El mot¨ªn del penal lime?o de Canto Grande concluye con m¨¢s de 30 muertos y decenas de heridos
Fuerzas policiales y militares sofocaron a sangre y fuego el mot¨ªn de presos de la organizaci¨®n guerrillera mao¨ªsta Sendero Luminoso, a primera hora de la noche del s¨¢bado (madrugada del domingo en Espa?a), tras casi cuatro d¨ªas de enfrentamientos en el penal de Canto Grande, situado en las afueras de Lima. En el conjunto del levantamiento han muerto no menos de 30 personas, entre terroristas y polic¨ªas. Las fuentes oficiales no han facilitado el n¨²mero de muertos en la operaci¨®n, denominada Mudanza Uno, que pretend¨ªa trasladar a las presas de Sendero Luminoso.
Seg¨²n la emisora Radio Programas, en el dep¨®sito de cad¨¢veres de Lima hab¨ªan ingresado ayer ocho cuerpos de hombres y cinco de mujeres y otros 10 hab¨ªan quedado en el interior de la c¨¢rcel. Estos muertos se suman a los 13 del pasado mi¨¦rcoles, lo que eleva los primeros recuentos a 31 v¨ªctimas mortales, aunque se teme que el n¨²mero de muertos pueda ser mucho m¨¢s elevado. El presidente Alberto Fujimori reconoci¨® ayer que los muertos de Sendero Luminoso eran 28.A primera hora de la ma?ana del domingo se escuchaban todav¨ªa tiroteos aislados en el interior del penal, que parec¨ªan indicar la existencia de alg¨²n foco de resistencia. Al mediod¨ªa de ayer, Fujimori sali¨® del palacio presidencial para visitar e inspeccionar el penal tras el fin de la revuelta.
El Ministerio del Interior comunic¨® el s¨¢bado por la. noche que los efectivos policiales hab¨ªan logrado "asumir el control del local y la rendici¨®n de 470 terroristas de Sendero Luminoso entre hombres y mujeres".
La batalla final para tomar el pabell¨®n 4-B de la c¨¢rcel de Canto Grande, donde se hab¨ªan atrincherado unos 600 presos senderistas, de los que una cuarta parte eran mujeres, dur¨® todo el s¨¢bado. Desde los alrededores, donde los periodistas segu¨ªan las acciones, se contaron a lo largo del d¨ªa unas 100 explosiones procedentes del interior del penal y frecuentes tableteos de armas autom¨¢ticas. Las fuerzas de seguridad consiguieron abrir con explosivos boquetes para penetrar en el pabell¨®n senderista.
La polic¨ªa conmin¨® a los senderistas en varias ocasiones -en espa?ol y en quechua- a rendirse y a abandonar el pabell¨®n de cuatro en cuatro y con las manos en la cabeza. Las respuestas desde el interior a los sucesivos ultimatos eran c¨¢nticos revolucionarios y disparos. Fuera del penal, los familiares de los presos, en su mayor¨ªa mujeres de aspecto humilde, sollozaban y daban rienda suelta a su angustia. A veces respond¨ªan al hostigamiento policial con canciones senderistas, que dec¨ªan: "Por cada combatiente asesinado, 10 reaccionarios morir¨¢n".La viuda de Arguedas
Los llamamientos de la polic¨ªa a la rendici¨®n tuvieron al mediod¨ªa un ¨¦xito parcial. Se inform¨®, y as¨ª lo recoge el diario El Comercio de Lima, que ocho mujeres aceptaron salir. Entre ellas se encontraba la chilena Sibila Arredondo, viuda del escritor peruano Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas, padre de la literatura andina e investigador del mundo quechua, que se suicid¨® en 1969. En los d¨ªas del asedio al penal hab¨ªa circulado el rumor de que Arredondo podr¨ªa haber muerto en los enfrentamientos del pasado mi¨¦rcoles, pero esta versi¨®n no se ha confirmado. Las mujeres que se entregaron el s¨¢bado al mediod¨ªa fueron trasladadas en una tanqueta del Ej¨¦rcito a otro penal en el barrio de Chorrillos, en Lima.
En los alrededores del penal, representantes de las organizaciones de derechos humanos se esforzaban en vano por conseguir una mediaci¨®n. La espa?ola Pilar Coll, secretaria ejecutiva de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Per¨², expres¨® la esperanza de que no se repitiese la matanza de junio de 1986. En aquella ocasi¨®n murieron asesinados unos 300 presos senderistas.
Tambi¨¦n lleg¨® al penal el arzobispo Jos¨¦ Dammert, presidente de la Conferencia Episcopal de Per¨², quien, angustiado, buscaba informaci¨®n sobre los sucesos
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.