El fot¨®grafo de los espejos
En una muestra colectiva, pionera de las exposiciones fotogr¨¢ficas, realizada en la peque?a sala Le Sacre du Printemps (Montparnasse, 1927), cuyo cat¨¢logo inclu¨ªa autores como Berenice Abbot, Hoyningen-Huene, Man Ray..., entre otros, Andr¨¦ Kert¨¦sz incluy¨® la foto de un humilde tenedor apoyado sobre el borde de un plato. Tratadistas como Molly Nesbit cuentan que entonces cierto fot¨®grafo de moda le recrimin¨® que "cualquiera pod¨ªa sacar una fotograf¨ªa de un tenedor y un plato", a lo que replic¨® un editor: "S¨ª, pero Kert¨¦sz ha sido el primero en hacerlo".Sus im¨¢genes posiblemente constituyen la prueba m¨¢s evidente de lo inclasificable de algunas producciones fotogr¨¢ficas porque su inquietud le llev¨® a utilizar alternativamente casi la totalidad de los lenguajes del medio. A Kert¨¦sz se le puede encontrar encasillado tanto entre los surrealistas como ligado a las corrientes de la foto subjetiva, ilustraci¨®n, publicidad, etc¨¦tera. Kert¨¦sz, ante todo, es un fot¨®grafo todoterreno, cuyo estilo cambiante resulta dif¨ªcilmente encajable en cualquiera de los gen¨¦ricos apartados al uso. Llegado de Hungr¨ªa a Par¨ªs (1925), pronto !e integr¨¦ en los movimientos intelectuales de su ¨¦poca. Montparnasse y el D?me constituyeron sus escenarios preferidos, argumento de sus delicados paisajes urbanos: Les Halles, la Torre Eiffel, barrios perif¨¦ricos, las plazas despu¨¦s de la lluvia y la nieve, como tambi¨¦n lo fueron, en otro orden, los rostros de sus amigos -pintores y escritores- compatriotas h¨²ngaros: Tihanyi, Zilger y Casky... Tambi¨¦n se autorretrat¨® constantemente, con la apetencia visceral de un narcisista empedernido que instrumentaliza la c¨¢mara para ense?arse a s¨ª mismo durante la celebraci¨®n de un ritual, solo o al lado de su compa?era Elisabeth (en 1931), junto a j¨®venes actrices desconocidas o alg¨²n que otro intelectual amigo.
Andr¨¦ Kert¨¦sz
Fotograf¨ªas. Palau de la Virreina. Espai 1. La Rambla, 99, Barcelona. Hasta el 3 de mayo.
El material expuesto en la Virreina, 185 fotograf¨ªas, deja constancia de su esquizofrenia est¨¦tica, vertida en un doble plano: por un lado, la funcionalidad de un trabajo espec¨ªficamente realizado para la edici¨®n: anuncios, retratos de personajes de la pl¨¢stica o la literatura, y por otro, sus tomas espont¨¢neas, que entonces consideraba triviales, con el argumento de la ciudad de Par¨ªs como tel¨®n de fondo. Im¨¢genes incluidas dentro de la colecci¨®n donada -un a?o antes de su muerte, el 30 de marzo de 1984- al Estado franc¨¦s y que es considerada como una de las recopilaciones m¨¢s notables.
Los registros que tom¨® con su Leica durante su estancia en Par¨ªs mostrados en esta exposici¨®n se estructuran en varios bloques tem¨¢ticos; apartados tales como retratos de artistas (Mondrian, Leger, Zadquine, Chagall...) o reportajes y publicaciones diversas (trabajos aparecidos en Art et M¨¦dicine, Vu, Le Sourire, The Sphere...) traducen visualmente el dominio de una gran precisi¨®n t¨¦cnica y una delicada sensibilidad. Si bien, lo mejor con diferencia, capaz de singularizar su propio desorden est¨¦tico, las tomas realizadas en Par¨ªs (entre 1925-1936, unas 60 en total), captadas tras su vuelta del exilio americano a Francia, cuando para ¨¦l lo subjetivo adquiere carta de naturaleza, entre las que destacan sus series de desnudos distorsionados. Para ello se sirvi¨® de las deformidades que le aportaron unos espejos c¨®ncavos, ante los que hizo posar a sus modelos desnudas.
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