Montoya y Rominger ara?an seis segundos a Delgado en la corta subida al Naranco
El alav¨¦s Javier Maule¨®n (Clas) gan¨® en el alto del Naranco una etapa en la que los tres favoritos mostraron su dominio. La jornada se redujo al kil¨®metro final. El l¨ªder, Jes¨²s Montoya (Amaya), y el tercero, Tony Rominger (Clas), aventajaron en seis segundos en los ¨²ltimos metros a Pedro Delgado (Banesto). El maillot amarillo volvi¨® a demostrar su portentosa facilidad de recuperaci¨®n. Despu¨¦s de la paliza de los Lagos, le faltaron un par de metros para ganar la etapa. Los tres primeros se mantienen en menos de un minuto a falta de seis jornadas para el final.
Los siete negritos siguen siendo tres. Montoya, Delgado y Rominger dominan la Vuelta y dominaron ayer la etapa. Ninguno se hundi¨® en la suave subida al Naranco. Por un d¨ªa, la previsi¨®n se cumpli¨®. S¨®lo un pu?ado de segundos fue el bot¨ªn de la batalla.Como un rat¨®n que se ve en la luz de repente corri¨® Montoya. Sprint¨® en subida y estuvo a punto d¨¦ ganar la etapa. El Clas volv¨ªa a marcar el ritmo. Adem¨¢s mand¨® por delante a un gregario escalador, Javier Maule¨®n. Iba a actuar de cabeza de puente y a intentar el triunfo parcial. Faltaban dos kil¨®metros, los m¨¢s duros de una subida catalogada exageradamente como de primera categor¨ªa. Delgado y Montoya iban en el grupo principal a la derecha de la carretera. Libraban una lucha particular. Como dos velocistas en la pista se miraban y se estudiaban; amagaban una pedalada m¨¢s r¨¢pida, aceleraban, se paraban. Rominger marchaba por la izquierda, mec¨¢nico. Llevaba memorizadas las instrucciones: cuando llegues a esta recta, ataca. Se lanz¨®. No sab¨ªa lo que ven¨ªa despu¨¦s. No pudo mantener el ritmo.
Cubino, gregario
Cubino hizo de gregario. Aument¨® su ritmo. A falta de 800 metros, Delgado no aguant¨® m¨¢s la guerra de miradas con Montoya y salt¨®. Alcanzo a Cubino. Se precipit¨®. Era el momento del l¨ªder. Su terreno. lleg¨® facilmente a la rueda del segoviano, culebr¨® entre el p¨²blico y las bicicletas rivales y como un sprinter poderoso sigui¨® solo. Bajo la misma pancarta alcanz¨® a Rominger y Maule¨®n. "No he ganado por culpa de los coches que segu¨ªan a los dos primeros, es una l¨¢stima", declar¨®.
Antes de la subida el Amaya hab¨ªa hecho la tarea de un equipo con sprinter. Se hab¨ªa escapado temprano un grupo grande y los ciclistas de M¨ªnguez hab¨ªan tomado el control del pelot¨®n. Marcaron un ritmo medio. No muy r¨¢pido para no cazar pronto, lo que significar¨ªa nuevos saltos; ni muy lento, la anarqu¨ªa. Le sali¨® perfecto.
Las variedades t¨¢cticas de los equipos se han revelado fundamentales en la ¨²ltima semana de la Vuelta. El Clas plante¨® una fuerte lucha en el llano con el objetivo de desgastar al Amaya. Llevaba dos l¨ªderes, Echave y Rominger. El equipo de M¨ªnguez acus¨® falta de fuerzas en la etapa de Covadonga. Le pes¨® el tener tres colocados -Montoya, Cubino y Parra- y s¨®lo sies gregarios. El Banesto, mientras tanto, efectu¨® tareas de zapa, ocultas. Ocho trabajando para un hombre, Pedro Delgado.Todo est¨¢ m¨¢s claro para todos. Antes de la criba de Pedro Delgado en los Lagos de Covadonga, s¨®lo se hablaba de t¨¢cticas de tres equipos. Ahora, de las fuerzas y posibilidades de tres hombres. El Amaya hab¨ªa afrontado los Pirineos con tres hombres bien colocados; sali¨® de la etapa reina con tres favoritos, y de los picos de Europa, con s¨®lo uno. Javier M¨ªnguez ha podido dar un suspiro de alivio y comenzar a rezar.El director del Amaya guardaba como dse sus peores recuerdos la Vuelta dse 1988. La afronto con un s¨®lo l¨ªder, ?lvarez Pino, y se le visti¨® de amarillo Laudelino Cubino. Tambi¨¦n mantuvo a Anselmo Fuerte y a Federico Etxabe con posibilidades. "Todos a trabajar por es el l¨ªder", fue la consigna. Cubina se hundi¨® en Cerler. Su equipo, con ¨¦l. La Vuelta la gan¨® Sean Kelly. Este a?o, de repente, volvi¨® la pesadilla: un l¨ªder sorpresa en su equipo. Comenzaron las especulaciones: ?t¨¢ctica de la tenaza?, ?todos a rueda?,_ ?todos al ataque?. La respuesta: libertad para los tres y el que m¨¢s pueda, arriba.
La historia no se ha repetido pero ha habido momentos de duda. Montoya se ha quejado de que sus compa?eros no han trabajado para ¨¦l. Cubino tiene 29 a?os, varios fracasos en su asalto a la Vuelta y un recorrido monta?oso a su medida. Ve a su compa?ero Montoya como un entrometido en suideal. Fabio Parra calla. Javier M¨ªnguez suda pero sonr¨ªe. Todo est¨¢ controlado. Mantiene a sus hombres en tensi¨®n, aunque corre el peligro de que se le desmanden. El domingo le lleg¨® la respuesta a sus oraciones: s¨®lo uno de los suyos, precisamente el l¨ªder, resisti¨® el ataque de Delgado. La tenaza se ha quedado con un solo brazo. Igual que el Banesto. Todo funciona mejor.
Envidia de M¨ªnguez
M¨ªnguez envidia a su colega Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri. El Banesto tiene tres l¨ªderes -Delgado, Indura¨ªn y Bernard-, pero des sufiente entidad como para tener opciones en las tres grandes rondas. Ech¨¢varri analiza los recorridos y a sus hombres, y decide. Delgado, la Vuelta; Bernard, el Giro; Indur¨¢in, el Tour. M¨ªnguez s¨®lo tiene hombres Vuelta, y tiene que alinearlos a todos en la ronda espa?ola. Adsem¨¢s, son de similares caracter¨ªsticas: escaladores. S¨®lo rinden al m¨¢ximo en la monta?a. El director de Banesto arriesga m¨¢s, se lo juega todo a una carta. Si falla, fracasa. Pero todo el equipo est¨¢ concentrado en un ciclista.
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