El campo teme la liberalizaci¨®n
El sector agrario, con rendimientos bajos, se ve impotente para luchar en mercados abiertos
Las rentas por ocupado en el sector agrario durante la ¨²ltima d¨¦cada registraron un crecimiento espectacular, al pasar de 545.000 pesetas en 1982 a 1.526.000 en 1991, seg¨²n datos oficiales. Entre 1989 y 1991, las inversiones para mejorar las estructuras agrarias ascendieron a 171.000 millones de pesetas y est¨¢ prevista la inversi¨®n de otros 300.000 millones en los pr¨®ximos tres a?os. S¨®lo en 1991 se recibieron del Feoga comunitario cerca de 500.000 millones de pesetas para apoyar precios y mercados agrarios. Los datos, sin embargo, no explican por qu¨¦ protestan los agricultores ni por qu¨¦, por ejemplo, la leche, los cereales y el ganado vacuno registran hoy precios menores que hace cinco a?os.
Estad¨ªsticamente, parece como si sobre el sector agrario hubiera ca¨ªdo en este tiempo una lluvia de millones, y, sobre todo, que, gracias a ello, tuviera ya las estructuras modernas y suficientes para afrontar el futuro. Sin embargo, docenas de miles de agricultores se lanzaron a la calle durante la primera quincena de este mes de abril con un objetivo concreto: hacer ver al resto de la sociedad, y a quienes tienen responsabilidades ejecutivas, que las rentas no son lo que parecen y que su incremento formal se ha debido, en buena parte, a dos importantes razones:La disminuci¨®n en el n¨²mero de agricultores (400.000 en los ¨²ltimos cuatro a?os) y el proceso de reconversi¨®n y empobrecimiento que est¨¢ sufriendo el sector. Pero por encima de todo ello el gran temor del campo radica en la posibilidad de no poder competir en el futuro ante la reforma prevista de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) y las exigencias del GATT (acuerdo general de aranceles y comercio).
El campo espa?ol se ve impotente para responder al reto de la compet,ividad que marcan las nuevas reglas de juego internacionales en los mercados agrarios. Durante los ¨²ltimos seis a?os, desde el ingreso en la Comunidad Europea, el sector espa?ol se ha visto ya afectado por los cambios introducidos en la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n.
En materia de precios, salvo las mejoras obtenidas en frutas y hortalizas, vino o aceite, la llamada agricultura continental, especiamente cereales, leche o vacuno, ha sufrido recortes de precios, as¨ª como el pago de tasas para frenar la producci¨®n de excedentes.
Reducci¨®n de ingresos
La CE, adem¨¢s de rebajar los precios de intervenci¨®n, ha avanzado en la liberalizaci¨®n interior de sus mercados, limitando o penalizando las posibilidades de venta a la intervenci¨®n, lo que, en definitiva, ha supuesto una reducci¨®n en los ingresos de esta agricultura continental. Como resultado de esta pol¨ªtica, la leche, los cereales o el vacuno tienen hoy precios m¨¢s bajos que hace cinco a?os.
Los agricultores y ganaderos han protestado por la aplicaci¨®n de la pol¨ªtica de ajuste que implant¨® en este periodo la Comunidad Europea por la v¨ªa de los precios y los mercados, mientras no se han aplicado simult¨¢neamente otras medidas compensatorias previstas, como los ceses de actividad, ayudas a las rentas o los abandonos de tierras, entre otras.
Pero las preocupaciones del sector agrario en este momento se centran, sobre todo, en el contenido de propuesta para la reforma de la PAC. De acuerdo con su actual contenido, los precios de los cereales, la leche o el vacuno deber¨¢n seguir bajando hasta los niveles de las cotizaciones internacionales, mientras al cultivador se le compensar¨ªa, de momento, con la diferencia entre ese precio y el actual.
Pero el sector agrario teme que se impongan las exigencias estadounidenses, en el marco del GATT, para que la CE elimine subvenciones internas, reduzca la exportaciones y facilite las importaciones desde terceros pa¨ªses. Ello supondr¨ªa la reducci¨®n de precios institucionales y la eliminaci¨®n casi total de las medidas de intervenci¨®n.
Los agricultores y ganaderos espa?oles consideran insuficiente el esfuerzo hecho por la CE para aumentar los recursos destinados a la mejora de estructuras en este periodo, ya que suponen solamente el 5% del total del presupuesto del Feoga, que asciende a unos 4,5 billones de pesetas.
En lo que afecta al Feoga garant¨ªa (gastos de la CE para apoyar precios y mercados), Espa?a ha pasado de recibir 37.000 millones de pesetas en 1986 a 460.000 millones en 1991, lo que supone un avance significativo, aunque una parte de esos millones va directamente a manos de la industria agroalimentaria.
Espa?a propugna en esta materia que los pa¨ªses menos favorecidos obtengan m¨¢s fondos de Bruselas, esencialmente para modernizar estructuras y evitar que se perpet¨²e la situaci¨®n actual en la que el 20% de las explotaciones, especialmente de Alemania, Holanda y Francia, se llevan el 80% de los fondos.
Sus propias manos
Frente a los proyectos de Bruselas en materia de precios y las exigencias de Estados Unidos en cuesti¨®n de mercados liberalizados, el sector agrario sospecha que se ver¨¢ abocado a competir, a medio plazo, sin m¨¢s soporte que sus propias manos. Estados Unidos, con unas explotaciones medias de 200 hect¨¢reas, gas¨®leo m¨¢s barato o ayudas indirectas, puede ofrecer productos a precios bajos en el mercado mundial ante sus menores costes de producci¨®n, aunque sus rendimientos no sean altos.
Se trata de un modelo, el de EE UU, con un 2% de poblaci¨®n activa en el campo, que choca frontalmente con el tipo de explotaci¨®n comunitaria y, sobre todo, con la espa?ola, cuyos rendimientos por hect¨¢rea son sensiblemente inferiores.
Resulta dif¨ªcil competir en mercados cada d¨ªa m¨¢s liberalizados, como sucede ya en la producci¨®n de Vacuno, o hacerlo en la producci¨®n de leche, con unos rendimientos de 3.100 litros por animal y a?o frente a los 4.600 del resto de la Comunidad, o en cereales, donde la diferencia se explica entre los 2.500 kilos por hect¨¢rea en Espa?a a 5.000 kilos en otros pa¨ªses de la CE.
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