El grupo Depeche Mode graba su octavo disco en un chal¨¦ de Madrid
Los m¨²sicos brit¨¢nicos pagan menos impuestos si producen sus canciones en el extranjero
Depeche mode, el m¨¢s afortunado exponente del pop electr¨®nico, est¨¢ grabando en madrid su octavo elep¨¦ de estudio. han acampado en un amplio chal¨¦ de una urbanizaci¨®n perif¨¦rica, donde viven y trabajan sin grandes prisas. no es habitual que las estrellas del pop anglosaj¨®n se desplacen hasta espa?a para confeccionar sus discos: en el caso de depeche mode, la explicaci¨®n oficial es su atracci¨®n por la agitada vida nocturna de la capital.
Se trata de ahorrar impuestos: las figuras de la m¨²sica brit¨¢nica se pueden acoger a importantes rebajas fiscales si sus discos han sido elaborados en el extranjero. Depeche Mode tiene un motivo extra para grabar en Madrid: Martin L. Gore, compositor y cabecilla del grupo, es un buscador de sensaciones que ha encontrado aqu¨ª su fantas¨ªa de una ciudad que no duerme; una fascinaci¨®n no compartida por algunos de sus compa?eros, que combaten la nostalgia con la ayuda de una cocinera inglesa que no se desv¨ªa del recetario nacional.El trasnoche impone nuevos horarios: es la hora de comer y no se registra mucha actividad en el chal¨¦ que Depeche Mode ha alquilado en una urbanizaci¨®n de lujo. Duerme la bater¨ªa en lo que fue biblioteca, mientras el sal¨®n principal est¨¢ invadido por guitarras y teclados, conectados por una mara?a de cables a una inmensa mesa de grabaci¨®n que instalaron hace dos meses unos t¨¦cnicos desplazados desde Londres. Alan Wilder, uno de los teclistas del cuarteto, explica su m¨¦todo de trabajo: "Martin nos trae esbozos de canciones, a veces tocadas simplemente con una guitarra, y entramos al estudio sin ideas preconcebidas. Suele ocurrir que la espontaneidad no produce resultados interesantes y tienes que parar, descansar unas semanas y volver a empezar. Eso significa que ni nosotros mismos sabemos c¨®mo terminar¨¢ sonando este disco".
El disco espa?ol de Depeche Mode se publicar¨¢ a principios de 1993, casi tres a?os despu¨¦s de su anterior entrega, Violator: "Si de algo nos sirve nuestra posici¨®n es para permitirnos experimentar en el estudio. Seg¨²n vamos creciendo, admiramos m¨¢s a los artistas que no se obsesionan por estar en el n¨²mero uno en las listas, a grupos como Kraftwerk, que han cambiado la est¨¦tica del pop, pero son capaces de pasar seis a?os sin sacar un disco".
Ellos cuentan con la lealtad de un p¨²blico masivo e internacional. Al comienzo de la perestroika, una encuesta de la televisi¨®n estatal sovi¨¦tica les colocaba como tercer, grupo m¨¢s admirado, detr¨¢s de los Beatles y The Police. En Estados Unidos llenan estadios, y en Espa?a venden m¨¢s de 100.000 copias de cada lanzamiento. Una popularidad que tiene su vertiente peligrosa: "Fuimos a Radio Madrid a hablar en directo y al final se congregaron tantos seguidores que no pod¨ªamos huir, se sub¨ªan encima del coche y llegamos a temer por nuestras vidas. Por favor, que no se sepa en qu¨¦ zona estamos viviendo".
Sin embargo, en su propio pa¨ªs sufren el olvido de los medios, siempre obsesionados por subirse a la ¨²ltima tendencia. Les recuerdan con displicencia como unos cr¨ªos con espinillas que ven¨ªan de Basildon, ciudad sat¨¦lite en el condado de Essex, que explicaban su dedicaci¨®n alos instrumentos digitales como algo que les facilitaba el transporte. "Han pasado 12 a?os y nos consideran como una anomal¨ªa, poco m¨¢s que un grupo que de vez en cuando vuelve a las listas. De hecho, en los ¨²ltimos tiempos hay mayor respeto por nosotros: la prensa ha descubierto que nuestros discos son adorados por muchos productores negros y que la m¨²sica de baile actual tiene una deuda con Depeche Mode".
Letras y v¨ªdeos
Y est¨¢n los peque?os esc¨¢ndalos generados por letras supuestamente blasfemas o v¨ªdeos repletos de erotismo a lo Helmut Newton: "Los ingleses disfrutan aparentando que est¨¢n ofendidos por algo que en realidad les excita. Las canciones de contenido religioso responden a preocupaciones espirituales que crecen con la edad: todos tenemos m¨¢s de 30 a?os, y el ¨²ltimo decenio nos parece una pel¨ªcula acelerada, una sucesi¨®n de momentos brillantes seguidos por vac¨ªos, semanas de las que no recuerdas nada. No es una forma saludable de vivir".
Para mitigar el tedio de los tiempos muertos, algunos de ellos se embarcan en proyectos paralelos: as¨ª, Alan Wilder usa el seud¨®nimo de Recoil para editar discos sombr¨ªos donde se acent¨²an los elementos repetitivos y amenazadores de Depeche Mode. Por pura satisfacci¨®n personal, a?ade: "No se trata de competir con el grupo. No los promociono exhaustivamente ni me preocupa el entrar en las listas. Lo bueno de Depeche Mode es que tenemos una seguridad econ¨®mica que permite olvidarse de lo que es o no es comercial. Si hemos aguantado m¨¢s que otros grupos tecno ha sido por nuestra prudencia empresarial: en este negocio es mejor no deslumbrarse. Es esencial si quieres conservar el poder de decir no".
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