"Estados Unidos no est¨¢ capacitado para gobernar el mundo"
Arthur Schlessinger, uno de los grandes amigos del asesinado presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, cree que si aquel magnicidio no se hubiera producido la historia del mundo hubiera sido otra, pero rechaza la idea de que la conspiraci¨®n naciera, como se ha repetido recientemente, de las propias esferas del Gobierno kennedyano. La pol¨ªtica dom¨¦stica tambi¨¦n hubiera sido afectada de seguir Kennedy con vida. Sobre la posici¨®n de Estados Unidos en el mundo, el reputado analista pol¨ªtico ve signos de grave debilidad.
Sobre el declive norteamericano y acerca de las inmediatas elecciones en su pa¨ªs, un Schlessinger veloz a pesar de sus a?os -ya son 76, y una experiencia muy intensa- habl¨® en esta entrevista con EL PA?S durante su reciente estancia en Sevilla, donde particip¨® en el simposio El descubrimiento de Am¨¦rica, organizado por las fundaciones San Telmo y Complutense.Pregunta. ?Qu¨¦ le ha pasado a Estados Unidos?
Respuesta. Pienso que Estados Unidos tiene suficientes recursos, suficiente empuje cient¨ªfico y tecnol¨®gico y una poblaci¨®n lo suficientemente ingeniosa como para que no tengamos que pensar en su declive irreversible. Estamos, sin embargo, en una posici¨®n curiosa, la de una indiscutible superpotencia militar, pero que no es capaz de costear sus propias guerras, y as¨ª las superpotencias no pueden tener un gran futuro como tales. No pod¨ªamos costear siquiera la guerra del Golfo. De forma que, aun siendo la potencia militar dominante, no estamos capacitados para gobernar el mundo.
La cara del capitalismo
P. ?Piensa que hemos visto suficientemente la "cara mala del capitalismo"?
R. Pienso que hemos visto bastante de eso en EE UU en los ¨²ltimos a?os. Afortunadamente, tenemos all¨ª la tradici¨®n de denunciar los abusos, de forma que ¨²ltimamente se han escrito muchos libros sobre la mala cara del capitalismo. Y debo decir que, al contemplar la evoluci¨®n de los pa¨ªses del este de Europa y de las rep¨²blicas que compon¨ªan la fenecida Uni¨®n Sovi¨¦tica, me inquieta el alcance de su fe en el mercado libre como panacea para sus problemas. No se puede establecer que porque Josef Stalin no tuviera raz¨®n Milton Friedman s¨ª la tiene.
P. ?De qu¨¦ tratan las elecciones en Estados Unidos?
R. Nuestra historia pol¨ªtica tiende a desarrollarse de forma c¨ªclica. Hay ¨¦pocas en que la acci¨®n privada parece el mejor camino para solucionar nuestros problemas y otras ¨¦pocas en que la acci¨®n p¨²blica cobra m¨¢s protagonismo. En este sentido, los a?os ochenta de Reagan eran una repetici¨®n de los a?os cincuenta de Eisenhower, y ¨¦stos, una repetici¨®n de los a?os veinte de Harding y Coolidge. Igualmente, y a intervalos de unos 30 a?os, se dan ¨¦pocas dominadas por la actividad p¨²blica. A principios del siglo, hubo Theodore Roosevelt y su Progressive Era; 30 a?os despu¨¦s, Franklin Roosevelt y su New Deal, y 30 a?os m¨¢s tarde, John Kennedy y su New Frontier. Si es que el ritmo sigue, los a?os noventa pueden ser una ¨¦poca m¨¢s parecida a la de Kennedy que a la de Reagan. La gente que compite por la nominaci¨®n dem¨®crata -Clinton, Tsongas, Jerry Brown- creci¨® en esa era, son hijos de Kennedy, en un sentido.
P. ?Tiene usted hijos preferidos en estas elecciones?
R. No. Son unas elecciones confusas. Yo creo que el pa¨ªs se ha vuelto en contra de la ¨¦poca de Reagan. Creo que el ambiente espiritual de esos a?os, la creencia en que cada hombre no s¨®lo puede sino que debe ganar lo m¨¢ximo de dinero para s¨ª mismo est¨¢ perdiendo su encanto para la gente. Las encuestas muestran a Carter como un ex presidente m¨¢s popular que Reagan en EE UU. Porque la avaricia, la pasi¨®n por el consumo ha creado much¨ªsimos problemas para el pa¨ªs. La gente empieza a preguntarse, como hac¨ªa al principio de los a?os sesenta, no tanto por lo que el pa¨ªs puede hacer por ellos, sino por lo que ellos pueden hacer por el pa¨ªs.
P. Usted no hace mucha referencia a Bush, como si no fuera un factor determinante en esas elecciones.
R. Bush es un hombre decente, civilizado, sin un gran sentido de qu¨¦ meta pueda tener, de qu¨¦ finalidad pueda servir en la pol¨ªtica. No tiene mucho inter¨¦s en la pol¨ªtica dom¨¦stica. Es m¨¢s competente en los asuntos extranjeros; tambi¨¦n ah¨ª ha tenido sus m¨¢s y sus menos. El historiador Henry Adams dijo una vez que un presidente es como un capit¨¢n de barco en alta mar: tiene que tener un tim¨®n para dirigir el barco, un rumbo a donde dirigirse y un puerto que buscar. Bush no parece que tenga rumbo ni puerto: vive al d¨ªa. Bueno, tomemos por ejemplo a Ronald Reagan. Desde luego ¨¦l ten¨ªa un rumbo, y buscaba un puerto. Ese puerto se situaba a mediados del siglo XIX, pero era una meta, y quer¨ªa mover el pa¨ªs en una direcci¨®n determinada. Bush no da la impresi¨®n de querer mover el pa¨ªs.
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