Administraci¨®n ¨²nica

EL PRESIDENTE de la Xunta gallega, Manuel Fraga, ha removido el debate sobre el desarrollo constitucional al lanzar una propuesta de administraci¨®n ¨²nica en las comunidades hist¨®ricas, que recoge -bajo un lema de impacto- anteriores propuestas formuladas por el nacionalismo catal¨¢n de Jordi Pujol.La presentaci¨®n de la propuesta como una v¨ªa para "refundar el Estado" -t¨¦rmino utilizado tambi¨¦n por Pujol- constituye un exceso de grandilocuencia que no contribuye a aclarar su alcance. La propuesta se enmarca en la Constituci¨®n: as¨ª la presentan quienes la formulan. Se postula entonces un desarrollo m¨¢s ambicioso del t¨ªtulo VIII de la Carta Magna (que Fraga precisamente tantas veces denigr¨®), no su sustituci¨®n, ni siquiera su modificaci¨®n sustancial. Y eso nada Oene que ver con refundar el Estado. El Estado se refund¨® mediante el dise?o democr¨¢tico y auton¨®mico que culmin¨® y se plasm¨® en la Constituci¨®n de 1978. La precisi¨®n terminol¨®gica es exigible por razones de racionalidad pol¨ªtico-jur¨ªdica y porque los excesos verbalistas contribuyen a menoscabar el clima de cooperaci¨®n y lealtad que debe presidir el desarrollo auton¨®mico.

El lema de ¨²nica oscurece el protagonismo de la Administraci¨®n local. Si Fraga, acertadamente, propone la descentralizaci¨®n auton¨®mica hacia abajo, transfiriendo competencias a su vez a los municipios -principio de subsidiariedad-, otras experiencias son contrarias a esta idea. Lo es el inquietante intento de absorci¨®n por la Generalitat de Catalu?a de la

vida municipal a trav¨¦s de unos consejos comarcales del todo in¨²tiles. Tampoco es constructivo limitar la f¨®rmula a las autonom¨ªas hist¨®ricas, en vez de a cuantas, habiendo asumido correctamente la plenitud de sus competencias, est¨¦n en disposici¨®n y voluntad de ampliar su marco de actuaci¨®n.

Es saludable el deseo de simplificaci¨®n administrativa y de evitar duplicidades innecesarias. Y pese a la reacci¨®n nerviosa de alg¨²n representante del Gobierno central, puede enmarcarse perfectamente dentro de la Constituci¨®n. Ello es as¨ª tanto en la versi¨®n de Fraga, que se remite al art¨ªculo 150.2 de la Carta Magna ("el Estado podr¨¢ transferir o delegar en las comunidades aut¨®nomas, mediante ley org¨¢nica, facultades correspondientes a materia de titularidad estatal"), como en la versi¨®n de Pujol, que reclama una reducci¨®n al m¨ªnimo de la Administraci¨®n perif¨¦rica.

La simplificaci¨®n debe suponer, como hemos venido reclamando, el replanteamiento de la figura del gobernador civil y la desaparici¨®n de numerosas delegaciones ministeriales y o.ficinas duplicadas. As¨ª funcionan Estados eficientes, especialmente algunos de estructura federal, como Alemania.

Sin embargo, lo que en estos pa¨ªses se conoce como lealtadJederal, y que en el nuestro equivale a la imprescindible cooperaci¨®n constitucional, es una relaci¨®n de ?da y vuelta. Por un lado, conviene la m¨¢xima descentralizac'I¨®n. Por otro, la m¨¢xima cooperaci¨®n. Este problema no se resuelve con declaraciones de buena fe ni apelando a la historia de compromiso constitucional de-los nacionalismos. Requiere mecanismos similares a los establecidos en los pa¨ªses federales. Por ello resulta preocupante la negativa inicial de CiU y del PNV a participar en las conferencias sectoriales ideadaspara el pacto auton¨®n-¨²co: su propuesta de establecer relaciones bilaterales no es extempor¨¢nea, pero s¨ª insuficiente. Experiencias fruct¨ªferas como la del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera, que est¨¢ alumbrando la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica, no deben echarse en saco roto. Adem¨¢s, el impulso europeo reclama esta cooperaci¨®n: la convergencia pactada en Maastricht exige un control del d¨¦ficit p¨²blico que no puede abordar el Gobierno central en solitario. El control paccionado debe acabar tambi¨¦n con el desbocamiento de los gastos publicitarios de ciertas autonom¨ªas o de las televisiones p¨²blicas, la central y las auton¨®micas.

En resumen: simplificaci¨®n, s¨ª; cooperaci¨®n, tambi¨¦n. Sin ambos elementos no hay eficiencia posible. Pero la viabilidad del doble compromiso ser¨¢ dificil sin profundos pactos pol¨ªticos y nuevas alianzas gubernamentales en los distintos niveles.

Fraga pretende seguramente recomponer puentes con los nacionalismos hist¨®ricos tratando de sustraerlos a su cada vez m¨¢s estrecha colaboraci¨®n con el Gobierno socialista. Su f¨®rmula, es una plataforma para reafirmar su posici¨®n en el seno del Partido Popular -al que ha cogido desprevenido- y, a¨²n m¨¢s, para preparar futuras operaciones de protagonismo. E introduce un factor de replanteamiento en la profundizaci¨®n auton¨®mica auspiciada con acierto por el Gobierno socialista... Todo eso constituyen problemas, ciertamente, pero que no deben provocar un carpetazo a los elementos positivos de la propuesta.