El debate que sigue
Aunque con la entrada en vigor de la nueva ley del Servicio Militar el Gobierno pretend¨ªa dar por cerrado el debate sobre el modelo de Fuerzas Armadas, el tema est¨¢ m¨¢s vivo que nunca. No ha dado respuesta a las causas o preguntas que motivaron la modificaci¨®n de una legislaci¨®n relativamente reciente, como ?a ley de la mili de 1984, crisp¨¢ndose m¨¢s la pol¨¦mica por la constante torpeza del Gobierno a la hora de abordar la cuesti¨®n.Tampoco ha satisfecho a los sectores del Ej¨¦rcito y la clase pol¨ªtica deseosos de su -plena profesionalizaci¨®n, ni a los grupos sociales y pol¨ªticos partidarios de unas Fuerzas Armadas reducidas y exclusivamente defensivas. No ha acallado el clamor de la juventud contra el cumplimiento de la mili ni soluciona el problema de los insumisos, ahora todos en manos de jueces civiles. Adem¨¢s, la conjunci¨®n de la ca¨ªda de la natalidad con el poco ¨¦xito de las campa?as para captar voluntarios y el auge de la objeci¨®n hacen de dif¨ªcil cumplimiento las previsiones de combinar un reclutamiento universal con un incremento anual de voluntarios.
Las declaraciones del ministro de Justicia en relaci¨®n a la sentencia del juez Jos¨¦ Luis Calvo, comparando la conciencia de un insumiso con la del terrorista que mata a ni?os, o la descalificaci¨®n del titular de Defensa a los colectivos de objetores e insumisos y a la Oficina del Defensor del Soldado por tener el apoyo de determinadas fuerzas pol¨ªticas son s¨®lo reacciones fuera de tono de quienes, ante un problema que no controlan, se dedican a buscar falsos culpables. El reciente traspaso de todo lo relativo a la objeci¨®n a la Direcci¨®n General de Asuntos Religiosos es el ¨²ltimo desprop¨®sito del Ejecutivo, m¨¢s cuando la mayor¨ªa de objetores no alega motivaciones de esta ¨ªndole. En cambio, no se ha modificado reglamentariamente la duraci¨®n de la prestaci¨®n sustitutoria, que en estos momentos dura, de hecho, el doble que la mili.
El rechazo social a la mili es un fen¨®meno que ha surgido tal vez como catarsis colectiva frente a una instituci¨®n que durante los dos ¨²ltimos siglos no cumpli¨® la funci¨®n para la que dec¨ªa existir. En cambio s¨ª intervino en conflictos pol¨ªticos y sindicales, realiz¨® pronunciamientos, combati¨® en guerras coloniales, provoc¨® una guerra civil y, ya m¨¢s recientemente, en los a?os de la transici¨®n, mientras la sociedad evolucionaba y se abr¨ªa hacia cotas de libertad, sigui¨® encerrada en s¨ª misma, tratando a las nuevas generaciones de quintos de un modo, comparativamente hablando, que en poco difer¨ªa al que recibieron sus abuelos.
La prudencia con que los medios de comunicaci¨®n y las fuerzas pol¨ªticas trataron a las Fuerzas Armadas durante los primeros a?os de la democracia hizo que ¨¦stas creyeran tener una imagen distinta a la real. Por ello, se sorprendieron cuando la Prensa comenz¨® a tratar la cuesti¨®n sin trabas ni filtros, reflejando en encuestas, art¨ªculos y estudios, la imagen que la sociedad ten¨ªa tanto del Ej¨¦rcito como instituci¨®n como de la mili como obligaci¨®n.
Cambio cultural
Si bien quienes realizaron el servicio militar durante los setenta pod¨ªan entender, aun sin estar de acuerdo, el modo de trato o la p¨¦rdida de derechos que sufr¨ªan, los j¨®venes de hoy en d¨ªa, crecidos entre mayores cotas de libertad, afrontan un mayor contraste al entrar en los cuarteles y tener que desprenderse de unos modos de comportamiento y pautas de conducta que son sustituidos por ¨®rdenes, en muchos casos absurdas, y guardias sin sentido ante la tapia de un viejo cuartel. Por ello, m¨¢s all¨¢ de las reformas introducidas, sigue generando rechazo. Muestra de ello es que a pesar de haber quedado ya olvidado el env¨ªo de soldados de leva al Golfo, el porcentaje de objetores ha vuelto a crecer.La persistencia del Gobierno en cometer errores s¨®lo crispa m¨¢s el debate. Ello es lo que consiguen actuaciones como la pretensi¨®n de impedir el acceso a empleos p¨²blicos a insumisos, que aparece ahora de nuevo en el texto del proyecto de C¨®digo Penal, o la respuesta contenida en el Plan de Reorganizaci¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra de movilizar a reservistas un mes al a?o para maniobras. Efectos similares produce el destino de soldados de quinta a misiones de vigilancia antiterrorista durante los eventos del 92, beneficiando, sin lugar a dudas, a quienes rechazamos el reclutamiento forzoso y apoyamos las diferentes formas de oposici¨®n y desobediencia.
Las promesas de una relativa mili a la carta producir¨¢n frustraci¨®n al no poderse cumplir para la mayor¨ªa, ya que habr¨¢ muchos destinos, y no ¨²nicamente Ceuta y Melilla, que ser¨¢n adjudicados sin haberlos solicitado. Se palpar¨¢n, en cambio, las modificaciones negativas, como el endurecimiento de las causas de exclusi¨®n o la limitaci¨®n de las pr¨®rrogas.
La absoluci¨®n del insumiso Maki Arredondo, dictada por un ex miembro del Consejo General del Poder Judicial, debe interpretarse como una advertencia de amplios sectores de la judicatura que no quieren verse en la papeleta de condenar a m¨¢s de 2.000 j¨®venes cuyos actos son comprendidos por la sociedad. Es cierto que las leyes se dictan para ser cumplidas, pero al igual que ocurre con la insuficiente ley del aborto, que obliga a muchos jueces a hacer malabarismos para librar de la prisi¨®n a quienes la infringen, el Poder Judicial se encuentra en la encrucijada de aplicar, en su aspecto punitivo, unas leyes y unas obligaciones rechazadas por la colectividad.
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