"Ah, ?pero los espa?oles tienen libros?"
El congreso 'El descubrimiento de Occidente' reivindica una mejor historia de Am¨¦rica
En el sopor de una tarde nicarag¨¹ense de 1513 el vallisoletano Corrales le¨ªa un libro acostado en su hamaca, a la sombra. Un indio se le aproxim¨® sorprendido y, contemplando el objeto que ten¨ªa entre las manos, le pregunt¨® con asombro: "Ah, ?pero los espa?oles tienen libros?". Luego mir¨® con m¨¢s atenci¨®n y observ¨® que al contrario que los suyos el libro del espa?ol s¨®lo ten¨ªa letras. "Bah", exclam¨®, "los nuestros son m¨¢s hermosos". Lo cont¨® en 1520 el cronista Pedro M¨¢rtir de Angler¨ªa, y lo record¨® esta semana en Sevilla un reputado antrop¨®logo mexicano, Miguel Le¨®n Portilla.
Le¨®n Portilla es embajador mexicano en la Unesco y record¨® aquella historia en el curso de su intervenci¨®n en el Congreso El descubrimiento de Occidente que inaugur¨® la reina Sof¨ªa el jueves y que organizaron la Fundaci¨®n San Telmo y la Fundaci¨®n de la Universidad Complutense.Presidi¨® el congreso un ingl¨¦s, el historiador brit¨¢nico Hugh Thomas (autor de La guerra civil espa?ola), y lo dirigi¨® un peruano, el escritor Fernando Iwasaki. Esa propia combinaci¨®n -europeos y americanos- fue la t¨®nica de un congreso en el que se abrieron con tranquilidad las viejas heridas que en el pasado los brit¨¢nicos, sobre todo, condensaron en la leyenda negra -"ya no existe: es un recuerdo malo", declar¨® Thomas- sobre el comportamiento de los conquistadores y se lleg¨® a la conclusi¨®n de que hablar de ello resulta m¨¢s sano que alimentar viejos silencios.
El congreso fue franco. El peruano Mario Vargas Llosa lo hab¨ªa pedido en la intervenci¨®n inaugural: "Tiene que haber un di¨¢logo sin hipocres¨ªas, lejos de la disputa falaz sobre si los europoes ten¨ªan que haber ido o no". Le hicieron caso los ponentes, que en un clima de extremo rigor hablaron de los encuentros y los desencuentros de ambas civilizaciones ante acad¨¦micos de prestigio, como el profesor brit¨¢nico de origen ruso Isaiah Berlin, uno de los grandes pensadores del siglo.
Se lleg¨® a ese clima en el que el ejercicio de la historia no parec¨ªa un arma arrojadiza gracias a que ahora se estudia mejor lo que pas¨®. "Hay mejores instrumentos y la gente es m¨¢s sensata que esos historiadores que quisieron falsificarlo todo como si lo que sucedi¨® se pudiera cambiar para lograr no s¨¦ qu¨¦ beneficios", como dice la historiadora espa?ola Consuelo Varela. Le¨®n Portilla se halla muy feliz de que instituciones espa?olas hayan decidido invitar a sus cursos a nuevos antrop¨®logos ind¨ªgenas "q¨²e est¨¢n aportando datos propios sobre la riqu¨ªsima cultura aborigen que hallaron los europeos al llegar a Am¨¦rica".
Le¨®n Portilla cree que la primera cumbre iberoamericana que se celebr¨® en Guadalajara (M¨¦xico) ha ayudado a cambiar el curso del antiguo desconocimiento. Fue hist¨®rica la declaraci¨®n de los jefes de Estado reunidos, "que por primera vez en la historia reconocen el gran legado ind¨ªgena a la cultura universal y se comprometen a apoyar las identidades culturales de los pueblos ind¨ªgenas actuales y la perduraci¨®n de las lenguas".
No es un hecho casual sino que proviene de un cambio en la factura de la historiograf¨ªa. Lo dice Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, que une a su condici¨®n de historiador su actual encargo como director del Instituto Cervantes. "Ahora entran en la historia los que no ten¨ªan voz. Es un cambio que tiene ra¨ªces muy distintas. El marxismo es uno de los factores que hicieron que la gente se interesara por aquellos desheredados que nunca hab¨ªan entrado en los marcos de las grandes historias. Este cambio de ¨®ptica ha llevado a un cambio de b¨²squeda de la documentaci¨®n que ya exist¨ªa pero que nadie miraba".
De nuevo el mexicano Le¨®n Portilla apunta en esa direcci¨®n: "Las autoridades espa?olas del pasado sepultaron documentos important¨ªsimos de la cultura ind¨ªgena con el pretexto de que. sacarlos a la luz era 'revivir idolatr¨ªas`. Algunas partes del legado ind¨ªgena se han descubierto en este mismo siglo, "y su conservaci¨®n fue posible gracias a la acci¨®n de frailes humanistas, como Bernardino de Sahag¨²n, el padre de la antropolog¨ªa, que actuaron de forma distinta a los depredadores y a los censores de aquella important¨ªsima cultura". El brasile?o Francisco Iglesias, catedr¨¢tico en la Universidad de Minas Gerais, en Belo Horizonte, hijo de espa?oles, record¨® que el inter¨¦s mostrado por los espa?oles del pasado por la cultura ind¨ªgena fue durante mucho tiempo expresado "en t¨¦rminos de exorcismo". El Nuevo Mundo empez¨®, dijo, "con el nuevo tiempo, pero al principio fue saqueado brutalmente y fue privado directa o indirectamente de su cultura".
No se culpe a nadie. Ese parece ser el mensaje de los historiadores. El profesor Iglesias a?adi¨®: "No se recrimine a los espa?oles: los franceses, los ingleses y los portugueses hicieron lo mismo en todas partes. Al final de siglo es leg¨ªtimo tener esperanzas de que el extraordinario legado cultural de los ind¨ªgenas sea respetado, y rescatado, para bien de ambas civilizaciones encontradas".
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