Con pelos y se?ales de humo
Poca novedad en esta temporada del Ballet L¨ªrico Nacional (BLN) al incorporar dos obras de probada eficacia por otras agrupaciones. El programa lo abri¨® Trece Gestos.... pieza llena de instintos culpables creada en 1987 para el Ballet Gulbenkian de Lisboa. Su autora ha buscado efectos fuertes en la flagelaci¨®n, el insomnio, la soledad y la man¨ªa persecutoria, y puede ser bailada por 13 chicos o chicas, permitiendo el lucimiento individual.Est¨¢n soberbios esta vez Toni Fabre y Ricardo Franco en sus papeles desesperados mientras que Duato se reservo para s¨ª la variaci¨®n m¨¢s lucida, y a golpe de melena desequilibr¨® con su brillantez particular un tejido en principio concebido como igualitario. Hay que resaltar la entrega y profesionalidad de la plantilla estable de la compa?¨ªa, adapt¨¢ndose con rigor a un movimiento que les resulta nuevo y ajeno. En este sentido destaca el ataque esc¨¦nico de Ra¨²l Tino.
Ballet L¨ªrico Nacional
Trece gestos de un cuerpo: Roriz/ Emiliario; Jard¨ª tancat: Duato/BonetEmpty: Duato/ Glass, Kobayashi y otros. Teatro Alb¨¦niz. Madrid, 5 de abril.
La primera obra de un core¨®grafo es, adem¨¢s de un producto entusiasta, el conjunto de elementos de invenci¨®n que pueden aventurar su oficio futuro. La primeriza Jard¨ª tancat (1983) es ingenua, y cierto candor es algo que le va bien al arte coreogr¨¢fico. Esa frescura ennoblece un material tem¨¢ticamente buc¨®lico que resulta como una bocanada de brisa albufere?a no totalmente alegre, sino nost¨¢lgicamente te?ida del cobre solar mediterr¨¢neo.
En ese universo, las mujeres se inclinan sobre la siembra con la elegancia muda de un Millet, y los hombres inician un baile de amor y sue?os sencillos. Es un ballet con verdaderos hallazgos de gestualidad aplicada a la danza bajo una poes¨ªa de fondo realista que recuerda m¨¢s a los Campos roturados de Solojov que al Blasco Ib¨¢?ez de La barraca. El paisaje es desnudo y hasta cruel; sobre ese horizonte se proyectan movimientos circulares, envolventes y c¨¢lidos. El director core¨®grafo ha prescindido de hist¨®ricos para el estreno, salvo dos honrosas excepciones que se llevan la palma: Eva L¨®pez Crevill¨¦n, a¨¦rea y sensible, junto a un potente y musical Luis Mart¨ªn Oya.
Como creaci¨®n d¨¦ danza, Empty es simplemente un error, y no se explica que el hombre intuitivo y sagaz que es Duato no asuma su patinazo tras una severa autocr¨ªtica (regla b¨¢sica de quien intenta coreografiar). Empty es una falla a medio quemar de la que se pueden intuir vulgares cenizas. Es un ballet-paella que en su intento de agresi¨®n a las formas acad¨¦micas se queda en sorda pataleta m¨¢s cercana al fin de curso que a la obra profesional, pues ni siquiera demuestra solvencia en el uso del vocabulario contra el que intenta ensa?arse. Presumiendo de contestatario, el autor reniega de su elegancia natural y se hunde.
La coreograf¨ªa de nuestra ¨¦poca pasa por etapas (por no decir modas) de todos colores. Falta meditaci¨®n y se trabaja sobre falsas premisas de urgencia y una supuesta inevitabilidad de mostrar el trabajo creador a toda costa. Hoy una cierta presi¨®n del mercado cultural precipita a la madurez formal antes de tiempo. Vi¨¦ndolo con un poco de distancia, no se puede a¨²n exigir de Duato la obra concisa, cerrada, estil¨ªsticamente estable; pero este razonamiento no le excusa de su equivocaci¨®n reincidente. Hay que creer en su talento y no en su poder de seducci¨®n como personaje social.
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