M¨²ltiples valoraciones de tres faenas
En cuatro de las cinco primeras corridas de la feria (excluyo la del d¨ªa 22; por tanto, la actuaci¨®n de Pepe Luis V¨¢zquez, pues no la vi) ha habido tres faenas dignas de recordatorio: la de Espartaco, la de Enrique Ponce y la de Manzanares. Las tres meritorias, las tres diferentes y las tres con valoraciones m¨²ltiples. Esa heterogeneidad es la que inserta la tauromaquia en la categor¨ªa de arte y no en la de ciencia exacta. Aunque tambi¨¦n la tauromaquia tenga, como se?al¨® Ortega y Gasset, concomitancias con la cinem¨¢tica. As¨ª, la faena de Espartaco fue m¨¢s euclidiana que emocionante. El toro ten¨ªa escas¨ªsima fuerza. El m¨¦rito de Espartaco consisti¨® en mantenerlo de pie durante la faena, tore¨¢ndolo con magn¨ªfico temple y encontrando la distancia justa a la que repitiera y humillara lo justo sin molestarle. Brill¨® la geometr¨ªa y estuvo ausente la emoci¨®n por la falta de pujanza del enemigo.La faena de Ponce fue la m¨¢s art¨ªstica, la m¨¢s cadenciosa; en definitiva, la de m¨¢s pellizco. No tuvo premio de oreja por enfriamiento del p¨²blico al demorarse en igualar al toro. M¨¢s que faena de ole fue faena de bieeen, que es la m¨¢xima expresi¨®n de los aficionados sevillanos para mostrar su satisfacci¨®n. Fue, en honor a la verdad, una faena de m¨¢s a menos: los momentos culminantes se produjeron al principio, y en los postreros, el toro ya se estaba rajando.
La faena de Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares fue la m¨¢s maciza, la de m¨¢s hondura, donde hubo m¨¢s toreo. No estuvo afortunado en los comienzos al pegar varios zapatillazos, costumbre fea que el alicantino debe desterrar. Aqu¨ª, la faena fue subiendo de tono, y cada vez los muletazos fueron m¨¢s largos, m¨¢s poderosos y sobre todo mejor rematados. Le falt¨®, quiz¨¢, un poco de hilv¨¢n. Unos segundos menos entre pase y pase hubieran aportado mayor brillantez a la faena. En cualquier caso, el toro no era precisamente una hermana de la caridad, y hubo emoci¨®n porque hubo riesgo.
Tres faenas diferentes y miles de valoraciones. Tantas como espectadores y tantas como cronistas. Cuando el aficionado expresa su extra?eza porque al leer a Fulano o a Perengano parece que est¨¢n contando corridas distintas, est¨¢ poniendo de relieve la riqueza interpretativa del toreo, el diferente peso espec¨ªfico que para unos cronistas tiene la t¨¦cnica y para otros la pl¨¢stica. La tauromaquia ser¨ªa un campo yermo si imperara la unanimidad. El dogmatismo en la interpretaci¨®n del toreo lo minimiza, lo aleja de las categor¨ªas de t¨¦cnica y de arte. No es mal s¨ªmbolo para la afici¨®n sevillana que el monumento a la tolerancia de Eduardo Chillida se haya colocado a la orilla del r¨ªo, casi al lado de La Maestranza. Enfrente, el viejo castillo de san Jorge, sede de la Inquisici¨®n, muestra sus ruinas. Convirtamos en ruinas tambi¨¦n el dogmatismo en la tauromaquia.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.