Ajuste global

Adem¨¢s del problema de la estructura de la explotaci¨®n y de los rendimientos, el sector agrario espa?ol, frente al resto de la CE, carece de organizaci¨®n econ¨®mica para ordenar su oferta, defender sus precios en los mercados y proteger sus ingresos.Durante la ¨²ltima d¨¦cada se han destinado varios cientos de miles de millones de pesetas para, en teor¨ªa, mejorar las estructuras. Los resultados no se han visto en la pr¨¢ctica. Las entidades asociativas apenas si controlan realmente el 10% de la oferta de productos agrarios, frente a los potentes modelos interprofesionales del resto de la CE.

El actual ministro de Agricultura, Pedro Solbes, cerraba hace un a?o una ventanilla abierta por su antecesor, Carlos Romero, que supuso una inversi¨®n de casi 200.000 millones de pesetas de ayudas, entre 1989 y 1990, sin que se consiguiera una verdadera modernizaci¨®n del sector. Actualmente est¨¢ en marcha un plan para modernizar el campo, con una inversi¨®n prevista en tres a?os superior a los 300.000 millones de pesetas.

Hoy, el sector agrario espa?ol carece de las m¨ªnimas estructuras econ¨®micas para organizar la oferta, de la presencia b¨¢sica de cooperativas y una gran insuficiencia de interprofesionales, lo que contribuye a aumentar sus temores ante un futuro competitivo.

M¨¢s de una d¨¦cada

Con una poblaci¨®n activa te¨®rica de 1,4 millones de personas, el 11% del total nacional, el 55% de los agricultores tiene ya m¨¢s de 50 a?os. El sector agrario espa?ol ha dejado pasar m¨¢s de una d¨¦cada para mejorar su estructura productiva y comercializadora. El crecimiento de rentas de este periodo, 545.000 pesetas por ocupado en 1982 y 1.525.000 pesetas en 1991, se interpret¨® oficialmente, en muchos casos, como el mejor reflejo de la buena salud del campo, cuando en realidad se deb¨ªa fundamentalmente a la reducci¨®n de la poblaci¨®n ocupada, unas 400.000 personas desde 1987.

Responder con garant¨ªas de ¨¦xito a las exigencias planteadas con la reforma de la PAC en materia de precios y mercados, o a las pretensiones liberalizadoras del GATT, se ve como una empresa dif¨ªcil a corto plazo que requiere un proceso de ajuste global.

Las nuevas condiciones conllevan el que a una parte importante del campo espa?ol, a un determinado tipo de explotaciones y de agricultores, les resulte imposible seguir en activo. El campo ha demandado salidas dignas para quienes opten por abandonar la actividad agraria y apoyos decididos para quienes quieran seguir como profesionales con posibilidades de competir. El ajuste podr¨ªa suponer reducir esa poblaci¨®n activa del 11% al 8%. Y eso no parece probable que se logre simplemente en unas negociaciones puntuales con el Ministerio de Agricultura.