace homenajes ni refritos.No hace semejantes cosas porque se trata de un artista culto, refinado y, sobre todo, definitivamente marcado por una subjetividad que a duras penas controla.
En este sentido, George Condo se parece m¨¢s a un esteta decadente de los que proliferan en los estragados finales de siglo -y el suyo, no hay que decirlo, es el del XX- que a cualquiera de estos esforzados obreros de las modas apropiacionistas, que borran del mapa la autor¨ªa de la obra, pero no la de su cuenta corriente.
George Condo
Galer¨ªa Soledad Lorenzo. Orfila, 5,Madrid. Del 12 de marzo al 18 de abril de 1992.
Quiz¨¢ por ello me ha sorprendido la explicaci¨®n defensiva que el artista ha redactado como texto para el cat¨¢logo de la actual muestra madrile?a, que no s¨¦ si interpretar como resultado de un exceso de ingenuidad o de oportunismo.
Resulta sorprendente el alegato de Condo contra la firma de autor porque la obra que exhibe ni es ingenua, ni oportunista, y, por encima de todo, est¨¢ por completo personalizada, mediatizada por esos rasgos de complejas miradas oblicuas, un prodigioso sentido sint¨¦tico y un sofisticado regusto por la pintura, lo que evidentemente s¨®lo puede ser dicho en su alabanza.
Di¨¢logo con Picasso
Condo no s¨®lo no se apropia a Pablo Picasso, sino que ni siquiera hace una r¨¦plica literal a partir de ¨¦l. Hace algo m¨¢s interesante: dialoga con ¨¦l a trav¨¦s de la inteligencia, esto es, extrae significativos ex votos picassianos y los presenta como tales, lo que, por una parte, implica un distanciamiento reflexivo, no exento de humor, como lo es siempre una conciencia cronol¨®gica, que marca en un cruce de tiempos concretos las im¨¢genes tomadas en pr¨¦stamo y las im¨¢genes superpuestas a ellas, pero tambi¨¦n, por otra parte, no renuncia a lo pict¨®rico, lo que vuelve a calentar subjetivamente toda la operaci¨®n.Estas operaciones complejas hacen de Condo un artista singular en un momento de f¨®rmulas de av¨ªo; un esteta en ¨¦poca de esforzados operarios de la sociolog¨ªa; un pintor escandalosamente incomprensible entre beocios que transmiten mensajes estereotipados. Desde esta perspectiva, los cuadros de George Condo dicen mucho m¨¢s y mejor sus explicaciones escritas.
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