La correcta mec¨¢nica de la renovaci¨®n
Tras un silencio expositivo individual pr¨®ximo al quinquenio, aprovechando la coyuntura de inaugurar con la exhibici¨®n de sus trabajos una sala total y acertadamente remozada, llega la obra de Xavier Grau (Barcelona 1951) a un espacio que, por actualizarse, hasta ha sustituido definitivamente la antigua cita daualsetiana de su cabecera por la alusi¨®n directa al que es su propietario.Y, ya metidos en renovaciones, incluso puede hablarse de una obra renovada en lo art¨ªstico para unas obras de renovaci¨®n en lo f¨ªsico, pues, hasta cierto punto, al tiempo que fidelidad a s¨ª mismo por parte del artista, algo hay aqu¨ª de giro con respecto a la trayectoria pl¨¢stica conocida. Giro o inflexi¨®n, que no ruptura ni discontinuidad; o profundizaci¨®n en lo hollado y derivaciones pertinentes que nada tienen en com¨²n con aquellas alocadas reorientacines que hoy parecen ser moneda de cambio.
Xavier Grau
Galer¨ªa Salvador Riera. Consell de Cent, 333. Barcelona. Mes de abril.
Coherencia
El de Xavier Grau es todo un ejemplo de c¨®mo no es necesario sacar las cosas de quicio -y me refiero tanto a lo que supone el ejercicio de la pintura y a sus posibilidades futuras, como a la coherencia de sus rasgos- para mantenerse con plena credibilidad en candelero.Estamos ante un Grau, entonces, tan intuitivo y pulsional, en cuanto a las coordenadas b¨¢sicas de ejecuci¨®n del cuadro se refiere, como anta?o, como reflexivo, pausado y controlado en lo relativamente desconocido y m¨¢s reciente.
Puede hablarse, as¨ª, y desde lo sintom¨¢tico que en ello es, si no la entera supeditaci¨®n del color a la forma dibujada, s¨ª el equilibrio entre ambos extremos, de una obra que ve c¨®mo la casi generaci¨®n espont¨¢nea de las im¨¢genes que le era propia -"la danza nebulosa de evocaciones" de que habla Huici- cede ante una estructuraci¨®n, sutil y fluctuante si se quiere, mucho m¨¢s obvia.
Pero esta mayor obviedad estructural, en efecto, no implica, como podr¨ªa pensarse, una destrucci¨®n de cuantos ingredientes impulsivos y autom¨¢ticos la manten¨ªan en un rico terreno de ambig¨¹edades sem¨¢nticas, sino que ha permitido equiparar con mayor precisi¨®n el contenido del cuadro al propio proceso que gobierna los engranajes de conocimiento del hombre que es, ante todo, todo artista.
En este ejercicio de espejamiento metaf¨®rico de una obra a caballo entre la aparici¨®n casi incontrolable e Imprecisa de las im¨¢genes y la superposici¨®n de un esquema que busca organizarlas, la org¨¢nica animaci¨®n y la mec¨¢nica del baile de que hacen alardes nos retrotraen a la mec¨¢nica esencial seg¨²n la cual el hombre percibe el mundo e, incluso, osa, como en la f¨ªsica, analizar sus fen¨®menos m¨¢s rec¨®nditos e indescifrables.
Babelia
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