Algo chirr¨ªa
Se supone que a estas horas m¨¢s de un vocero del deporte y de la pol¨ªtica est¨¢ afilando las palabras para cargar contra Jordi Pujol y su viraje en el tema ol¨ªmpico. Hasta hace una semana, los Juegos s¨®lo eran hormig¨®n y carreteras. Pero ahora, a medida que las m¨¢quinas se van, los Juegos Ol¨ªmpicos vuelven a ser ¨²nicamente un s¨ªmbolo para sublimar una pol¨ªtica en la camiseta de un atleta. Y si hay alg¨²n lugar donde los s¨ªmbolos son importantes ¨¦se es, sin duda, Catalu?a. Sobre todo desde que el maestro Tarradellas dio una lecci¨®n de c¨®mo hacer que los gestos fueran tanto o m¨¢s importantes que los resultados.Antes de cargar contra aquello que se ignora ser¨ªa conveniente recordar que, guste o no, una parte importante de los catalanes no sienten por la bandera espa?ola las mismas emociones que por la catalana. Y es ese diferencial de sentimientos el que se va a poner a prueba en los rituales ol¨ªmpicos con la bandera del pa¨ªs anfitri¨®n cerrando el desfile. Los estadios est¨¢n para acoger aplausos, pero tambi¨¦n para canalizar los pitos. Hace un siglo que los Estados han engordado este carnaval deportivo para creer que son algo. Y los pueblos que no son nada no hacen otra cosa que imitarles.
Mientras existan banderas mayores que otras continuar¨¢n chirriando las bisagras de un Estado de las autonom¨ªas que es mucho m¨¢s de lo primero que de lo segundo. Y en este r¨ªo revuelto aparecen las voces casi coincidentes de un independentista llamado Colom y de un conspirador llamado Samaranch. Lo de Pujol tal vez s¨®lo es mero pragmatismo y su supuesta lituanidad no es m¨¢s que el malabarismo de encajar Catalu?a en Espa?a sin que su gente lo note demasiado. Al borde del siglo XXI unos y otros seguimos haci¨¦ndonos fuertes bajo nuestros pendones antiguos. No es muy reconfortante, desde luego. Pero la historia va por ah¨ª, y ser¨ªa insensato no marchar a su lado.
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