Tres maestros
Imagino que para un cantaor, tener en el mismo recital el acompa?amiento de dos guitarras de excepci¨®n como las de Juan Carmona, Habichuela, y Enrique de Melchor, es, m¨¢s que un lujo, un verdadero sue?o.Es una ocasi¨®n de oro tambi¨¦n para contrastar estilos. Siendo Habichuela y el De Melchor dos maestros incuestionables, su entendimiento del arte de acompa?ar es diferente. Enrique, m¨¢s joven, hace un toque moderno, de brillante sonoridad y una complejidad arm¨®nica que le distancia de quienes le precedieron en este arte, incluido su padre Melchor de Marchena. Juan se mantiene m¨¢s fiel a ellos, sigue siendo un cl¨¢sico, su toque es m¨¢s ¨ªntimo, m¨¢s entra?able. Yo dir¨ªa, por hacer un s¨ªmil f¨¢cilmente comprensible, que si entre cante y toque se plantea un di¨¢logo -y as¨ª debe ser siempre-, el de Menese y Enrique puede ser el di¨¢logo de dos amigos del alma, mientras el de Menese y Juan puede ser el de dos amantes.
Recital de cante jondo
Cante: Jos¨¦ Menese. Toque: Juan Habichuela y Enrique de Melchor..Palmas: Paco Vargas, Faiquillo, Sebasti¨¢n Pelao. Auditorio Nacional. Madrid, 3 de abril.
Soporte id¨®neo
En cualquier caso los dos guitarristas dieron al cantaor el soporte id¨®neo para una de sus noches memorables. Hac¨ªa tiempo que no le o¨ªamos tan centrado, tan consciente de la importancia del momento que ¨¦l viv¨ªa, representando al Arte Flamenco en un templo de la m¨²sica llamada culta, ya que el recital se celebr¨® en una de las salas, la de c¨¢mara, del Auditor¨ªo Nacional, de Madrid, y dentro de una programaci¨®n sobre Ciclo de grandes autores e int¨¦rpretes de la m¨²sica realizada por la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Lo hizo con dignidad y, sobre todo y fundamentalmente, con un cante de grandeza y belleza impresionantes.Como es frecuente en sus recitales, Menese ofreci¨® junto a lo estilos b¨¢sicos otros de los que hoy casi se han olvidado los cantaores: la farruca, los caracoles, la ton¨¢ y liviana, la mariana, la petenera. .
La ton¨¢ y liviana, por ejemplo, que Mairena rescat¨® del olvido sobre una base imprecisa que le dio Juan Talega; Jos¨¦ Menese es el ¨²nico que la mantiene viva, y en esta ocasi¨®n fue una de las cumbres de un recital de alt¨ªsimo nivel y con momentos abundantes de aut¨¦ntico portento.
Otros fueron la petenera, absolutamente esplendorosa, o las siguiriyas, estremecedoras. Y la ton¨¢, por supuesto, en la que rindi¨® homenaje, con el Romance de Juan Garcia, a su autor, Francisco Moreno Galv¨¢n, y la d¨¦cada de los sesenta con sus luchas pol¨ªticas, tambi¨¦n desde el cante.
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